Por Jaime Septién
Gracias… este esfuerzo periodístico no podría ser posible sin el apoyo de nuestros obispos, sobre todo de don Mario de Gasperín Gasperín, obispo de Querétaro y padre espiritual del semanario, por nuestros sacerdotes y por la comunidad de lectores, bienhechores, anunciantes, movimientos, grupos y fieles en lo particular.
Con la ayuda infinita, constante, amorosa, de Dios, llegamos en este número a cumplir nuestro 14 aniversario. Desde aquel 16 de julio de 1995, día de Nuestra Señora del Carmen, hasta hoy, no hemos faltado ni una sola semana a nuestra cita con usted, amabilísimo lector de El Observador.
Este esfuerzo periodístico —realizado por laicos al servicio de la Iglesia— no podría ser posible sin el apoyo de nuestros obispos, sobre todo de don Mario de Gasperín Gasperín, obispo de Querétaro y padre espiritual del semanario, por nuestros sacerdotes y por la comunidad de lectores, bienhechores, anunciantes, movimientos, grupos y fieles en lo particular.
Coincide con el inicio del año sacerdotal. En comunión con el Santo Padre, nos encomendamos a las oraciones de los sacerdotes y, al mismo tiempo, rezamos por ellos, para que juntos podamos seguir dando frutos de santidad a México. Los necesitamos santos y que nosotros seamos, también, ejemplo de santidad.
También nos encomendamos a las oraciones de los monasterios a donde llegamos con El Observador. La vida consagrada a escuchar la respiración, el ritmo de Dios, nos da el impulso para seguir adelante, no obstante las obvias dificultades que enfrentamos en la economía cotidiana del periódico.
Mil gracias a todas y a todos. Es un verdadero gozo construir con ustedes este ejercicio semanal de periodismo católico. Es un orgullo que apenas si nos cabe en el corazón decir que somos católicos y que, porque lo somos, seguimos adelante, remando mar adentro.