Los Conventos Dominicos en Oaxaca

CONVENTO DOMINICANO DE SAN PEDRO Y SAN PABLO  TEPOSCOLULA, OAXACA    

La ruta de los conventos dominicos en Oaxaca está constituida por cerca de 110 parroquias, templos y conventos de extraordinaria arquitectura virreinal, construidos en forma escalonada a lo largo del Camino Real, en el itinerario de la Ciudad de México a Guatemala.  

Esta ruta atraviesa la entidad por la región de la Mixteca, la región de los valles de Oaxaca y el Istmo de Tehuantepec, para internarse en el estado de Chiapas.   

El Templo y Ex Convento de San Pedro y San Pablo Teposcolula se encuentra en la población de Teposcolula, Oaxaca, situada a 23 kilómetros por la desviación a Tlaxiaco, sobre la carretera 190 en su tramo Oaxaca-México, a  142 kilómetros de distancia de la capital del estado.  

Del conjunto integrado por la capilla abierta, el templo y la casa conventual o claustro, sorprende la capilla abierta, o de indios, que es una magnífica construcción y una de las obras más importantes del siglo XVII en América, su importancia radica en sus dimensiones y su estilo que es una mezcla del Renacimiento con ciertas reminiscencias del gótico, que se pueden reconocer en el trazo de la hermosa bóveda central nervada que parte de un hexágono de casquete esférico.  

La similitud entre el teocalli indígena y las capillas abiertas novohispanas no fue casual, sino un medio de persuasión utilizado para inducir la evangelización y conquista espiritual de los pueblos conquistados.  

Por su toponimia, el nombre original de Teposcolula es Teposcololan que significa Junto a la torcedura del cobre, proviene de las voces Tepoztli-cobre, colotl-torcedura y  la variante Tla-junto o entre.  

Cuentan los antepasados que un grupo de mixtecos salió de Apoala para ubicarse en Achiutla Tilantongo donde se dividió, la mitad fue a pelear a Monte Albán, y la otra parte se desplazó sin rumbo hasta llegar al cerro denominado La Cueva de Cazahuate. Posteriormente, en el año 800, viajaron al cerro de los Tres Arbolitos al que se le llamó Yucundaco, de ahí se trasladaron en el año 900, al Cerro del Fortín al que se le dio el nombre de Totandaco. En el año 950 llegaron al cerro del pueblo viejo que llamaron Yucundaa. En 1520 a la llegada de los españoles se fundó el pueblo de San Pedro y San Pablo Teposcolula en un lugar donde anteriormente había una laguna.  

   Tras haber sido una encomienda, Teposcolula quedó en poder de la corona y fue el primer corregimiento de la mixteca alta. Ya en el siglo XVI, Teposcolula era el centro de comercio español más importante de la zona mixteca, ahí vivían los negociantes más ricos de la región, quienes comerciaban, entre otros productos, la grana, la cochinilla y la seda que les brindaron grandes beneficios que les permitieron edificar magnificas casas hoy en ruinas o desaparecidas.   

   En el siglo XVII, Teposcolula alcanzó su mayor esplendor y se convirtió en el centro económico y político más importante de toda la mixteca, durante el siglo XVIII continuó a la cabeza de la región. También entablaron relaciones con otros comerciantes de Guatemala y América del Sur.  

   A Teposcolula llegaban productos extranjeros de la más alta calidad, valiosísimas pinturas, telas, imágenes y otros objetos de gran belleza que se lucían en las hermosas y lujosas residencias, en donde se disfrutaba  de los más raros productos provenientes de España, Francia, Italia e Inglaterra. De esta manera, Teposcolula fue un punto de intensa actividad donde concurrían mercaderes de mucho señorío a comprar las más vistosas plumas, el oro más puro, exquisitas telas, piedras, esmeraldas y rubís o los admirables objetos de oro y plata. También fue un gran centro fabril y manufacturero de productos textiles y sedas preciosas, que competían con los de Nochixtlán y Cholula. Asimismo, entre sus pobladores hubo quienes se dedicaron a la medicina, astronomía y otras ciencias. En consecuencia, durante la Colonia, el cacicazgo de Teposcolula fue tan importante que numerosos pueblos vecinos reconocieron a los señores de esta región a quienes pagaban tributos y servicios personales. 

   El municipio de Tepescolula limita al norte con San Andrés Laguna, San Juan Teposcolula, San Pedro Yucunama y Santa María Chilapa de Díaz; al sur con Santa María Dauyaco y Santiago Nejopilla; al oriente con San Bartolo Soyaltepec; al poniente con San Pedro Mártir Yucusaco, San Sebastián Nicananduta y Santiago Yolomecatl.  

