Memorias de Felipe Martínez Soriano 111

Memorias de Felipe Martínez Soriano 111

SUBTEMA II.
ESCUELA PRIMARIA

Ingresé a los 9 años de edad y los lectores podrán darse cuenta que en mi relato hay irregularidades y que se refieren en forma desorganizada, pero con cierta pasión. En ese año una profesora de nombre Ariela Santibáñez, muy querida por sus exalumnos, visitaba a los padres de familia a invitarlos que enviaran a sus hijos a “La Miga” así le decía a la escuela. Y algunas personas hablaban bien del lugar, porque se enseñaban cosas útiles. Entonces el presidente municipal Domingo Hernández, aunque analfabeta, exigió la asistencia.

Fue en el Sexenio del Presidente Lázaro Cárdenas (l934-l940), cuando ingrese a la escuela y tiempos de la Educación Socialista, no del agrado de los conservadores y la campaña tendenciosa del Movimiento Cristero (I926-I929), que difundía: “el comunismo se come a los niños y el gobierno los compra para venderlos”, por eso, algunos padres de familia escondían a sus hijos. Como en mi caso:

Mi abuela me escondió por unos días en milpas y cañadas. Pero ante amenazas de ser castigada fue a inscribirme y así llegué a la escuela, un mundo diferente al que me acostumbré Pero ya oía pláticas de personas que, no era necesario saber leer y escribir; que las niñas tendrían primero que aprender labores hogareñas, después a sus maridos y cuidar a los hijos para enfrentarse a la naturaleza y “dominarla”: sembrar, cultivar, cosechar, cuidar los animales, cortar leña, cavar pozos, acarrear agua, regar la milpa. Por eso, en tiempos de siembra y cosecha la escuela se quedaba vacía.

La escuelita, constaba en esos años de un solo salón y albergaba a tres grupos a alumnos de 9 años y jóvenes hasta de años de edad, atendidos por un solo maestro Aristeo Méndez, de Guadalupe, Etla, muy enérgico y puntual, en tiempos de lluvia y anegado el paraje la del “Rabo Ratón” por donde pasaba y llegaba montado en su caballo.

El maestro usaba como material didáctico: pizarrón, pizarra y pizarrón, gises, esferas de varios colores, el silabario de San Miguel una esponja para borrar y papel “ministro”. Aprobar era difícil porque los exámenes eran rigurosos: asistía la autoridad: municipal, el comité de educación, los Señores “principales”, la sociedad de padres de familia y la liga femenil.

El sueldo del maestro lo cubría el municipio, una cuota de 25 centavos exigida a cada padre de familia, a eso se le nombraba la “capitación” una miseria, sin embargo, atendía a la escuela mañana y tarde, aunque hubiera poca asistencia por la mala promoción que hacía el clero católico conservador y reaccionario, contra el Art. 3º. Constitucional o sea contra la: educación: gratuita, obligatoria, laica y socialista.

Época del “México Bronco”, cuando a los maestros rurales se les desorejaba, torturaba, asesinaba y muchos aparecían colgados en los árboles, otros desaparecidos y perseguidos. Cuentos y rumor que se difundía en poblados, como si fuera la enfermedad del tifo, conocido como “El Apagón” cuando mucha gente murió y la población se vio diezmada, decían los “Tata Mandones”.

En la escuela lloraba con frecuencia por temor a lo desconocido, pero la niña Ramona Chávez, me consolaba dándome tortilla y queso, igual mis vecinas. Juanita, Rosa y Antonia, más cuando mi abuela me pegaba. Y a la escuela poco a poco me fui adaptando y aprendí a defenderme de niños y personas que en un tiempo me agredieron, por ejemplo un muchacho más grande que yo, con frecuencia me hostigaba, incluso, me esperaba frente a mi casa y me seguìa para lograr sus objetivos, pero lo encontré en el recreo.

