Florentino Chávez. El tiempo y el esteta
Florentino Chávez.
Foto: Diario de Querétaro.
Diario de Querétaro
Carlos Campos
¿Quién es él? De condición ciudadano y de convicción docente y creador y poeta. Nacido en nuestra ciudad en 1942. Con una cantidad mayor a la decena de libros (poesía y narrativa) en su haber. Pluma itinerante que conoce su propio conflicto ético y estético, que no desdice el recorrido de su inicial naturalismo a la predilección de la finura evocativa que provoca la imagen. Incertidumbre, evanescencia, la mirada de soslayo y el asombro salvaje, la ficción y la pugna con el lugar común de la realidad aparente… es lo que, como mínimo, se ha dicho de su obra. La búsqueda del aforismo del instante narrativo a partir del regionalismo diletante.
Hombre de historias, con timbre de voz terso y enjuto: camina en mitin, hacia 1965, al lado de Efraín Huerta, Thelma Nava, Alejandro Aura, Andrés González Pagés, Pablo Cabrera, Felipe Koh Canul…; camina jubilado (de júbilo) tras veinte años de servicio académico en la UAQ y con la implacable realidad manifiesta del saberse añejo; camina laureado con la presea «Germán Patiño Díaz» en aquel tan cercano 2005, año en que, a iniciativa de Miguel Aguilar Carrillo, le fue reconocida su trayectoria como profesor y poeta; camina y cuestiona duramente, en ese mismo año, a la organización e invitación parcial que se hizo a los autores queretanos para asistir a presentar libros en la XXVI Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería: «los organizadores no tienen ni idea de los que es una Feria Internacional» comentaba al conocer el programa de la feria. Camina. No tarda en llegar al café de siempre, del fondo.
Recuerda que hace casi cuatro años le profería a Alejandro Guillén León, en entrevista para BARROCO (Domingo 27 de febrero de 2005), que «la poesía no está explícita al poema o a la letra impresa, es vital, anda por las calles, anda desnuda, anda en discos sencillos». En entrevista realizada, unas horas después de la toma de posesión de Barack Obama como presidente de los Estados Unidos, para el autor de Bitácora de albatros «hace cuatro años todavía teníamos a Bush… afortunadamente hoy lo despedimos, aunque la mayoría de esta generación está como él: sin empleo». Revira hacia la creación y sentencia: «en la poesía, tal vez allí llegó mi creación, en esa época. Ya a partir de esa época lo que he estado haciendo es reescribir, borrar, corregir… creo que es importante ser ante uno mismo. Pero ya que eres, la única forma de seguir siendo es hacer bien las cosas. Creo que la escritura cada vez te invita a que realices con mayor calidad el oficio de la creación».
«Hay una etapa que es la más rara de la creación, pero también la más fácil, Cuando estás en ella es lo normal, pero una vez que desafortunadamente sales de ella no siempre se mantiene la creación. Suceda por medio de pequeños vestigios y señales, más o menos como el nacimiento de una flor. Una vez que sucede hay que trabajar».
El título de su nueva obra El tiempo esteta y las florecillas del trébol (Fondo Editorial de Querétaro, 2008) seguía siendo un enigma para su propio autor: «yo me enteré de la aparición de este nuevo libro el domingo; yo pensé que ya no salía por la reducción de los presupuestos. Este trabajo desde que lo entregué no lo he vuelto a ver, ni para su corrección». Pero desvela la inclusión de la entidad fundadora: «creo que el personaje es el tiempo y el espacio, es el aquí pero de varios atrases, porque son diversas las voces que se congregan para testimoniar el lugar desde distintos ángulos, y esa es la temática: el lugar y los espacios»:
El recorrido por dichos espacios abiertos, cerrados, húmedos y secos, un hábitat imaginario donde radica «envuelta la ciudad en sombras siderales, como si nunca más fuera a amanecer», donde «yace la ciudad ensamblada en los pórticos de la noche virreinal», de la soledad del desierto hacia la apertura del mar, es para su autor «una forma de volar para los de Tierra Adentro, añoramos demasiado el mar o, cuando menos, estamos navegando mentalmente, eyaculando en el mar, dentro del mar de la relación amorosa».
En El tiempo esteta… su autor dispone «textos dispersos que corresponden al principio de lo mismo, la identidad de la región, con excepción del último. El tiempo me dio la impresión de que era un esteta sin compasión, sin piedad. Yo veo a una amiga después de algunos años y me dice: ‘¿no te acuerdas de mí?’, el tiempo me revela a alguien que conozco pero también que desconozco… pero el tiempo esteta es también un gran cirujano que nos purga las heridas».
Los personajes que dilapidan encuentros y situaciones en El tiempo esteta… «son tan al margen de la historia, no tienen nada que ver con la hoja de la sección de sociales ni con posturas académicas, es gente aparentemente sin historia, ágrafa, del pueblo pero urbana». En otros casos las situaciones urbanas donde convergen estos personajes, que existen en la memoria y en el tiempo recobrado, evocan las constantes polémicas entre lo tradicional y la alteridad del personaje ajeno, inserto por consecuencia y marginal por convicción («Transpiro interrogantes incógnitas, propias del eterno estudiante: Uno fuera de las aulas, es un extraño en sí mismo»).
Nuestro entrevistado recula la postura y reconoce al icono «no hay comparación entre lo que hizo Francisco Cervantes y lo que hacemos el resto, precisamente hace cuatro años le dije a Alejandro: ‘A ver si ahora que ya no está Pancho nos voltean a ver’ (ríe); Pancho era una creador universal; yo me quedo aquí en la región». Y ante la figura del monolito, nuestro entrevistado asevera: «No va por ahí la competencia, no hay riña. El buen creador no te hace sombra, al contrario, te ilumina, te marca el camino aunque no lo creas o lo veas, y no es porque el gran creador lo quiera marcar, sino que obedecen fielmente a ese espíritu que lo rige, como Cervantes, como Paz, como Fuentes…»
A las generaciones emergentes de nuevos creadores «no les hace falta acudir a la influencia, con ellos mismos se bastan, los textos que he leído de nuevos creadores gozan de una combinación espiritual muy rica, muy variada, desde todas las vertientes del arte… anda muy bien la generación», apunta.
Sabedor de su tiempo, de su memoria, de su espacio, el autor revela: «la poesía se consume en dosis casi de arsénico, casi milimétricas… por algún tiempo sentí que la literatura era lo más natural en la vida, pero no lo es tanto. Escribir ya es una de las artes más tardías, estamos en el crepúsculo de la hoja manuscrita, donde los tirajes no deben de ser ya tan voluminosos».
Se le pregunta: ¿Se vive de la poesía?, lacónico contesta: «se vive en, por y para la poesía, pero no todos podemos ser estrellas, en la poesía necesitas, como en el fútbol, un representante… si no, ¡ni los Gallos Blancos te vienen a buscar!»
El esteta es Florentino Chávez y El tiempo esteta… es el tiempo recobrado de Florentino Chávez, ilustre en fondo y forma, lúcido de tiempos y espacios: «¡Si existe el infierno, es…. de chile! Desde entonces juró que en su vida, volvería a trabajar con sus manos. Y lo cumplió».