Pachuca, desde la vista del Caminante
Desdeun Torreón de la hacienda de la mina San Buena Aventura, importante sitio minero, Zenón Rosas, el caminante, muestra esta herencia que aún se encuentra en pie.
Foto: El Sol de Hidalgo.
El Sol de Hidalgo
Aída Suárez
Pachuca y sus habitantes viven de los vientos que llegan del norte y, literalmente, se cuelan por la Barranca del Tulipán. Desde ese sitio se observa la ciudad, su crecimiento, su origen.
Zenón Rosas Franco, caminante, explorador, escalador de alta montaña, conoce ese lugar como la palma de su mano. Afirma que es el más bello de Pachuca, pero también de los más peligrosos, porque se encuentran ahí, al descubierto, gran parte de tiros mineros.
Parte de los vestigios de la mina San Buena Aventura, son testimonios de la labor minera que se desarrolló desde el subsuelo de los cerros de la Magdalena y San Cristóbal.
Desde ahí pueden verse hundimientos de las vetas El Tajo, Maravillas y Tulipán.
El caminante ha ido descubriendo e investigando, sin ser historiador. Hoy sabe, dice, del patrimonio que dejó la explotación minera.
Su dedicación en el senderismo, escalada de media montaña, en hielo y roca, todos ellos deportes al aire libre, lo han llevado a profesionalizarse en el rescate de personas perdidas entre oquedades, fundos y cañadas.
Su afición lo llevó a concretar su forma de vida. Si no es el único, es de las pocas personas que se dedican a esta labor. Zenón dice: «Es una gran satisfacción hacer de mi trabajo lo que me gusta, y de hacer de mi hobby mi trabajo. Creo que de algo ha servido todo ese tiempo que he estado de vago, recorriendo cerros, localizando tiros, vetas y ahora atender accidentes y realizar trabajos de rescate de personas».
DE RESCATISTA A EXPLORADOR DE MINAS
Zenón Rosas es jubilado de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural. Es instructor de rescate en una organización policiaca.
Desde temprana edad gustó de ir a las montañas, a los cerros. Le inquietaba saber qué había atrás de los cerros. Así exploraba, durante horas y días, kilómetros y kilómetros, y desde lo alto veía crecer Pachuca.
Sumó 35 años de realizar deportes de montaña. Al observar e investigar importantes oquedades en gran parte de los cerros, supo que se trataba de tiros de minas.
«En ese momento entendí que los cerros están cuajados de minas. Pachuca es una ciudad que se hace por los fundos mineros, desde 1500 hasta el siglo pasado que cerraron las minas».
Hasta el momento ha localizado más de 60 tiros de mina, sus condiciones, los que están a la vista y los que han sido cubiertos.
Le interesó desde la vida del minero hasta la localización de las vetas y los tiros. Los laboríos están dentro de la misma ciudad. Muchos años después nació la ciudad. La ciudad los absorbió.
Lugares tan conocidos como el barrio El Arbolito, donde se hundió el patio de una casa, o el Teatro San Francisco, donde existe un tiro de mina que no tiene ningún riesgo, pero da la idea de cómo la ciudad se ha ido construyendo.
Protección Civil ha detectado todas las zonas de riesgo.
Y en su labor de rescatista, recordó que hace 15 años dos personas bajaban del Cristo Rey, parece que con más alcohol de lo que su gravedad podía sostener, y cayeron a un tiro de mina que tiene más de 400 metros de profundidad. La gente tiró basura en ese tiro y a unos 80 metros sirvió de colchón. La mujer vive; su compañero murió. A raíz del accidente, el lugar está cercado, al igual que varios del rumbo.
Todos los tiros que están en el cerro Santa Apolonia están protegidos. La mitad de los que están ubicados en la barranca de Camelia, también. La mayoría de Mineral de la Reforma, igualmente.
LA MAGIA DE LA BARRANCA DEL TULIPÁN
Un lugar favorito para Zenón es la Barranca del Tulipán, que sale del barrio El Arbolito y que va serpenteando hacia El Cerezo. «Es riesgoso, por la cantidad de aberturas en las rocas, por los mismos laboríos mineros. Es un lugar bellísimo, de magia, pero poco comprendido, porque es un basurero, la gente tira material de construcción, está abandonado, pero sus ruinas son impresionantes, nos habla de lo que fue la minería en Pachuca», señala Zenón.
Desde ahí son visibles los hundimientos de varias vetas.
La veta donde es más notoria la explotación minera es la de El Tajo y donde incluso se encuentra la inscripción 1872 en el marco de la puerta de las ruinas. El Cristo que también fue explotada por la mina de Calderona.
La Veta Maravillas se encuentra entre las ruinas de la mina de San Buena Ventura, Navarro y Pabellón.
La Veta Tulipán está al sur de las dos anteriores; se localiza en la presa Rompepicos. A un costado de la cortina se halla el tiro del mismo nombre. Una de ellas une con la Veta La Vizcaína.
Precisamente Juan Manuel Menes Llaguno, cronista del estado de Hidalgo, explicó en una conferencia que el glifo de la capital hidalguense es una representación prehispánica que obedece a la topografía del lugar, es un cerro cortado por un río; es decir, una cañada que se asocia a uno de los posibles orígenes de Pachuca.
Es exactamente el sitio del que habla Zenón y donde se muestra la explotación minera a mucha escala, que hoy se encuentra en el abandono. La gran interrogante es quién tiene el deber de proteger y señalizar su existencia.
ENCUENTRO CON LOS CORNISH
En julio de 2008, cuando los Cornish visitaron Pachuca, desde Cornwall, Inglaterra, pidieron acudir a la mina de San Pedro, ubicada en el cerro de Santa Apolonia. Es una casa de máquinas de vapor que casi está intacta. «Me impresionó que ellos tienen detectados estos sitios y nosotros no lo sabíamos. No conocía la magnitud de ese impacto histórico».
Explicó que a partir de la llegada de los mineros Cornish, en 1825, la Comarca Minera fue el origen de la Revolución Industrial en América, por los asentamientos de las máquinas de vapor que trajeron consigo, primero para desaguar las minas y después usaron la fuerza para mover los malacates.
Las mismas estructuras existen en las minas de Xotol, San Francisco, Corteza, Ex Hacienda de Guadalupe que aún existe la chimenea.
En la Barranca del Tulipán buscó alguna pista de existencia de chimenea y, efectivamente, ahí hubo máquina de vapor y descubrió dos lugares donde pudieron haber existido. Los Cornish le han aportado información que ya ubica en los sitios exactos.
Algo extraño es que cuando visitaron la mina de San Pedro, una familia que vive ahí y se dijo dueña del lugar, requirió autorización para entrar al lugar. También la mina de Corteza tiene vecinos, pero se ignora por qué están viviendo ahí.
Hoy, la actividad minera está totalmente parada.
Por los hundimientos, se cae hasta las entrañas de la tierra. Se llega a un infierno bonito parafraseando a Félix Castillo el «Gato seco». Por trabajar a 40 metros o más debajo de
la tierra y la rica tradición histórico, cultural y de costumbres que representa para esta Pachuca.
«Para mí eso es Pachuca; ahí nace, con las minas. En esas cavernas, oquedades y ahora está en el absoluto abandono», señala Zenón, el caminante.