Centenaria
12 de enero de 1909
*El Imparcial
Le falta un ojo, pero así vió un crimen
La vida que M. Trinidad Luján tenía con su amante, Gilberto Cortés, no era de lo mejor, y por eso ayer tarde, que se encontraban ambos en el llano de los Alcanfores, en compañía de sus pequeños hijos y de la madre de ella, Trinidad sostuvo una reyerta con Cortés, que fué presenciada desde cierta distancia por los demás citados.
María Trinidad reprochaba á su amante aquella vida, y como hiciera algún ademán como si tratara de descargar un golpe sobre él, éste, enfurecido en alto grado, desenvainó un puñal y lo hundió en el omóplato izquierdo de su mujer, á la que derribó del golpe y le dejó clavado el puñal en el sitio indicado.
La punta del arma quedó incrustada en la espina dorsal de aquella infeliz, y Cortés, al ver á María Trinidad desangrarse horriblemente por la herida, emprendió veloz carrera; pero el mayordomo de carros de limpia, señor Jesús López, falto de un ojo por más señas, que andaba por aquel llano haciendo su vigilancia, se dió cuenta del crimen cometido por Cortés, y siguió á éste y lo lazó, y así lo detuvo hasta que llegó un gendarme y se hizo cargo del criminal.
El personal de la comisaría encontró á la lesionada en medio de sus hijos y de su madre, y en la sección médica, y con bastantes esfuerzos, le fué extraída el arma, cuya hoja quedó curva á causa del terrible golpe.
Rompió un espejo
J. Jesús Flores riñó con el señor Nicolás Olmos, dueño de una cantina en una de las calles del Dr. Vértiz, y al pretender golpear á dicho señor hizo trizas un espejo. Flores resultó con algunas escoriaciones y uno y otro fueron enviados á la cárcel.
Los vasos rotos
Los pagará de seguro Plutarco Martínez quien en una fonda de la tercera de Lerdo, propiedad de la señora Virginia Madariaga, al pretender reñir con otros parroquianos, arrojó un vaso sobre otros y los hizo pedazos todos, y uno de los fragmentos lesionó á la niña Lucía Niño, por lo cual Martínez fue enviado á la cárcel.
CAL
*Se publicó de