La Parroquia de Zimapán

Parroquia de San Juan Bautista en Zimapán

Interior y vista de la parte baja del coro.

Foto: Carlos Enrique

El Sol de Hidalgo.

Edith Hernández

En dos reseñas anteriores hablamos de Zimapán y su origen, así como de su evangelización y de algunos aspectos de la parroquia de San Juan Bautista, la cual hoy terminaremos de describir.

El templo tiene un altar mayor de estilo greco-romano sobre una plataforma de seis peldaños que forman una especie de pasillo con barandales al prolongarse a ambos lados de la nave.

La amplia bóveda del coro, que anteriormente ilustramos, está soportada por pilares.

Dos puertas, cada una con su cruz atrial, permiten la entrada al templo.

La primera, frente a la plaza de La Constitución, con cancel de madera, se abre bajo un arco redondeado y se encuadra con dos juegos de pilastras profusamente ornamentadas sin carácter ni estilo definido.

Entre las columnas hay dos nichos con las esculturas de los apóstoles San Pedro y San Pablo.

Este primer cuerpo sostiene otro semejante con nicho al centro, el cual contiene una escultura de la Virgen, un ojo de buey en la parte superior que ocupa el reloj, y un caprichoso remate repetido en el interior del templo como motivo decorativo.

Los pilares terminan con la representación de cuatro antorchas encendidas propias del estilo plateresco. Ambos cuerpos unidos dan aspecto de pegote debido a la cantera roja con que están labrados.

La portada del lado sur es más sencilla, aunque del mismo material. El arco es de medio punto y como remate ostenta un dosal bajo en que lucen la tiara pontificia y las llaves de San Pedro.

En el interior destaca la base de la torre, con una puerta muy ornamentada que da bajo el coro. Ahí se encuentra el bautisterio, de planta poligonal con ventana al poniente.

La sacristía, está al sur y por cuatro escalones se llega al presbiterio, teniendo otra puerta en la antesacristía.

Una puerta más en esa antesacristía permite el paso a cuatro piezas y un pequeño patio.

El atrio rodea la construcción por el norte, poniente y sur.

Aún perdidos, el buen Carlos Enrique y yo volvimos pensando si la experiencia valió la pena. Nuestro destino real, de principio, era Huichapan, donde visitaríamos la capilla de Nuestra Señora de Guadalupe, la de La Tercera Orden y la parroquia de San Mateo, fin que no quedará atrás, pues dicen los locales que Huichapan es el pueblo más bonito.

De Hidalgo, y si se me permite una opinión personal, todos son bonitos. Prueba de ello, los pocos lugares que hemos recorrido en papel que son apenas el inicio de un viaje que esperamos continúe.

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