La excomunión de Hidalgo |
Escrito por J. Jesús García y García | |
LA IGLESIA Y LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO
Se propaga malévolamente una falsa excomunión de Hidalgo (parte segunda) Por J. Jesús García y García Intrépidamente doña Laura y los blogueros afines (muchos de ellos se proclaman masones) interpolan la falsa excomunión en la causa de Hidalgo porque amplifica notablemente la impiedad con la que habría actuado en el caso la Iglesia católica. ¿Se vale eso? No, pero sirve («miente, que algo queda», decía Goebbels parodiando, según parece, a Maquiavelo). El estudio «Las peripecias de una extraña ‘excomunión’ medieval», que publicó el padre Fernando Pascual en Catholic net, nos ilumina. Define la excomunión: una sanción penal de la Iglesia que se aplica ante pecados de especial gravedad; pena severa, ciertamente, pero también pena medicinal, pues se trata de curar y de ayudar a quien ha cometido el delito. Y nos relata que en Rochester, Inglaterra, el obispo Ernulfo (1040-1124) preparó la edición de numerosos textos eclesiásticos y jurídicos de Inglaterra y de su propia sede episcopal (Textus roffensis), entre los cuales hay una excomunión, redactada de modo impersonal, a manera de machote o formulario con espacios en blanco para rellenar, de la cual no sabemos si alguna vez fue aplicada en una situación concreta, pero que no quedó abandonada en los archivos de Rochester sino que, recogida y divulgada como un curioso escrito del pasado, todavía se publicó en volumen en el siglo XIX. Todo indica que alguien —¿ya en el siglo XX?— hizo reaparecer aquella excomunión para aplicarla al juicio de Hidalgo, pero suprimiendo este importante remate: «…a no ser que se arrepienta y ofrezca justa reparación». Porque «la excomunión y las maldiciones de este texto dejarían de aplicarse sobre un infractor si hace penitencia y repara su culpa», subraya el padre Pascual. Acerca de don Miguel Hidalgo y su lucha por la independencia han escrito, en forma monográfica o como parte de un estudio más amplio, entre otros: Alamán, Altamirano, Bravo Ugarte, Bulnes, Bustamante, Castillo Ledón, Cué Cánovas, Mariano Cuevas, Juan N. Chávarri, Ezequiel A. Chávez, Alfonso García Ruiz, González Obregón, José María Lafuente, los hermanos Méndez Plancarte, fray Servando, José María Luis Mora, Pereyra, Agustín Rivera, Justo Sierra, Alfonso Toro, Ernesto de la Torre, Vasconcelos, Alejandro Villaseñor, Luis Villoro, Zamacois, Zavala y Zerecero …y que me perdonen los que omito sin querer. Ninguno de ellos (los hay de todas tendencias) usa en momento alguno el texto de la «excomunión roffensis», es decir, la apócrifa de que vengo hablando, a pesar de que algunos de ellos hubieran encontrado verdadero gozo en ello. Si no la usan es porque nada tuvo que ver en el asunto de Hidalgo. Además, se conserva una muy considerable cantidad de papeles referentes al cura de Dolores, y para ello no hay más que consultar las compilaciones documentales que hicieron Juan E. Hernández y Dávalos, Carlos Herrejón Peredo y Antonio Pompa y Pompa. La «excomunión roffensis» no aparece. |