Veracruz, un lugar por descubrir
San Juan de Ulúa.
Foto: Fernando López
El Sol de México
Organización Editorial Mexicana
La Vera Cruz, como le llamaron los españoles, fue la puerta al nuevo mundo.
Todo comenzó en abril de 1518 cuando Juan de Grijalva desembarcó en un islote cerca de la costa, nombrándole San Juan de Ulúa.
Fue el 22 de abril de 1519 cuando Hernán Cortés desembocó en tierra firme en la playa de Chalchihuecan, donde decidió fundar una población y formar el primer ayuntamiento de México.
Era un Viernes Santo en la Vera Cruz («verdadera cruz»), por lo que se le dio el nombre de la Villa Rica de la Vera Cruz.
Desde entonces, Veracruz ha presenciado importantes pasajes históricos determinantes para el desarrollo del país, por los que ha conseguido una prosperidad económica considerable y una cohesión social firme, llevándolo a ser uno de los estados más importantes por descubrir en la República Mexicana.
Hoy, el puerto de Veracruz cuenta con una infraestructura hotelera de primer nivel, así como su accesibilidad por tierra, mar y aire.
Además, si de comer se trata, el visitante podrá encontrar una gran variedad de restaurantes que ofrecen desde la rica cocina veracruzana hasta lo más selecto de la cocina francesa.
Uno de los lugares a visitar es el Acuario, ubicado en playa Villa del Mar, único en su tipo. En una sola pecera construida en forma circular con sus ventanas de acrílico de alta resistencia de 23.5 centímetros de ancho, se exhibe una espectacular diversidad de especies marinas procedentes del litoral veracruzano.
Cuenta además con una área llamada Tiburonario, que ponen los «pelos de punta», ya que ver de cerca al rey de los mares es muy impresionante. El acuario es perfecto y balanceado, es sólo una buena copia de la vida de los arrecifes de coral que albergan peces, crustáceos, moluscos, esponjas, además de criaturas mayores como sábalos, tortugas y mantarrayas. Todo esto fue sustraído de su vasto litoral veracruzano: más de 700 kilómetros de costa.
Es en la Playa Villa del Mar donde salen embarcaciones que llevan al visitante a conocer una de las cinco islas. Ver y contemplar la inmensa belleza del mar en lanchas es una experiencia única. Otro paradisíaco lugar es la Isla de los Sacrificios, donde Quetzalcóatl realizó sacrificios. También fue refugio de piratas, así como hospital y lugar de cuarentena durante la Colonia. Ahora se puede apreciar un barco hecho de cemento, que es una réplica de los que se usaron en la Segunda Guerra Mundial en Estados Unidos, y el faro del puerto que nos lleva a un «Cancuncito», que forma parte del arrecife pájaros, una pequeña isla que puede, y no, estar expuesta dependiendo de la marea. Es arena blanca que proviene de la erosión natural del arrecife coralino. El turista disfruta de las aguas transparentes que se encuentran ahí. Uno lo puede admirar flotando con aletas, visor y esnorquel, o mejor aún, con un equipo de buceo autónomo.
La vida marina en este lugar es impresionante por su abundancia y colorido. Los diversos organismos, peces de colores, moluscos y algunos corales están cuidadosamente protegidos por el sistema arrecifal veracruzano que cuenta con su aprobación y supervisión para que no sea dañado; desde luego no se pueden sacar peces de ahí, ni darles de comer y mucho menos extraer el coral que ahí se encuentra. Vale la pena visitarlo y tener la sensación de que se está parado en el mar