Entre el periodismo y la literatura
Foto: El Heraldo de Tabasco
El Heraldo de Tabasco
Jose Antonio Jimenez
¡No por favor no! ¡Suéltenme!-
Grita una y otra vez. Cada vez más fuerte, repitiendo esas mismas palabras con gritos de desesperación que emite desde un campo solitario en plena oscuridad de la noche.
<< ¡Dios mío, ten compasión de mí! >>
Suplica desde entre sí. Lo único que le pasa por su memoria, mientras el pánico invade su cuerpo al vivir en carne propia un martirio que la hace sufrir de terror.
-¡Auxilio! … ¡Auxilio! … ¡Auxilio!-
Grita sollozando, gimiendo, rogando. Sólo el viento la escucha, pero no le contesta. De aproximadamente 20 años, delgada, morena y de estatura mediana, esta jovencita es ultrajada cruelmente, visualizándose entre las penumbras del desértico, solitario y oscuro terreno, mientras padece la tortura que le propician los tres sujetos.
-¡Cállate… o te va peor!-
Frase corta, que acelera el temor y la angustia. Aniquila la esperanza de escapar. ….Aumenta el calvario y crece el suplicio.
-¡Cállate!-
Se escucha nuevamente.
La repite por varias veces uno de los sujetos, ella escucha y mata su cautela. Manosea, forcejea, patalea, se zafa y trata de correr, tropieza: de nuevo es remitida.
Cacheteada. Golpeada. Mancillada.
Lo que sufre, con el fin de cada uno de los tres varones, satisfagan su aberrante necesidad de esa manera tan cobarde, que asesina psicológica y físicamente.
Oscuro. Solitario.
Nadie pasa, ningún carro transita, sólo un perro callejero olfateando una bolsa de plástico tirada sobre la calle. La soledad reina la noche del 25 de mayo y los carriles de la avenida son dominados por el silencio. El viento enfurece con fuerza, con frío. Parece como un arma protectora para socorrer a la joven.
A metros de la playa, su corazón late a velocidad en aquel campo abandonado de la carretera Dos-Bocas, detrás de unos arbustos, envuelta en polvo y pasto que cinta su tragedia.
El dolor, la agonía y el sufrimiento son parte del amargo recuerdo y de la terrible experiencia que desde estos momentos sella para esta jovencita en su vida.
Horrible. Traumática. Tormentosa.
Así se puede clasificar a esta pesadilla, que de una o de otra forma invade y se plasma en el alma, el cuerpo y en la memoria.
¡Auxilio!. Nadie la escucha. Nadie la ayuda. Sufre. Llora. Se lamenta. Flaquea.
Cada minuto que pasa es de ansiedad, dolencia, trauma. Su mirada solloza y fija, No mira lo que le hacen los desalmados, pero se da cuenta de sus rostros que seguramente nunca olvidará.
Únicamente mira al cielo, mira la negrura de la noche, sin estrellas y sin luna que alumbre con su resplandor la ciudad.
<< ¡Ya no, por favor, ya no! >>
Pronuncia sigilosamente. Cansada. Débil. Devastada. Desmaya. Pierde el conocimiento. Cierra los ojos como si estuviese durmiendo. Agota sus fuerzas. La noción se le extingue. Se rinde.
El tormento culmina.
La satisfacción perversa y sádica de los tres sujetos concluye con sonrisas y con una palmada de manos entre ellos, como si ese fuera su saludo de triunfo o de colaboración. Corren. Escapan. Tres truhanes que permanecerán libres y que posiblemente nunca sean capturados.
Prófugos sin remordimiento.
Así como ellos habrá en todo el mundo más caminando felices por las calles, buscando otra oportunidad para ejercer su plan maléfico. Elevando las cifras de mujeres que han sido violadas.
Aunque no es la única. Mientras ella yace tirada sobre la superficie polvosa, desmayada, ensangrentada, inmóvil, varias mujeres en estos momentos están sufriendo lo mismo o cuántas vivieron este mismo trauma desde el instante que esta joven fue violentada la noche anterior.
Cuando despierte ¿su vida será diferente? ¿Su comportamiento será el mismo? Es cuestión de esperar. Pero, lo único que indudablemente tendrá en su pensamiento, es el recuerdo de esta experiencia que vivió en una noche, en una noche inolvidable.