La calle de Hidalgo y los abogados de Pachuca
En el patio de la Casa Colorada, el Día del Abogado, en 1960, asistieron, para la imagen del recuerdo, los licenciados en Derecho de esa época.
Foto: El Sol de Hidalgo.
El Sol de Hidalgo
Sara Montes
Cronista de Pachuca de Soto
La calle Hidalgo es una de las más antiguas de Pachuca y corre desde el portal de la Plaza de la Constitución hasta el llamado Parque Hidalgo. En sus primeras cuadras se encuentran principalmente comercios que, mientras avanzamos sobre la arteria vial, dan paso a infinidad de casas y construcciones antiguas, muchas de las cuales se han conservado en buen estado. Casi al final, podemos observar una edificación muy importante, que destaca por su original y añeja arquitectura.
Ésta es la llamada «Casa Colorada», que fuera la hacienda del Conde de Regla, cuya construcción data del siglo 18. Su estructura presenta una austera fachada color rojizo, de donde toma su nombre. Este emblemático edificio contaba originalmente con un patio interior que desafortunadamente fue mutilado. Una de sus mejores características, lamentablemente ya desaparecida, eran sus arcos de estilo gótico.
En 1886, el gobernador Francisco Cravioto gestionó la adquisición de este edificio para instalar las oficinas judiciales. En él se acomodaron el Juzgado Civil, el Archivo, el Registro Público de la Propiedad, la Sala de Plenos, la Presidencia y las oficinas de magistrados.
Esto originó que alrededor de este edificio se instalaran, a través de los años, bufetes de abogados litigantes, los cuales circulaban diariamente por esta calle que se volvió tradicionalmente relacionada con cuestiones judiciales.
Hablando concretamente de la década de 1940, en la casa se hallaban las siguientes dependencias públicas: Tribunal Superior de Justicia, Juzgados Civiles, Juzgados Penales, Juzgado Conciliador, Junta de Conciliación y Arbitraje, Procuraduría General de Justicia del Estado, Agencia del Ministerio Público y Policía Judicial.
En relación con los muchos abogados que caminaron por tantos años por la Calle Hidalgo, y como una forma de honrar su memoria, el Licenciado Carlos Zamora López, abogado litigante por más de 50 años, nos refirió los nombres y domicilios de algunos de ellos, la mayoría ya fallecidos: César Becerra: Hidalgo 82; José Delgado Hidalgo: Hidalgo 98; Ignacio Blancas: Hidalgo 61; Amador Castañeda: Hidalgo 56; Juan Manuel Delgado: Hidalgo 78; Filiberto Esquivel: Hidalgo 68; Francisco Gil: Hidalgo 38; Luis Pérez Reguera: Hidalgo 28; Gustavo Quiroz Barranco: Hidalgo 46; Horacio Ramírez Reyes: Hidalgo 412; Antonio Montes Juárez: en la esquina que forman las calles de Hidalgo con Chapultepec, ahora Ángela Barrientos; Samuel Arias y Soria: Hidalgo 604; Raúl Arias y Soria y Delfino Escamilla: Hidalgo 608; Roberto Arias y Soria: Chapultepec 105, actualmente Ángela Barrientos; Lisandro Alvarado: Hidalgo 709 Esq. con cerrada de Hidalgo; Rubén Licona Ruiz: Hidalgo 801-A, en este despacho estuvo también Enrique Gutiérrez Escobedo y después el propio Carlos Zamora López.
En el domicilio anterior también despachó Armando Rubio Valderrama y cuando falleció se hicieron cargo del mismo Carlos Rojas Vigueras, así como el matrimonio formado por Mireya Martínez y Josué Hernández Muñoz.
Un personaje muy conocido, Alfonso Arriola, llamado cordialmente «Arriolita», tenía su despacho en Hidalgo 807, donde existía una vecindad y después se instalaron las oficinas del Archivo General del Estado y actualmente las del Patrimonio Inmobiliario y Archivo.
Compartieron oficinas en Hidalgo 890, altos, los abogados Jesús Ángeles Contreras, ya fallecido, y Julio César Urbina, quien aún ejerce su profesión en la Ciudad de México.
También por el rumbo compartieron despacho los licenciados Lisandro Salinas Baños y Alejandro Straffon Arteaga, en Arista 203, donde estuvo inicialmente la escuela de Derecho; Oscar Martínez Mendoza y Gabriel Islas Vázquez, en Hidalgo esquina con Chapultepec.
Todo lo anterior nos sirve para conocer una etapa de la historia de esta tradicional calle y del vetusto edificio que hoy da lugar a una escuela de turnos matutino y vespertino.
Alguien escribió alguna vez que en la añeja «Casa Colorada», al final de la calle Hidalgo, seguramente cuando todo está en calma, resuenan los tecleos de las antiguas máquinas de escribir y se escucha el murmullo de las voces de los abogados, de las secretarias y de todos los que intervenían en los asuntos judiciales de aquel entonces. Quizá sus paredes guarden por siempre los secretos de tantos litigios habidos a través de tantos y tantos años