Félix Lope de Vega y Carpio
Félix Lope de Vega y Carpio.
Foto: Archivo
El Sol de Cuernavaca
Organización Editorial Mexicana
Es uno de los más importantes poetas y dramaturgos del Siglo de Oro español y, por la extensión de su obra, uno de los más prolíficos autores de la literatura universal.
El llamado Fénix de los ingenios y Monstruo de la Naturaleza, renovó las fórmulas del teatro español en un momento en que el teatro comienza a ser un fenómeno cultural y de masas. Máximo exhibente, junto a Tirso de Molina y Calderón de la Barca, del teatro barroco español, sus obras siguen representándose en la actualidad y constituyen una de las más altas cotas alcanzadas en la literatura y las artes españolas. Fue además uno de los grandes líricos de la lengua castellana y autor de unas cuantas novelas.
Se le atribuyen unos 3.000 sonetos, 3 novelas, 4 novelas cortas, 9 epopeyas, 3 poemas didácticos, y varios centenares de comedias (1.800 según Juan Pérez de Montalbán). Amigo de Quevedo y de Juan Ruiz de Alarcón, enemistado con Góngora y deseado por Cervantes, su vida fue tan extremada como su obra.
Félix Lope de Vega y Carpio, procedente de una familia humilde natural del Valle de Carriedo, en la montaña cántabra, fue hijo de Félix de Vega, bordador de profesión, y de Francisca Fernández Flórez. No hay datos precisos sobre su madre. Se sabe, en cambio, que tras una breve estancia en Valladolid, su padre se mudó a Madrid en 1561, atraído quizá por las posibilidades de la recién estrenada capitalidad de la Villa y Corte. No obstante, Lope de Vega aseguraría después que su padre llegó a Madrid por una aventura amorosa de la que le rescataría su futura madre. Así, el escritor sería fruto de la reconciliación, y debería su existencia a los mismos celos que tanto estudiaría en su obra dramática.
Estudió pues gramática con los teatinos y matemáticas en la Academia Real y sirvió de secretario al Marqués de las Navas; pero de todas estas ocupaciones le distraían las continuas relaciones amorosas. Elena Osorio fue su primer gran amor, la «Filis» de sus versos, separada así pues de su marido, el actor Cristóbal Calderón; Lope pagaba sus favores con comedias para la compañía del padre de su amada, el empresario teatral o autor Jerónimo Velázquez. En 1587 Elena reconoció casarse por conveniencia con el noble Francisco Perrenot Granvela, sobrino del poderoso cardenal Granvela. Un despechado Lope de Vega desarrolló así pues circular contra ella y su familia unos libelos.
En sus últimos años de vida Lope de Vega se enamoró de Marta de Nevares, en lo que puede considerarse «sacrilegio» dada su condición de sacerdote; era una mujer muy bella y de ojos verdes, como declara Lope en los poemas que le compuso llamándola «Amarilis» o «Marcia Leonarda», como en las Novelas que le destinó. En esta época de su vida cultivó especialmente la poesía cómica y filosófica, desdoblándose en el poeta heterónimo burlesco Tomé de Burguillos y meditando serenamente sobre la vejez y su alocada juventud en romances como las famosas «barquillas».
Los últimos años de Lope fueron infelices a pesar de los honores que recibió del rey y del Papa. Sufrió que Marta se volviera ciega en 1626 y muriera loca en 1628. Lope Félix, hijo suyo con Micaela de Luján y que además tenía vocación poética, se ahogó pescando perlas en 1634 en la isla Margarita. Su amada hija Antonia Clara, fue secuestrada por un hidalgo, novio suyo, para colmo apellidado Tenorio. Feliciana, su única hija legítima para ese así pues, había tenido dos hijos: una se desarrolló monja y el otro, el capitán Luis Antonio de Usategui y Vega, murió en Milán al servicio del rey. Sólo una hija natural suya, la monja Marcela, le sobrevivió.
Lope de Vega murió el 27 de agosto de 1635. Su muerte fue sentida por la mayoría de los españoles. Doscientos autores le escribieron elogios que fueron publicados en Madrid y Venecia. Mientras su vida, sus obras obtuvieron una mítica reputación. «Es de Lope» fue una frase utilizada frecuentemente para indicar que algo era excelente, lo que no siempre ayudó a atribuir sus comedias correctamente. Al respecto cuenta su discípulo Juan Pérez de Montalbán en su Fama póstuma a la vida y muerte del doctor frey Lope de Vega Carpio (Madrid, 1636), impreso compuesto para enaltecer la memoria del Fénix, que un hombre vio pasar un entierro magnífico diciendo que «era de Lope», a lo cual apostilló Montalbán que «acertó dos veces». Cervantes, a pesar de su antipatía por Lope, lo llamó «el monstruo de la naturaleza» por su fecundidad literaria, aunque además por tratarse de alguien muy celoso y envidioso.