EN EL 50 ANIVERSARIO DEL MOVIMIENTO FERROCARRILERO
Agustín Escobar Ledesma
En marzo de este año se cumplió el 50 aniversario de la represión al movimiento ferrocarrilero encabezado por Demetrio Vallejo (1910-1985), trascendental suceso en la lucha por la democracia sindical. Para recuperar la memoria histórica de la huelga del gremio ferrocarrilero, realicé una serie de entrevistas a diversos actores sociales que participaron en aquel movimiento rielero, para el programa “La flor del corazón. Voz de nuestra comunidad”, que se transmite los sábados por Radio Universidad Autónoma de Querétaro.
Uno de los testimonios, pertenece a Hugo Gutiérrez Vega quien recuerda y describe al entrañable líder ferrocarrilero: “Demetrio Vallejo era un hombre sencillísimo, era un hombre de pueblo, un obrero, tenía facilidad de palabra, pero no pretendía utilizar palabras complicadas, hablaba con palabras llanas, lo entendían perfectamente sus compañeros, era un hombre de enorme sencillez, bondadosísimo, y de un valor a toda prueba, sin hacer alarde de ese valor, con ideas clarísimas de lo que quería, yo lo ubicaría en una izquierda democrática porque su proyecto era democratizador del sindicato pero su posición era obviamente de izquierda”.
Esquiroles incubados
En los sectores populares Demetrio Vallejo es recordado con admiración y cariño, sobre todo por los ferrocarrileros que participaron en aquella histórica huelga. Sin embargo en una sociedad conservadora como la queretana, el movimiento encontró resistencias que, incluso hoy en día se manifiestan. Por ejemplo, un jubilado que se desempeñó como empleado de confianza durante la huelga, apenas escuchó el nombre de Demetrio Vallejo se santiguó, se puso lívido, se exaltó y levantó el tono de la voz para decir que era un tema del que ni valía la pena hablar. Amenazó con llamar a Radio UAQ, para que censuraran el programa de los ferrocarrileros.
Otro caso es el de un esquirol que dejó su testimonio en un exvoto fechado en 1927, año que coincide con la huelga de los rieleros pertenecientes a
En el exvoto, que se encuentra en el Museo de los Milagros situado en el semidesértico municipio de Colón, Querétaro, el esquirol agradece la intercesión divina por haberlo librado de los huelguistas que lo atacaron. La representación plástica del exvoto, ofrendado por Juan Esquivel A. a
Los periódicos de la época descalificaban peyorativamente a Demetrio Vallejo con el alias de ‘El charro rojo’. La prensa, vendida como siempre, además tachaba a los huelguistas de comunistoides, agiotistas y gángsters; se daba vuelo llamándolos ‘resentidos por causas que no se han revelado’ y, en el colmo de la manipulación mediática, los hacía pasar como ‘dueños de edificios, camionetas y cadillacs’.
Por supuesto que estamos hablando de una época en la que el estado era gobernado por Juan Crisóstomo Gorráez Maldonado, el macartismo estaba en su máximo esplendor y la cacería de brujas había aumentado sustancialmente, sobre todo por el triunfo de
Los rieleros colocaron las banderas rojinegras del proletariado sobre los accesos de
En Querétaro los soldados disolvieron la huelga a mentadas de madre y culatazos echándole el guante al Comité de Huelga integrado por Alfredo Patiño, Ricardo Manuel Hinojosa, Ricardo Buenrostro, Casimiro Perrusquía Trejo y Fabián Arroyo Díaz. En la edición del 30 de marzo de 1959 el periódico El Nacional cabeceaba en sus ocho columnas: “El gobierno advierte, de una vez por todas, que nada en contra de la ley será permitido.” Una vez más, quienes sólo contaban con su fuerza de trabajo, quedaron sometidos al cabús de la sociedad.
Si alguien estuvo cerca de Demetrio Vallejo y el movimiento ferrocarrilero fue el joven Hugo Gutiérrez Vega, quien en el año de 1959 era líder nacional juvenil del Partido Acción Nacional, cuando este instituto político era encabezado por Adolfo Christlieb, Manuel Gómez Morín y Efraín González Luna.
