MANIFIESTO EN DEFENSA DEL ARCHIVO HISTÓRICO, EL MUSEO Y LA BIBLIOTECA EN LA HOY EXTINTA LUZ y FUERZA DEL CENTRO.
Antes de dar a conocer el estado que guardan los proyectos del Archivo Histórico, Museo y Biblioteca en la extinta Luz y Fuerza del Centro, me parece pertinente acudir a una serie de elementos que pueden ser de enorme utilidad, puesto que tanto Luisa Fernanda Rico Mansard, como Bolfy Cottom en tanto individuos preocupados por el destino del patrimonio cultural, han dedicado buena parte de su tiempo y su trabajo a desentrañar elementos que se conviertan en el apoyo pragmático más apropiado para la defensa o custodia de esos elementos, que en el caso particular que ahora se analiza, se enfrentan a un serio peligro.
INTRODUCCIÓN
Ha dicho Bolfy Cottom que “…se han roto los hilos conductores que hacían funcionar las instituciones culturales”. En ese sentido, lo que refiere el autor, quien es a su vez investigador de la División de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia, es que al dejar planteadas una serie de ideas en su ensayo “Cultura, patrimonio cultural y política” asienta que esa ruptura tiene una explicación lógica si se caracteriza el tipo de Estado y la forma de gobierno en el que nos hallamos inmersos. Es decir
“(…) a mayor pragmatismo, menos racionalismo; a mayor improvisación, menos planeación; a menor importancia, mayor descuido; a menor referente histórico, mayor presente extraviado; esto, porque afirmo que la cultura como valor identitario ha dejado de ser una razón de Estado (por lo menos prioritaria), para convertirse, cuando mucho, en programa de gobierno, es decir, no forma parte de sus prioridades, de su interés, de sus necesidades primarias, salvo su ubicación en el horizonte del mercado”. (1)
Apelando a la obligada y necesaria defensa, es preciso conocer los diversos principios sobre el concepto de patrimonio, que ha descrito de manera precisa y puntual la Maestra Luisa Fernanda Rico Mansard. (2)
“Elemento de identificación territorial y social, inspirador de sentimientos de identidad y pertenencia o generador de recursos pecuniarios, el patrimonio es una poderosa construcción sígnica que responde a las necesidades de todas las sociedades y todas las épocas. La idea de patrimonio cultural encierra, por sí misma, la memoria individual y grupal; se reafirma como el puente entre pasado y presente, entre lo propio y lo ajeno, frente a las globalizaciones económica y cultural de nuestros días; también se concibe como un recurso económico de gran alcance.
“Designamos como patrimonio a aquellos bienes o riquezas que pertenecen a una persona, lo que hemos heredado de nuestros antepasados o a los bienes susceptibles de heredar. Cuando nos referimos al patrimonio cultural, el concepto adquiere un sentido colectivo, relativo a las manifestaciones pasadas y presentes de una comunidad. En los últimos años se reconoce que la idea de patrimonio es una construcción cultural que evoluciona y se adapta a las necesidades de cada época.
“Cómo no recordar las acciones heroicas de Carlos de Sigüenza y Góngora, quien en 1692 salva del fuego parte del Archivo del Virreinato y las pinturas del ayuntamiento; o la primera reunión de importantes testimonios de culturas indígenas ordenadas como Catálogo del Museo Histórico Indiano en 1746, realizada por el viajero italiano Lorenzo Boturini y Benaducci.
“Los festejos del centenario en 1910 convirtieron oficialmente a las piezas prehispánicas y las relativas a los héroes de la Independencia en símbolos de un México grandioso, de cara a un futuro prometedor. La visita oficial de Porfirio Díaz con diplomáticos especiales a Teotihuacan dejó su impronta en el lugar y lo convirtió desde entonces en un atractivo turístico de parada obligada para cualquier viajero”.
A lo anterior debo agregar el hecho de que un grupo de trabajadores de la entonces Compañía de Luz y Fuerza del Centro, provenientes del área de Obras civiles de distribución, la “Cuadrilla 303” descubriera el monolito de la Coyolxauhqui en febrero de 1978, potenció el proyecto del “Templo Mayor”. En ese tenor, sigue apuntando la Dra. Rico Mansard:
“En el nivel político-diplomático, la relación entre acciones educativas y culturales de México con las de organismos internacionales y las convenciones de la UNESCO –como el reconocimiento de la Carta de Venencia (1964) y la consecuente creación del Comité Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) entre muchos acuerdos más han originado determinaciones específicas para la conservación y preservación de nuestro patrimonio. En este sentido, no extraña que en el mismo año de 1972 la UNESCO aprobó la Convención para la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural; en México se promulgara la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos Artísticos e Históricos”.
