La Excomunión de Hidalgo:ElObservador

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Escrito por J. Jesús García y García   
LA IGLESIA Y LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO

Image Se propaga malévolamente una falsa excomunión de Hidalgo (parte primera)

Por J. Jesús García y García

Un fraude histórico que algunos se tragan por ser ingenuamente crédulos y otros por ser ciegamente religiófobos se viene difundiendo profusamente ante la cercanía del segundo centenario de la iniciación de la independencia nacional, con el deseo insano de que la Iglesia aparezca como una loca furiosa, carente de todo sentido de la caridad.

Vayamos por partes: en los blogs y páginas diversas de internet en las cuales se da cabida indiscriminada a opiniones de los lectores llevamos alto riesgo de desplegar, sin quererlo, una sarta de frases groseras y obscenas (leperadas, para darles nombre corto; y de la ortografía ya ni hablemos). Este desafuero se origina en un trastorno expresivo, hábito insocial (¿con raíces patológicas?), llamado «coprolalia», cuyo nombre deriva semánticamente del prefijo griego copros, excremento, heces, y del sufijo laliá, conversación.

Lo anterior es suscitado, en este caso concreto, por innumerables páginas electrónicas, como, por citar alguna, el blog de Laura Campos Jiménez, quien se hace llamar «historiadora por la Universidad de Guadalajara», el cual abre con la siguiente cita de Enrique C. Rébsamen: «No falsifiques la historia ni con la mejor intención, ni siquiera por patriotismo». Y resulta que doña Laura lo que hace es, precisamente, falsificar la historia, o trasladar, avalándolos, escritos cuya veracidad no es comprobable, lo cual viene a ser lo mismo. Y lo hace con la clara intención de despertar encendidas reacciones, a sabiendas de que promueve la coprolalia.

La señora Campos se suma a la extensa nómina de difundidores de una excomunión supuestamente fulminada contra el cura don Miguel Hidalgo y Costilla, declaración que ciertamente inspira repugnancia y vivo horror por increpante y demoledora… pese a ser apócrifa. Sobrecoge e indigna el lenguaje que en dicho «documento» se emplea, y no se puede creer que ese haya sido el lenguaje institucional de la Iglesia; apenas, si acaso, el particular de algunos eclesiásticos exaltados (que no faltaron, sospecho, en el ámbito de la Santa Inquisición). Júzguese esta muestra: «Sea condenado Miguel Hidalgo y Costilla, en dondequiera que esté. Que sea maldito en la vida o en la muerte, en el comer o en el beber; en el ayuno o en la sed, en el dormir, en la vigilia y andando, estando de pie o sentado; estando acostado o andando. Que sea maldito en su pelo, que sea maldito en su cerebro, que sea maldito en la corona de su cabeza y en sus sienes […] Que el hijo del Dios viviente, con toda la gloria de su majestad, lo maldiga. Y que el cielo, con todos los poderes que en él se mueven, se levante contra él. Que lo maldigan y condenen. ¡Amén! Así sea. ¡Amén!».

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