25 años de la Academia Mexicana de Derechos Humanos
Miguel Concha
Con la honrosa participación del señor rector, por los estrechos lazos institucionales que de distintos modos desde sus inicios la unen con nuestra máxima casa de estudios, ayer se celebraron en el auditorio de la Coordinación de Humanidades de la UNAM los 25 años de actividades de la Academia Mexicana de Derechos Humanos. Hoy cuenta con 73 miembros inscritos, y mantiene tres importantes programas y distintos proyectos con ellos relacionados. Diecisiete de sus miembros ya han fallecido, lamentablemente. Entre ellos hay investigadores, escritores, profesores universitarios, profesionistas en distintas disciplinas, diplomáticos, dirigentes de organizaciones civiles, periodistas, representantes populares, funcionarios públicos y artistas. Don Samuel Ruiz García, obispo emérito de Chiapas, es también uno de sus miembros, como lo fue en su momento don Sergio Méndez Arceo, séptimo obispo de Cuernavaca.
El Programa de Educación y Promoción de una Cultura de Derechos Humanos y Paz tiene por objeto implementar una educación en la materia que le proporcione a la gente las herramientas necesarias para la defensa, promoción y ejercicio de todos sus derechos, y colaborar en el desarrollo de una cultura que fortalezca la democracia y el estado de derecho. El Programa de Derechos Humanos de las Mujeres evalúa y da seguimiento permanente a las acciones y omisiones del gobierno y el sistema nacional de organismos públicos de derechos humanos, ante las recomendaciones del Comité sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y las garantías individuales del sector femenil en el país. Y el Programa de Organismos Públicos de Derechos Humanos impulsa iniciativas que coadyuven al fortalecimiento, autonomía y transparencia de las comisiones defensoras de los derechos humanos en México.
Gracias al desarrollo de las nuevas tecnologías electrónicas de comunicación, que en años recientes se impulsan y se manejan con especial maestría en la AMDH, todos estos programas han podido llevarse a cabo, mejorar su calidad informativa, científica y didáctica, y ampliar sus alcances a muchas instituciones y organizaciones de toda la República.
Muestra de ello son los distintos proyectos de observatorios permanentemente actualizados que se han montado, y los métodos interactivos con los que a distancia se llevan hoy a cabo muchos de los modernos cursos de la academia: Vigía del ombudsman, Observatorio ciudadano de los derechos de las mujeres, Observatorio de los derechos de los pueblos indígenas y observatorio de la violencia a la convivencia escolar y los derechos humanos. Sus boletines electrónicos llegan ya a más de 2 mil suscriptores, tiene ya una presencia en el canal Youtube, y mantiene una comunicación permanente sobre los temas de derechos humanos en su nueva página de Internet, por medio de la cual también se difunden sus materiales audiovisuales a todo el mundo.
Mediante sus actividades de educación, la AMDH contribuyó en su primera etapa a sentar las bases conceptuales del movimiento por los derechos humanos en México, hoy cada vez más punto de referencia de las luchas sociales. Fue además la primera institución promotora del reconocimiento aún inconcluso de los derechos de los pueblos indígenas, y una de las primeras que promovieron los derechos de los refugiados en nuestro país. Más tarde contribuyó al reconocimiento de los derechos políticos, fortaleciendo la educación ciudadana, y generando las primeras metodologías de observación electoral y monitoreo de medios. Sin descuidar sus actividades propias de investigación y capacitación, en su siguiente etapa hizo causa común con las luchas de las demás organizaciones civiles y sociales, y se comprometió en forma sobresaliente en la defensa de los derechos de los periodistas y del derecho a la información en México.
Hoy sobre todo promueve los derechos de las mujeres y la actuación autónoma, imparcial, transparente y eficiente de los organismos públicos defensores de las garantías individuales en el país. Desde sus orígenes ha pugnado por cambios estructurales que garanticen en México una política de Estado en la materia. Por ello participó en la reforma que el 28 de enero de 1992 reconoció por primera vez a nivel constitucional, aunque sólo de principios, la composición pluricultural de la nación, y, lo que es más importante, la misma existencia de los pueblos indígenas, relegada hasta entonces a una ley secundaria, y algunos de sus principales derechos colectivos; y ha mantenido y mantiene, por la falta de estructuras políticas prácticas para su cabal ejercicio, una postura crítica frente a las reformas emprendidas el 14 de agosto de 2001 en este tema.
Por ello también colaboró el año 2003 en la elaboración del diagnóstico de la oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos sobre la Situación de los derechos humanos en México, y de manera igualmente crítica, por sus limitaciones operativas y la falta de resultados satisfactorios, ha venido también participando desde el año 2004 en varias de las subcomisiones de política gubernamental en la materia, impulsando más que nada el derecho a la educación, desde una perspectiva de derechos humanos. Ha apoyado también a varios de sus miembros en el impulso de elaborar con otras instancias proyectos alternativos de nación, tan urgentes hoy en México, que respondan a las expectativas de la mayoría de las mexicanas y mexicanos, y a las circunstancias actuales del país.