   Al sureste de la población se encuentra el cerro Peñasco, hacia el norte se encuentra el cerro de Tandáa que termina en el llano de San Andrés Lagunas. De este cerro y el paraje de tierra Blanca sale una línea de cerros que va a terminar en el paraje Cruz de Piedra. Del cerro de Tandaá salen varios cerros que se introducen a Yucunama.  

   El río Teposcolula rodea a la población de noroeste a sureste, su caudal que proviene de la región de San Juan Teposcolula, aumenta con las aguas de los ríos negro y grande que bajan del lado de San Vicente Nuñu y avanza hacia Yolomecatl, Chilapa de Díaz y Santo Domingo Yodohino, para unirse al río Salado hasta encontrarse con el de Huajuapan de León y formar el río Mixteco.  

   Los extraordinarios conventos de Teposocolula, Yanhuitlán y Coixtlauaca forman parte de la ruta de los conventos dominicos que se encuentran en la mixteca oaxaqueña. Cuando se dividió la provincia de Santiago de México se creó la de San Hipólito de Oaxaca y a Yanhuitlán se le otorgó a la de San Hipólito, dejando así a Santiago la de Teposcolula y la Coixtlauaca. 

Más tarde, cuando se creó la provincia de los Ángeles de Puebla, Teposcolula y Coixtlahuaca se pasaron a ésta. Es por esta razón que hay en el templo una copia de la Glorificación de la Santísima Virgen del Rosario tomada de la Capilla Poblana. 

   En el año de 1529 llegaron a Oaxaca, procedentes de la capital de la Nueva España, los primeros misioneros dominicanos. Ellos fueron el sacerdote fray Gonzalo Lucero y el diácono fray Bernardino de Minaya. Traían en sus faltriqueras cartas de recomendación dictadas por Hernán Cortés, que les había logrado fray Domingo de Betanzos al informar al marqués del Valle que los oaxaqueños eran de buena índole, pero que estaban aferrados a su idolatría porque no había quien los instruyese en la religión. 

Fray Lucero, oriundo de un pueblo en la provincia de Huelva, Andalucía, se embarcó en compañía de siete reli¬giosos, de la misma Orden, en el año de 1526, con destino a México y al pasar por la isla La Española, se les unieron otros cuatro frailes, también dominicos. Es así como llegaron a México, los primeros doce predicadores de la Orden de Santo Domingo de Guzmán. 

Fray Gonzalo Lucero, considerado como el forjador del cristianismo entre zapotecas y mixtecas, era un hombre de dotes excepcionales. Al llegar a Oaxaca, los dominicos se instalaron en la sacristía de una humilde iglesia que había sido construida por el sacerdote secular, capellán de los conquistadores. Poco tiempo después levantaron su propia casa e iglesia, en los solares que les habían sido concedidos. Años después las sencillas construcciones originales fueron sustituidas por imponentes edificaciones, fruto de la tenacidad y gran fervor de los piadosos alarifes. Un prototipo de estos monumentos es el soberbio conjunto arquitectónico del convento de Santo Domingo de Oaxaca.  

   Teposcolula fue el centro de los misioneros desde el comienzo de la evangelización, para 1541 ya había tres sacerdotes, además de fray Domingo de Santa María, quien fue el primer vicario. El fraile llegó a México siendo muy mozo y obtuvo el hábito de fray Domingo de Betanzos, alrededor de 1528. Para 1606 ya había seis frailes. Como parte de su labor social, fray Domingo de Santa María introdujo la cría del gusano de seda, que se extendió por toda la mixteca, hasta llegar a ser una de las mejores sedas del mundo. Por otra parte, la grana cochinilla llegó a exportarse a Europa. 

   Cierta lámina del Códice de Yanhuitlán presenta la fachada del primitivo templo del convento edifi¬cado en el siglo XVI. En el dibujo se señala el atrio de la iglesia, con la inscripción Huey ñuhu Yacundaa, que en mixteco significa Gran pueblo de Teposcolula. 

   En otra lámina del mismo códice se identifica a fray Domingo de Santa María: Atribúyesele a él la introducción de la cría del gusano de seda y la grana entre los mixtecas, y también hizo que aquellos indios poblasen estancias y tuviesen ganado.  

