Santa Rosa de Viterbo
José Félix Zavala
Un Real Colegio
Un Beaterio
Un Templo
En el templo-oratorio, del Real Colegio de Santa Rosa De Viterbo, el gran artesano, Francisco Martínez Gudiño, dejó caer su imaginación sobre los retablos que cubren las paredes de este oratorio de Las Madres Rosas. Allí se dio la independencia, la desarmonía y el desequilibrio propio del barroco mexicano. Allí la fuerza riñe con la inmortalidad, y la razón con la emoción.
Es la vida eterna en medio de la alegría y de la luz, es el espíritu de la contra reforma, es Trento conciliar, es el esplendor de las órdenes monásticas, es la música de Palestrina, es la pompa y el ornato que fascinó a los pueblos mesoamericanos, son las fiestas paganas, es la presencia de los dioses; Es atraer, emocionar, convencer, conquistar al mismo tiempo, son lecciones de teología, es una gruta hecha oratorio.
Ignacio Mariano De Las Casas realizó los planos de este Real Colegio, lo mismo que el órgano barroco (1759) y el reloj de la torre con sus tres carátulas.
El templo es de una sola nave, en forma de cruz latina, coros: Alto y bajo, sacristía y anexos. Guarda la estructura de época de un oratorio de monjas, con la cancelaría que separa los coros de la nave, puertas de acceso laterales, enclavado en un pueblo indio típico del siglo XVll, con sus secreters hacia el claustro para las confesiones y soliloquios.
Es el sueño místico de las hermanas: Francisca de los Ángeles, Gertrudis de Jesús María, y Clara de
Se ofició por primera vez la misa sobre ese altar mayor, un tres de mayo de 1703. Mas tarde el Arzobispo de México Don José Lanciego, les concedió clausura voluntaria, reja en el coro, tapia alta, capellán y misa cantada los días festivos.
Llegó la cédula real de fundación un 2 de julio de 1728 y la ratificación pontificia de Clemente XII, un 21 de octubre de 1732, sesenta y dos años después de iniciado el sueño de estas tres hermanas alentadas en el principio por Fray Francisco Frutos y Fray Margil De Jesús.
Este Real Colegio de Santa Rosa De Viterbo, como toda obra admirable tiene su leyenda, está plasmada en un lienzo al óleo que guarda como en secreto la sacristía del oratorio, como un legado a las generaciones.
Es un óleo llamado Hortus Conclusus, donde en el centro de un hermoso huerto, Cristo pende de un árbol-cruz, es el árbol que se resistió a ser arrancado cuando se dio inicio a la construcción de este Beaterio, en el solar elegido.
Es un huerto, donde en el centro tiene una fuente de época – ochavada -, se entra por una puerta dintelada, se topa quien mira el óleo inmediatamente con
Un muro pequeño rodea el huerto donde las mujeres presentan la cotidianidad del Beaterio – la horticultura y el acarreo del agua- realizado por las sirvientas y las beatas, donde los rostros muestran la convivencia que adivina el paraíso, el Cristo que pende al árbol-cruz sangra del costado, mientras un ángel solícito recoge la sangre divina en un cáliz sagrado como fuente divina de la gracia y un letrero repite a San Juan Crisóstomo, a los lados una custodia y la fuente con leyendas del Cantar De Los Cantares, himno bíblico del amor místico, atrás del huerto se advierte el paraíso esperado por las huéspedes del huerto.
En este templo permanecen aún cuatro retablos de época, en lámina de oro del más alto kilataje, ornamentados con vegetales que no dejan espacio.
La fachada, los retablos, el púlpito, la bóveda, dan la imagen de la gloria desde el real Colegio y contrastan con la muerte definitiva, es la superación de Vignola, de Crescenzi, de Churriguera.
Es allí el lugar para ver y oír salir en las flautas, los clarines, los cornetines, las trompetas reales, los pífanos, los trombones, la gabela, la chirimía, la dulzaina, el sacabuche, el orlo, el rabel, la vihuela, y el atabal, la música en fuga de Bach.
“¿Que mágicas infusiones
Sor Juana Inés De
Los días 22, 23, y 24 de enero de 1752 del inicio del Beaterio, fue dedicado definitivamente el oratorio de las Madres Rosas, como se les conoció en Querétaro, la obra fue financiada por José Velásquez De Lorea, cuyo retrato esta en los anexos del templo
El más famoso pintor de la nueva España, Miguel Cabrera (1695-1768), dejó la muestra de sus obras maestras en este suntuoso oratorio para solaz y esparcimiento de la posteridad, junto a él también participaron Tomás De Noriega, Javier De Peralta, Diego De Sanabria, José De Páes y un Roldán, además de santeros, retablistas y ensambladores de la ya llamada “escuela queretana”, según decir de Francisco De
Así las grandes Cenobitas queretanas estuvieron en el Real Convento de Santa Clara, en el Real Colegio De Santa Rosa De Viterbo, El Convento de San José De Gracia llamado Capuchinas, El Beaterio de Carmelitas Descalzas y el Gran Convento de Las Teresas.
Este templo que orgulloso da fama a Querétaro, rompiéndole la monotonía a su trazo, desde sus portadas gemelas, sus botareles, la torre, siempre ágil, su cúpula y por dentro: El altar del perdón, El altar de la tribuna, los retablos monumentales a San José y a
Esta tarde, mi bien, cuando te hablaba
San Juan De