“Había belleza y luz en las almas de los muchachos muertos.
Querían hacer de México morada de justicia y verdad,
la libertad, el pan y el alfabeto para los oprimidos y olvidados.
Un país libre de la miseria y el engaño”.
José Alvarado (periodista)
La noche de Tlatelolco pertenece a los estudiantes. Está hecha con sus palabras, sus luchas, sus errores, su dolor y su asombro. Aparecen también sus “aceleradas”, sus errores, su ingenuidad, su confianza, su amor a la fiesta de la libertad.
Te invitamos a participar el próximo VIERNES 2 DE OCTUBRE
en la marcha conmemorativa
del movimiento estudiantil de 1968.
La cita es a las 5:00 pm en la explanada de Rectoría
de la Universidad Autónoma de Querétaro. (Con destino al Jardín Zenea)
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¡2 de octubre NO se olvida!
A poco más de cuarenta años, todavía resuena el eco del grito de los que murieron y el grito de los que quedaron. El Movimiento Estudiantil de 1968 fue la punta de flecha de otros “enloquecidos movimientos de pureza” en nuestro país. A poco más de cuarenta años, la consigna “Dos de octubre no se olvida” se grita en la marcha anual en la que participan jóvenes que ni siquiera habían nacido. Necesitamos que los responsables sean enjuiciados, que la historia de los jóvenes asesinados sea rescatada, necesitamos rendirles homenaje porque a ellos los mataron por creer que podían cambiar al mundo.
La matanza del 2 de octubre es una de las masacres más evidentes de los comienzos del terrorismo de Estado en América Latina. En Argentina, los familiares de los desaparecidos persiguen a los culpables, señalan su casa con pintura roja de sangre. En México, no tenemos aún el número exacto de muertos ni hemos enjuiciado a los responsables.
No pretendemos hacer justicia por mano propia pero señalar a los culpables es la única manera de que la historia no la escriban sólo los poderosos. Es la única manera de hacer más habitable un país, en el que mueren de hambre cinco mil niños al año.
Es de toda justicia que Tlatelolco, ese espacio en el que cayeron universitarios y politécnicos pertenezca hoy a la Universidad. Es de toda justicia recordar al rector Javier Barros Sierra. Es de toda justicia señalar a los responsables. En esta explanada hubo una matanza, esclarecer los hechos es el mejor homenaje que podemos rendir a los muertos y desaparecidos. ¡Qué gran vergüenza mirar la plaza día tras día sin saber cuántos ni quiénes eran! La tarea le corresponde a todo México, a cada quien desde su lugar.
Es nuestro legado a los universitarios para que el crimen de Estado en el que participaron todas las instituciones no quede impune. Si no lo logramos seguirán los criminales corrompiendo a nuestro país.
Si no hay verdad y justicia, el 2 de octubre del 68 puede asolarnos de nuevo. La Universidad es la gran educadora, el barómetro moral de nuestro país y la primera de sus enseñanzas es la ética. A partir de ella, puede construirse el México que todos buscamos.