Los jóvenes panistas de aquella época apoyaron al movimiento ferrocarrilero, lo que finalmente les costó la expulsión del PAN, además de sufrir la persecución gubernamental y la cárcel, tal como lo recuerda Hugo Gutiérrez Vega:
“Participé en grandes mítines a los que acudían miles de ferrocarrileros y sus familias, me acuerdo mucho de uno realizado frente a Palacio Nacional que colocaron la tribuna al lado del asta bandera y cuando me subieron a la tribuna para que hablara, volteo y veo una línea de ametralladoras frente a Palacio. Hablé, supongo que con la virulencia de costumbre, yo era vitriólico. De repente, al terminar de hablar siento que me levantan y voy en hombros de la gente hasta la esquina de Pino Suárez, ahí cuatro ferrocarrileros me toman del brazo y me llevan a la estación de ferrocarril y me ponen en un tren a Mérida porque había orden de aprehensión en contra mía. Llegando a Mérida, yo sólo, me recibieron dos policías amabilísimos y me llevaron a la cárcel.
“Estuve tres días encerrado. Me sacó un diputado panista que había desobedecido al PAN y había sido expulsado, Eduardo José Molina Castillo, que era miembro de la casta divina pero hombre muy decente, él logró sacarme de la cárcel, en donde las pulgas, que normalmente brincan, ahí no, ahí hacían caminitos, vi unas manchas negras que se movían eran pulgas, chinches, liendres.
“De la cárcel me llevó a un hotel que estaba a un lado del Teatro Fantastic, cerca de la plaza grande. Me esperaban dos ferrocarrileros, me dijeron véngase con nosotros, ya hablamos con George Price, Primer Ministro de Belice, cuando todavía Belice pertenecía a
“Regresé a México y tuvimos una reunión en Mexicali con lo que quedaba de la resistencia ferrocarrilera, ya muy golpeada porque en una noche, a las cinco de la mañana el ejército había tomado las sedes de todas las delegaciones del sindicato en toda la república en una operación relámpago, pero quedaban pequeñas células de resistencia. Fui a la célula de Mexicali y caí otra vez al bote. Ahí si fue muy feo porque hacía mucho calor, 50 grados a la sombra, estuve 15 días en la cárcel. Me acuerdo que Antonio Pérez Alcocer fue muy amable conmigo y se ofreció a otorgarme un amparo si yo lo solicitaba, pero en esos días llegó la amnistía de Adolfo López Mateos, nos amnistió a Nacho Arreola, Carlos Pineda y a mí, entonces regresamos a México, ya amnistiado pero claro, con problemas con la directiva del PAN, problemas que derivaron en la renuncia obligada y nuevos contactos con los ferrocarrileros porque quedaban pequeñas células de resistencia, Demetrio y Valentín estuvieron muchos años en Lecumberri”.
Que 50 años no es nada…
Entrevistado en la sala de su casa de Querétaro, ciudad de la que por cierto tuvo que salir huyendo de una enardecida y reaccionaria turba por haber rescatado de las manos del clero, en su breve periodo como rector de
“El último contacto que tuve con Demetrio y Valentín fue cuando salieron de Lecumberri, fuimos un grupo a esperarlos, esa ocasión le hicieron una entrevista de televisión en donde habló de la historia del movimiento. Ese testimonio es muy importante porque Demetrio anunció el proyecto del gobierno de liquidar los ferrocarriles. Ya sabía Demetrio que Hank González y otros millonarios políticos habían comprado flotillas de trailers para que dieran todo el servicio de transporte de mercancías y deprimieran hasta el extremo a los ferrocarriles. Ese fue el proyecto, manejaron el argumento de la incosteabilidad para privatizar y desaparecer los ferrocarriles desde aquel momento.
“Demetrio nunca fue del Partido Comunista, Valentín sí, era uno de los principales y más limpios líderes del comunismo mexicano. Ambos coincidían en una serie de cosas respecto a la necesidad de acabar con el corporativismo y de liberar a los sindicalizados del peso de la opresión de
“El movimiento de Vallejo tuvo para el sindicalismo más importancia de la que pensamos. Es el primer proyecto democratizador, existiendo todavía
“Demetrio fue un hombre excepcional yo pienso que todavía no lo valoramos lo suficiente. Lo ha hecho Elena Poniatowsca, quien ha escrito buenas cosas sobre Demetrio, pero necesitaríamos hacer un estudio más profundo, analizando sus discursos de sus intervenciones en reuniones sindicales y tendría que escribirse una biografía de Demetrio. Sé que Elena tiene el propósito de ampliar sus impresiones sobre Demetrio y de hacer una biografía, ojalá, sería muy importante para el sindicalismo de este país, una biografía rigurosa de Demetrio que incluyera una síntesis de su pensamiento”.
La flaqueza del ogro filantrópico
Ahora, a 50 años del movimiento ferrocarrilero, después de 15 de haber sido privatizados por Ernesto Zedillo Ponce de León, grandes sectores populares perdieron su capacidad de movilización, puesto que el ferrocarril representaba la única alternativa al alcance de sus precarios recursos económicos.