Los Zoques De Tuxtla
El Heraldo de Chiapas
Te’ Tonguy Etzé: El Baile de las Espuelas
«La música que acompaña al tonguy etzé la ejecuta un dúo que toca jarana de 14 cuerdas y guitarra sexta; anteriormente era un trío pues los acompañaba un violinista. Y es probable que todos los 12 sones que componen esta danza tuvieran un nombre, pero hoy día sólo se recuerdan algunos, tales como: ‘El quiebra cacao’, ‘Los dientes de vieja’ y ‘Te saco sangre’. Pero lo que caracteriza al baile es que los hombres llevan botas con espuelas que hacen sonar al cambio de cada compás y cada son», comenta Leopoldo Gallegos, maestro músico tradicional
El baile
El tonguy etzé ha sido uno de los bailes tradicionales más populares entre los zoques de Tuxtla, además es el único que bailan hombres y mujeres en parejas. Durante su largo recorrido por las calles de nuestra ciudad llaman la atención de las gentes de Tuxtla el sonido de las espuelas, el vestuario colorido y la música de cuerdas que contrastan visiblemente con los modernos edificios y el intenso tránsito vehicular que, por momentos, es interrumpido por este pequeño grupo (cuasisurrealista) que lucha tenazmente por conservar sus antiguas tradiciones y que parece estar fuera de lugar en su propia ciudad. Pues bien dice una conocida canción «las ciudades destruyen las costumbres».
Pero el jueves 18 y tal como fue costumbre anteriormente, el tonguy etzé se «levantó» (inició) en casa del maestro baile Gonzalo Gurría, en la 7ª Sur y 7ª Poniente, con la participación de 12 hombres, tres niños, siete mujeres y dos músicos; se ofreció pozol blanco y el desayuno antes de iniciar el baile y el recorrido del día jueves 18, que se realizó por la zona sur poniente visitando casas de familias tradicionalistas y, aunque muchos de ellos ya no participan, tuvieron familiares que fueron parte importante de nuestras tradiciones.
Luego la danza inicia su recorrido en la casa de la familia Vázquez Galdámez, familia López Jonapá, seguimos a casa del anterior maestro pitero Ramón Chacón en la 4ª Sur y 9ª Poniente (aunque aquí no se bailó por estar cerrada), la familia Martínez Nopinjamá, en la ermita del Cerrito, luego en casa de doña Panchita Rosales (anterior maestra del yomoetzé y fallecida hace 16 años), continúa en la ermita del Cerrito, con la familia Ballinas, la familia Rodríguez Alias.
Pero en las casas de las familias Chandoquí, Jonapá y de doña Trini Alias Tondopó (también estaban cerradas), luego continuamos con la familia Ovilla y la familia Cameras, en la Calle Central y 10ª Sur, desde donde salimos para llegar a las casas de las hermanas Flor (actual maestra del yomoetzé), Rosa (albacea de la Mayordomía) y Esperanza Velázquez Estrada, actuales priostes del Santísimo.
El baile continúa en casa de don Luis Alias, quien nos brindó unas sabrosas botanas, de ahí iniciamos el regreso pasando por la casa de doña Elenita Vélez (+), con la familia de Juan Ramón Álvarez, quien es danzante tradicional; seguimos en casa de don Cecilio Hernández que participa con su hijo y nietos en esta danza, para luego terminar en casa del primer baile, Gonzalo Gurría, casi a las 8:00 de la noche.
El viernes continuó el recorrido por la zona norte poniente y en varias casas, como la de doña Gloria, de la tía Amelia (+), de Rafael Jiménez Hernández, de don Víctor Aquino y doña Tomasa anteriores albaceas, de don Manuel de la Cruz y otras más, y aunque no pasamos por todo donde hubiéramos querido, afortunadamente regresamos temprano porque dos cuadras antes de llegar a casa del primero para rematar el baile, inició una fuerte lluvia que, si nos hubiera agarrado en la calle, nos hubiéramos mojado.
Como anécdota el año pasado, al pasar por la 15ª Sur y 1ª Oriente, se nos acercó una señora de edad avanzada y de notada pobreza que nos dijo: -«¿A quién se le entrega la limosnita? Pero como íbamos por la calle le preguntamos si quería que pasáramos a su casa, a lo que ella contestó: «-¡No, no vivo por aquí, sólo quiero darlo porque así se hacía antes y porque me dio gusto ver que no se acaban nuestras costumbres!»
Cada día es más difícil mantener vivas las danzas tradicionales zoques en nuestra ciudad y los motivos son muy variados, como no tener tiempo por el trabajo, los estudios o el cuidado de los hijos y nietos. También el no tener vestuario o porque cansa mucho caminar y bailar todo el día.
Así también porque quedan pocos músicos tradicionales o quien organiza, aún con la cooperación de algunos danzantes, no puede costear la alimentación de los bailadores y el pago de los músicos. Pero de una u otra forma cada año son menos gentes que participan y si esto continúa así en algunos años más estas danzas sólo serán parte de nuestra historia.
Por eso queremos dar las gracias a todos los músicos y danzantes zoques que participaron en el tradicional baile del tonguy etzé, hombres, mujeres, jóvenes y niños que dejando por un momento sus labores cotidianas luchan por preservar, en los hechos y no sólo de palabra, las antiguas tradiciones y costumbres, parte primordial de nuestra milenaria herencia cultural zoque de Tuxtla.
De igual manera agradecemos a quienes nos reciben en su casa y nos brindan agua, un bocadito y la «limosnita» que sirve para completar los gastos, como sucede en cada uno de los cinco bailes que recorren los domicilios de familias tradicionalistas, sobre todo en la parte poniente (norte y sur) de la ciudad. Tizcotá.