   Poco después del establecimiento de los dominicos en el siglo XVI se inició la edificación del fabuloso conjunto religioso. El inmueble tiene enormes esculturas en la fachada; el retablo es tallado y dorado y tiene un suntuoso confesionario tallado. Cuenta con la capilla de Santa Gertrudis, que se encuentra al interior de la capilla anexa al convento en la entrada del claustro. El tipo de columnas de baja altura sólo vuelve a encontrarse en Antigua Guatemala.  

   En su iglesia se encuentra una de las capillas abiertas o Capilla de Indios más extraordinaria del siglo XVI; esta capilla contaba con dos coros, uno para cantores y otro para músicos. En su momento, la capilla estuvo decorada con un retablo realizado por los pintores Andrés de la Concha y Andrés Pereyns de quienes se conservan algunas obras en el interior del templo. En el interior de templo existe un juego de retablos barrocos dorados y en el convento una colección de óleos de gran formato que muestran pasajes de la vida de Santo Domingo de Guzmán. 

   El templo actual, construido posible¬mente en el siglo XVIII, reemplaza al anti¬guo venido a tierra a causa de algún temblor. En su portada se ven elementos decorativos del primer templo, como unas arcaicas imágenes de gran tamaño, que a pesar de ser rudimentales, no pierden su encanto. Las esculturas se asientan en enormes repiso¬nes que les sirven de peanas, que acaso fueran en su origen, simplemente capiteles. Fuera de estos pormenores, el exterior de la iglesia no presenta mayor interés. En cambio, la también llamada Capilla Vieja, es un monumento notable. Manuel Toussaint la describe de la siguiente manera:  

Pertenece al grupo de capillas abiertas que edificaron los frailes del Siglo XVI cuando los fieles eran muchedumbre… Se compone de un rectángulo de más de once metros de ancho por cuarenta y dos de largo, divi¬dido en dos naves por un conjunto de columnas. El centro lo ocupa un espacio exagonal y el frente se abre en cinco arcos, rebajados los cuatro laterales, y de medio punto el central… La decora¬ción del edificio es de pleno Renaci¬miento, pero presenta tal sobriedad, que no hay absolutamente motivo que sobre o sea inútil… El arquitecto de Teposcolula ha realizado una obra admirable; admirable por la perfección técnica que revela, admirable por la sobriedad de su ornato que hace de ella una de las pocas manifestaciones verda¬deramente clásicas que existen en nues¬tra arquitectura colonial. 

   El templo de San Pedro y San Pablo de Teposcolula, de planta en cruz latina, tiene en su interior, de pobre arquitectura, algunas obras de gran mérito; entre ellas, el retablo churrigueresco dedicado al Señor del Perdón, rico en ornamentos vegetales dorados, y una notable pieza de la ebanistería colonial: un confesionario finamente tallado en madera de nogal. 

   De inferior calidad en su manufac¬tura, pero de gran valor iconográfico, se observa a un costado del altar mayor, un cuadro fechado el 25 de noviembre de 1746, pintado por un autor apellidado Martínez de Reyes, por encargo del alcalde Ignacio de Salazar. Esta obra es una copia, de pobre fac¬tura, de la pintura de Rodríguez Carnero de la Capilla del Rosario, en la iglesia de Santo Domingo en Puebla. La pintura representa la glorificación de la vir¬gen como reina del Rosario, rodeada de la majestad de los ángeles y de los hom¬bres, trazados como personajes de la iglesia y de la nobleza, a quienes Santo Domingo y dos frailes dominicos reparten rosarios. Resulta interesante observar a la izquierda, a medio cuadro, la primitiva iglesia de Teposcolula con su torre derecha cayendo por tierra. 

   El claustro superior, con arcos de medio punto y toscas pilastras, tiene en sus paramentos, pinturas en las que se que narra la vida de santo Domingo de Guzmán. En una de ellas se puede leer la fecha de 1763. En otra de ellas se presenta la escena del nacimiento del santo, con gran ingenuidad cautiva el texto de su cartel: Nace Domingo al mundo y con anhelo es recibido en manos de María y porque no tenga el niño que nacía el más leve contacto con el suelo… mientras tres ángeles se disponen a recibir al recién nacido y tenderlo en la cuna que tienen preparada. 

   Manuel Toussent señala que en Teposcolula, la capilla de Santa Gertrudis es una ruda interpretación de la arquitectura románica, semejante al pan¬teón de San Isidoro en León, España, con dos toscas columnas de mamposte¬ría, de fuerte colorido popular. El retablo central dedicado a la patrona de la capilla y a Santa Bárbara, fue terminado el 10 de octubre de 1788, como dice una ins¬cripción que tiene. Frente a dicho altar está la losa que cubre la entrada de una cripta, donde enterraban antes a los párrocos que morían. En medio de su rudeza, primitiva e infantil, esta capilla es un rincón deli¬cioso, con su piso de ladrillos y azulejos, su baja bóveda, su entrada medio escon¬dida.  

