Antiguo Colegio de San Ildefonso, Belleza monumental
Su patio con arcadas soberbias guarda los ecos de estudiantes de varias generaciones, pues primero fue sede del seminario de la Congregación de los Jesuitas.
Foto: Raúl Castillo
El Sol de México
Organización Editorial Mexicana
El Antiguo Colegio de San Ildefonso es una construcción monumental que reúne en un solo espacio bellos murales de la época contemporánea y la arquitectura colonial y es sede de diferentes exposiciones artísticas, conciertos musicales, obras de teatro y funciones de cine de arte.
Ahora su belleza exterior puede apreciarse mejor, luego de que el Gobierno del Distrito Federal retiró a los vendedores ambulantes que se apostaban en sus banquetas.
Dedicado principalmente a funciones educativas, su patio con arcadas soberbias guarda los ecos de estudiantes de varias generaciones, pues primero fue sede del seminario de la Congregación de los Jesuitas; local temporal de la Escuela de Jurisprudencia, Escuela Nacional Preparatoria y núcleo principal de la Universidad Nacional.
Su dirección es la calle de Justo Sierra número 16, entre República de Argentina y El Carmen.
La construcción inició con el Colegio Chico, actualmente ocupado por la Dirección de Actividades Cinematográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Su portada presenta en el nicho central la imagen de la Virgen de El Rosario tallada en tecalli, sobre ella se aprecia un relieve de cantera gris, con la figura de San José con el niño en brazos.
A su vez, el Colegio Grande ostenta en su fachada un relieve en mármol de San Ildefonso, en el momento de recibir su casulla de manos de la Virgen María, así como el escudo real de Castilla y León.
El conjunto tiene tres niveles de dos áreas: la perteneciente al periodo barroco con tres patios (Chico, de Pasantes y Grande) es una construcción de mampostería con arcadas sobre pilastras y fachadas recubiertas con tezontle y marcos y cornisas de piedra chiluca.
Por lo que toca a la construcción, ubicada al sur de la primera, fue edificada entre 1907 y 1931, con dos pequeños patios, que incluya el anfiteatro «Simón Bolívar» y el área de oficinas. Su fachada se inspira en la del XVIII, la arquitectura interior, en cambio, ya manifiesta su pertenencia a una nueva época.
El conjunto monumental cuenta con sitios específicos de interés, como El Generalito, que fue el salón general de actos del colegio jesuita y se le nombró así, a fin de diferenciarlo del Salón General de la Real y Pontificia Universidad de México.
En este sitio están gran parte de los sitiales del coro del templo de San Agustín de la Ciudad de México, ubicada en Isabela Católica y Uruguay.
Luego está La Capilla, pues todos los colegios jesuitas contaban con una y su sacristía, las cuales son usadas actualmente para montar exposiciones.
Asimismo, está el Anfiteatro Simón Bolívar construido en 1910, en donde Diego -Rivera pintó su primer mural llamado la Creación y en su vestíbulo se localiza el mural la Epopeya Bolivariana, que consta de tres obras mayores y seis panales con imágenes de la vida del Libertador de América.
Terminada la Revolución Mexicana en 1921, el país iniciaba un nuevo camino en el que la educación recibiría un impulso sin precedentes, porque era el medio civilizador y pacificador que daría legitimidad a la Presidencia del general Álvaro Obregón, en su primer mandato presidencial.
Con esa idea, el revolucionario de Sonora nombró a José Vasconcelos, secretario de Educación Pública, quien consideró que un medio para enseñar a los mexicanos era a través de ideas e imágenes plasmadas en los muros de edificios públicos.
El funcionario entregó entonces los muros del Colegio de San Ildefonso, ya convertido en Escuela Nacional Preparatoria, a una generación de muralistas mexicanos de primer orden.
Así, Diego Rivera, el pintor de Guanajuato, inicia una de los episodios del arte mexicano más importantes del país con su obra la Creación, mientras que David Alfaro Siqueiros, el llamado «Coronelazo», plasmó Los Elementos, Los Mitos, el Entierro del Obrero Sacrificado y el Llamado a la Libertad.
José Clemente Orozco participó en el proyecto de la Preparatoria que inició el 7 de julio de 1923 con sus pinturas en los muros norte de los tres pisos del patio principal y del primer descanso del cubo de la escalera.
Asimismo, también colaboraron ese pintar de muros, Jean Charlot con Masacre en el Templo Mayor; Ramón Alva de la Canal pintó El Desembarco de los Españoles y la Cruz Plantada en Tierras Nuevas; Fernando Leal dejó su obra Fiesta del Señor de Chalma y Fermín Revueltas Alegoría de la Virgen de Guadalupe.
Finalmente, entre 1930 y 1942, Fernando Leal plasmó en el vestíbulo del Anfiteatro «Simón Bolívar» la obra Epopeya bolivariana.