Poema de Rubén Bonifaz Nuño
No me ilusiono, admito, es de mi gusto,que soy un hombre igual a todos.Trabajo en algo, cobromi sueldo insuficiente; me diviertocuando puedo, o me aburro hasta morirme;hablo, me callo a veces, pidomi comida, y a ratosquisiera ser feliz gloriosamente,y hago el amor, o voy y vengosin nadie que me siga. Tengo un perroy algunas cosas mías.
En general, no estoy conformani me resigno. Quiero mi derecho,de hombre común, a deshacermela frente contra el muro, a golpearme,en plena lucidez, contra los ojoscerrados de las puertas; o de planoy porque sí, a treparme en una silla,en cualquier calle, a lo mariachi,y cantar las cosas que me placen.
También, monumental, hago mi juegoen serio con las gentes,según las reglas, y reclamomis ganancias y pérdidas, y buscola revancha, o perdonopor generoso o por flojera.
Manos de hombre tengo; manospara tomar, de las cosas que existen,lo que por hombre se me debe,y, por lo que yo debo, hacer algunasde las cosas que faltan.
Y reconozco que me importaser pobre, y que me humilla,y que lo disimulo por orgullo.
Tú, compañero, cómplice que llevodentro de todos, junto a mí, lo sabes.Hermano de trabajos que caminasen hombres y mujeres, apretadocomo la carne contra el hueso,y vives, sudas y alborotasen mí y conmigo y para mí y contigo.
De Fuego de pobres, 1961