   La capilla tiene una planta rectangular de aproximadamente 12 metros de ancho por 42 de largo y se abre al frente por un gran arco central de medio punto y dos arcos rebajados a cada lado. Su planta está dividida por dos naves paralelas techadas por vigas de madera; la nave posterior tiene dos mezanines apoyados en arcos más bajos en los que se descarga un muro que llegas hasta la zona cubierta, en estos mezanines estaba ubicada el área de coros, una parte para los músicos y la otra para los cantores. Además contaba con dos ventanas para iluminar las zonas correspondientes a los coros o tribunas. 

  Como se mencionó antes, la parte central del muro posterior a la capilla estuvo adornado con un retablo obra de los artistas Simón Pereins y Andrés de la Concha, el cual seguramente era de una belleza inigualable; aún se pueden apreciar los huecos o chimenales de los que estaba sujeta la armadura 

En el lado derecho del altar hay una puerta de elegante diseño, por ésta se accede a una escalera que conduce a los coros de la Capilla Abierta y el templo. 

   En la parte de enfrente hay dos grandes botareles que se apoyan en unas bases sólidas, la parte exterior del muro posterior de la capilla está reforzado por dos contrafuertes simétricos, además la cara exterior del muro norte tiene tres contrafuertes adosados. El constructor de Teposcolula debió ser un gran alarife ya que empleó todo su ingenio en la búsqueda de soluciones sencillas; trató a las columnas como elementos principales del sustento de las cargas y las utilizó como miembro fundamental del sistema constructivo, además acentúo la verticalidad de las columnas por medio de canales y contracanales; formó los capiteles y las bases con grandes anillos y es en estos elementos donde reside la genialidad del diseño, los cuales no pertenecen a ningún orden clásico. 

   La gran nave en forma de cruz latina se localiza en la parte central del conjunto de la Capilla Abierta, en ella destacan elementos como el amplio coro en la parte alta de la entrada principal poniente y un órgano de viento europeo, el área de bautismo con su pila bautismal fabricada en cantera de una sola pieza. También las dos puertas laterales que dan acceso al norte al jardín del campo santo y al sur al convento. En la parte central se encuentra el presbiterio; techado por cúpulas y con orientación al poniente, en esta parte también se encuentran dos torres que le enmarcan; sólo una de ellas cuenta con campanario. 

   Cuenta con trece retablos, entre los que destacan dos de estilo barroco en relieve de gran dimensión, el del descendimiento ubicado al centro del templo,  en lo que corresponde al altar mayor y el del señor del perdón. Estos retablos pertenecientes al siglo XVI cuentan con imágenes de bulto talladas, así como con pinturas en madera, un confesionario de una sola pieza, un armario, una cajonera y pintura mural en el lienzo, entre otras grandes obras. 

   El Campo santo se encuentra en la parte norte del templo de San Pedro y San Pablo, en la parte trasera de la Capilla Abierta. Se presume que fue el primer cementerio oficial en la época de la colonia. En la actualidad el jardín del camposanto es un placentero lugar que resulta ideal para la meditación y el reposo entre aromas y flores de múltiples colores, cantos y vuelos de aves. 

   En la región sigue vigente la tradición de la danza de las mascaritas, que constituye una versión original de San Pedro y San Pablo Teposcolula, esta danza tiene su origen en los bailes cortesanos europeos que fueron traídos en el siglo XVI por los conquistadores españoles a la región mixteca y especialmente a Teposcolula, que tras ser designada Alcaldía Mayor, se volvió asiento de numerosas familias españolas que organizaban tertulias. En estas fiestas, a las que no tenía acceso la población originaria, rememoraban su país de origen con música y danzas europeas como mazurcas, shotis, contradanza, cuadrillas y otros, que denominaban como bailes cortesanos.  

   Los pobladores comenzaron a imitar las danzas de manera grotesca, al ridiculizar sus movimientos y mofarse de ellos, por el uso de máscaras, las danza recibió el nombre de mascaritas, en su ejecución intervienen 16 danzantes, ocho de ellos se visten de mujer y 8 de hombre, intervienen otros personajes llamados chilolos. También se dice que la danza se ejecutaba para proteger del bien y del mal a algún enfermo.  

   En el último quinquenio del siglo XX se realizó con singular éxito la restauración integral del conjunto conventual de Tepescolula.

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