Trópico, ¿para qué me diste
las manos llenas de color?
Todo lo que yo toque
se llenará de sol.
En las tardes sutiles de otras tierras
pasaré con mis ruidos de vidrio tornasol.
Déjame un solo instante
dejar de ser grito y color.
Déjame un solo instante
cambiar el clima del corazón,
beber la penumbra de una casa desierta,
inclinarme en silencio sobre un remoto balcón,
abandonarme en el manto de pliegues finos,
dispersarme en la orilla de una suave devoción,
acariciar dulcemente las cabelleras lacias
y escribir con un lápiz muy fino mi meditación.
¡Oh, dejar de ser un solo instante
el Ayudante de Campo del sol!
¿Trópico, para qué me diste
las manos llenas de color?
Carlos Pellicer
Poeta y museólogo mexicano nacido en Tabasco en 1899.
Viajero apasionado y poeta de recintos cerrados, fue cantor de los grandes ríos, de la selva y el sol
Ocupó varios cargos importantes en diferentes museos, fue profesor de literatura e historia y miembro de
Ocupó además la presidencia del Consejo Latinoamericano de escritores con sede en Roma.
La mejor definición del poeta la da Octavio Paz:
«Gran poeta, Pellicer nos enseñó a mirar el mundo con otros ojos y al hacerlo modificó la poesía mexicana. Su obra, toda una poesía con su pluralidad de géneros, se resuelve en una luminosa metáfora, en una interminable alabanza del mundo: Pellicer es el mismo de principio a fin»
Piedra de sacrificios» en 1924
Hora de junio» en 1937
Exágonos» en 1941
Subordinaciones, en 1948
Con palabras y fuego» en 1963, hacen parte de su extensa obra poética.
Falleció en 1977.