Carlos Montemayor participó
en el foro de escritores
en homenaje a Ernesto Cardenal
Las reformas recientes al Código Penal “criminalizan la inconformidad social”
Se reabre, “de facto, la puerta del delito de disolución social”, alerta el ensayista en Jalapa
El cantautor cubano Silvio Rodríguez saluda al poeta nicaragüense Ernesto Cardenal en el contexto del encuentro de Jalapa, en el cual se rinde homenaje al revolucionario sandinistaFoto Sergio Hernández Vega
Arturo García Hernández
Carlos Montemayor –escritor, filólogo y analista político y especialista en temas de seguridad nacional– advirtió que la definición de terrorismo que se incluye en las reformas al Código Penal aprobadas recientemente, criminalizan la inconformidad social y, con eso, de facto, se abre “una puerta que ya habíamos cerrado: la del delito de disolución social.”
En Estados Unidos –refirió el autor de la novela Los informes secretos– se define al terrorismo como el ataque indiscriminado de contingentes armados nacionales o clandestinos, en contra de civiles y no a grupos combatientes. En cambio en México las reformas mencionadas señalan como terroristas a aquellos que por medio de distintos tipos de armas “produzcan terror o temor en la sociedad” y presionen a las autoridades para tomar decisiones en una determinada dirección.
Que la criminalización de la inconformidad social parece estar entre los propósitos del actual régimen, lo demuestra la represión ejercida en Atenco en mayo de 2007 y el proceso legal y las desproporcionadas penas en contra de los líderes del movimiento.
Se trata, añadió, de un retroceso a prácticas que parecían desterradas.
Y sugirió: “terror puede ser el que produce el Ejército ahora desplegado en todo el país, el que produce la policía en el Distrito Federal, los secuestros seriales, el narcotráfico”.
Regreso del México viejo
Carlos Montemayor advirtió lo anterior ayer, durante su intervención en el segundo Encuentro de Escritores por
En el auditorio del Museo de Antropología de Jalapa, el escritor chihuahuense leyó un fragmento de Los informes secretos (cuyo tema es la vigilancia de los activistas sociales por el poder político) y contó cómo llegaron a sus manos los documentos en que se basó para escribir la novela.
En la sesión también participaron el escritor chiapaneco Eraclio Zepeda y Mario Muñoz, crítico literario y profesor de tiempo completo en
Ante el talante memorioso de los textos leídos, aunque diferentes por completo en el tema y el tono, una mujer entre el público preguntó con cierta nostalgia sobre el México que “se va”.
Carlos Montemayor atajó: “no se va: la corrupción política de las elites en el poder, por ejemplo, no se va, se renueva, de manera que no creo que podamos partir de que ese México se va; si ahora presionar a la autoridad para que tome una decisión es calificada como terrorismo y puede ser criminalizada la inconformidad social, quiere decir que “está regresando una parte de ese México viejo que usted dice que ya se fue.
“Creo –sostuvo– que cada generación tiene su tarea propia y cada generación tiene un compromiso con su propia dignidad y su propia reconstrucción social.”
En la medida en que cada generación renueve su compromiso en ese sentido, “podremos seguir esperando el mejor México, uno que no ha llegado, el que quisieron nuestros abuelos, el que quisieron nuestros padres, el que nosotros quisimos, el que ahora mi hijo o mi nieto están pidiendo que llegue”.
Riesgosa corresponsabilidad
A otra pregunta del público, Montemayor expresó su preocupación por el actual interés que muestra el gobierno de Estados Unidos hacia lo que pasa en México, sobre todo en relación con el narcotráfico: “Fue una fortuna que Bush, que estaba masacrando afganos e iraquíes, no volteara la mirada hacia nosotros; el día que lo hagan, mal nos puede ir”.
En ese sentido, señaló que muy mal deben andar los servicios de inteligencia estadunidenses que, por ejemplo, cuando encuentran narcotúneles, éstos sólo tienen un agujero y ese agujero siempre está del lado mexicano.
Otro ejemplo: en la “deslumbrante operación” mediante la cual las autoridades estadunidenses apresaron a más de 700 trabajadores del Chapo Guzmán, resulta que ninguno de ellos tiene socios en Estados Unidos: “Algo está fallando en sus sistemas de inteligencia que solamente te dan cuenta de los delitos en México”.
Ahora viene Hillary Clinton y el gobierno federal al parecer está aplaudiendo la corresponsabilidad del gobierno de Estados Unidos: “deberíamos tomarlo con cautela e incluso diría que estar temiendo esa corresponsabilidad.”