Por lo que finalmente México pudo lograr en 1976 la definición de patrimonio cultural cuyo significado se concentra en el siguiente compendio:
“El patrimonio cultural de un pueblo comprende las obras de sus artistas, arquitectos, músicos, escritores y sabios, así como las creaciones anónimas, surgidas del alma popular, y el conjunto de valores que dan un sentido a la vida. Es decir, las obras materiales y no materiales que expresan la creatividad de ese pueblo: la lengua, los ritos, las creencias, los lugares y monumentos históricos, la literatura, las obras de arte y los archivos y bibliotecas”.
Compendio mismo que incluye los conceptos de patrimonio tangible e intangible, reconocidos formalmente por la UNESCO, en su Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (2003) y la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales (2005).
En consecuencia, -finaliza apuntando Luisa Fernanda Rico Mansard- el reconocimiento de la diversidad patrimonial de cada pueblo ha fomentado que se busquen distintas formas de acercamiento a las expresiones culturales, pero sobre todo exigen establecer un equilibrio entre patrimonios, preservación, sustentabilidad y disfrute público. (…) no en vano se alzan las voces para trabajar en la revalorización del patrimonio industrial o de la arquitectura más reciente. Si bien el Estado es el regulador de los bienes, hay que reconocer que no se puede avanzar en el mismo sentido sin las fuertes aportaciones pecuniarias de la iniciativa privada y de organismos internacionales.
Así que, como apunta la “Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura”, en su 17ª reunión celebrada en París (17 de octubre-21 de noviembre de 1972), y
Considerando que el deterioro o la desaparición de un bien del patrimonio cultural y natural constituye un empobrecimiento nefasto del patrimonio de todos los pueblos del mundo (…) presento a continuación el que es un primer
Estado que guardan los proyectos del Archivo Histórico, Museo y Biblioteca en la extinta Luz y Fuerza del Centro.
Con la aplicación del decreto de extinción que afectó la vida y la marcha de Luz y Fuerza del Centro desde el pasado 10 de octubre, infinidad de procesos técnicos y administrativos quedaron eliminados. Entre ese universo de actividades, tres resultan notable y sensiblemente importantes. Me refiero al Archivo Histórico, el Museo y la Biblioteca, emprendidos desde 2005.
La extinta empresa fue creada desde el 24 de marzo de 1903, por lo que desde esa fecha la generación de documentos en sus distintas modalidades fue un asunto cotidiano. Recuperarlos en diversas dependencias significó una labor de salvamento por quienes integramos tan noble proyecto. Por desgracia esto significó encontrarnos con distintos escenarios siendo entre otros, el de su marginación en los espacios más insólitos pero creíbles (baños, bodegas, covachas, etc.) De ahí que generar su organización y acomodo era enfrentar el exceso de polvo, hongos, humedad, huellas diversas de insectos y roedores entre otros. De igual forma entendimos que muchas evidencias documentales desaparecieron o fueron destruidas al paso de los años. Por lo tanto, fue tarea rescatar y luego integrar en unidades más o menos equilibradas los primeros fondos que incluyen documentos (soporte papel), fotografías (en vidrio, nitrocelulosa, papel, diapositivas e incluso soporte digital); planos, manuales. En el proyecto de “nuestra” biblioteca (el organismo contaba con su propia colección, la que, desde mi punto de vista ya no se actualizó desde hace varios años), a la cual dimos etiqueta de “clandestina”; reunimos con un espíritu no sólo técnico sino humanístico, libros, material hemerográfico, tesis, instructivos, cartelería y otros. Nuestros ojos miraban además hacia otros puntos clave del organismo, donde se concentran acervos de notable importancia. Tal es el caso de la Unidad de Asuntos Jurídicos, donde se encuentran detectados varios documentos virreinales. También se cuenta con la Dirección, la Biblioteca del organismo en la que nadie piensa, salvo este manifiesto por lo que también es prioritario recuperarla. No podemos olvidar los muchos documentos que se encuentran localizados en el Archivo de Concentración “Barrientos”, Comunicación Social, Planoteca o archivo de planos y todos aquellos que deben estar en otras dependencias no sólo en el Distrito Federal. También en los estados de Hidalgo, México, Morelos y Puebla, donde aún permanece en pie y funcionando la planta hidroeléctrica de Necaxa, el proyecto más antiguo de cuantos puede presumir la hoy ya extinta…, la hoy más viva Luz y Fuerza del Centro.
El personal del Archivo realizaba labores de limpieza de primera guarda y catalogación; visitó otros archivos, museos y bibliotecas y estaba en una permanente labor de concientización, actividades todas ellas que se enfrentaban a una negativa en apoyo y recursos tanto por la administración como por el Sindicato. Para ello, un ejemplo. Como hasta nuestros días, los diferentes acervos y colecciones de los tres proyectos se encuentran reunidos en una nave industrial, cuyas características son similares a las de la guardería “ABC”. Y en ese lugar, bajo riesgos diversos realizábamos nuestras labores diarias. A pesar de la petición de que fueran aplicadas las normas de seguridad pertinentes, todo fue inútil.
Respecto al museo, y como ya se apuntó, estaban siendo reunidas alrededor de 200 piezas de pequeño, mediano y gran formato que comenzaban a dar idea del funcionamiento de esta empresa en poco más de un siglo de actividades. Dichos elementos solo se explican a la luz de la arqueología industrial, asunto que se extiende a todo el universo de la empresa donde existen bienes muebles e inmuebles de incalculable valor. Era nuestro propósito generar una base de datos o levantamiento de equipo y mobiliario dignos de pasar a formar parte de la colección. La tarea por ahora queda pendiente.
La amenaza se cierne también sobre el patrimonio cultural del Sindicato Mexicano de Electricistas. Me refiero a su Biblioteca, acervo de enorme riqueza en cantidad y calidad. También debo referirme al mural Retrato de la burguesía, obra del gran muralista David Alfaro Siqueiros, emplazado en un lugar de suyo peculiar, como es el acceso por escaleras entre la planta baja y el primer piso del también emblemático edificio funcionalista, y que es obra del arquitecto Enrique Yáñez, localizado en Antonio Caso Nº 45. No puedo dejar de mencionar al Archivo Histórico de la revista Lux. La revista de los trabajadores, órgano de difusión del Sindicato Mexicano de Electricistas que se publica desde 1928. Todo ese conjunto de obra y patrimonio artístico se encuentra bajo custodia del propio SME, pero dicha institución al saberse amenazada por las circunstancias más recientes, también busca el refugio y el apoyo más apropiados. Ojalá encuentre una capacidad de respuesta contundente por parte de la comunidad intelectual y artística de este país.
Quiero expresar mi preocupación más profunda por el hecho de que, ante el proceso de extinción, los proyectos de Archivo Histórico, Museo y Biblioteca impulsados por el departamento de Archivo y Correspondencia corren serio peligro. Ello dependerá directamente de las diversas funciones que el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE por sus siglas) aplique conforme a la
LEY FEDERAL PARA LA ADMINISTRACIÓN Y ENAJENACIÓN DE BIENES DEL SECTOR PÚBLICO, fundamentalmente en sus artículos 5, 6, 11, 14, 22, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 81 y 82.
Finalmente, deseo solicitar el apoyo, la adhesión, la solidaridad de todos aquellos investigadores, académicos e interesados en el presente caso,
es deseable generar una lista de firmantes.
NOTAS:
(1).Bolfy Cottom: “Cultura, patrimonio cultural y política”. En: UIC. Foro multidisciplinario de la Universidad Intercontinental Nº 10, octubre-diciembre de 2008. “Patrimonio, política cultural y turismo” (pp. 15-29; p. 16-17).
(2).Luisa Fernando Rico Mansard: “Patrimonio, acercamientos y usos”. En: UIC. Foro multidisciplinario de la Universidad Intercontinental Nº 10, octubre-diciembre de 2008. “Patrimonio, política cultural y turismo” (pp. 5-13).
Fuente H MEXICO
Consuelo Garcia Ponce
ENAH
Ateneo de Arte y Cultura Sor Juana