Pero el temor que le tenía era mucho y no me arriesgaba a enfrentarlo, pero jóvenes de mi salón me animaron a no le tenerle miedo y decidí a pelearme y en la batalla, logré pegarle con la mano izquierda en la nariz y empezó a sangrar, al verlo así me asusté y pensé en el castigo que el maestro pudiera darme. Pero no, sólo que el maestro confirmó que era zurdo y ordenó amárrame dicha mano y me volví ambidiestro, disminuyéndose de esa manera la burla de “zurdo contra dios”.

Después, mis compañeros me invitaron a jugar al balón durante el recreo y en las calles a la “patada muerte”, a las canicas de barro o de pipe, (semillas de un árbol), al trompo, al “cacho”(un pedúnculo de calabaza grande); hacer resorteras y cerbatanas para cazar pajaritos; ondas de ixtle, de tres y cinco madejas, tirarle piedras a los zanates y a otros animales; igual con los arcos y flechas hechas con varas de sauces para corretear perros y cuervos que se robaban las mazorcas.

En segundo año tuve al prof. Sixto García, que carecía de algunos dientes, le decían “boca ralo”, no tan enérgico como el maestro anterior, pero por eso, disminuyó nuestro rendimiento escolar, pues se le vía preocupado en la atención de su numerosa familia, aunque el municipio le proporcionaba una humilde choza y las gentes cercanas lo auxiliaban con tortillas y fríjol.

La Profa. Isabel, esposa del maestro Sixto, me escogió para participar en el bailable “los enanitos” y entonábamos: ¡los enanitos se hacen chiquitos/ los enanitos se hacen grandotes/ son y son los enanos/ cuando lo bailan los mexicanos!” lo hice bien y sentí alegría al escuchar aplausos.

En esas actividades nos encontrábamos cuando se da la Campaña de DESPARASITACION Porque los niños estábamos infestados de piojos en la cabeza y en el cuerpo; de sarna, de niguas, lombrices y disentería, igual la población general y el tratamiento que se utilizaba era tradicional: hierbas y raíces; petróleo y creolina, limpias con huevo de gallina negra. En el caso de los piojos nos untaban en el cuerpo “piojina” que era un compuesto a base de petróleo; para las niguas que deformaban nuestro pies y no podíamos caminar, por eso, nos llamaban “patulecos”.pues la yema de los dedos eran las más afectadas, lesiones que parecían garbanzos y lo extirpábamos con espinas de maguey y fuimos muy expertos en ello y para las zonas más infectadas se les poníamos “creolina”.

LA VIRUELA-Todavía frecuente en esos años, gentes con cicatrices en la cara, se les llamaba “cacarizos, evitarla y remediarla la SSA, implementó el programa de vacunación y fue grande la sorpresa. Y la curiosidad nos llevó a observar el líquido blanquecino depositado en parte superior del brazo por una enfermera, que primero limpiaba con alcohol el lugar, luego con agujas finas puncionaba el sitio elegido.
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. Eso nos llamó la atención a mi primo Adalberto Santos y a mí y procuramos ponerla en práctica, escogiendo a Silvina, hermana del primo porque siempre estaba achacosa, con calentura y delgadita, entonces con aguja de maguey extrajimos pus de un dedo infectado de nigua y la vacunamos en un brazo, que le produjo hinchazón y calentura, pero “mejoró su estado “?

Después fuimos con unas personas al panteón a cavar una sepultura y encontramos huesos y calaveras, que nos las llevamos para asustar a las gentes en las noches y eso motivó regaños de las autoridades municipales Luego fuimos a acompañar a mi abuela al panteón viejo, porque en ese lugar observó en una noche luces, señal que ahí “había dinero enterrado” pero por más que se escarbó no encontramos nada. Y finalmente en noches de octubre, íbamos a cazar “renacuajos” para comerlos en tamales

Pero en ese año el maestro nos llevó a Nazareno al círculo infantil a, competir con niños de comunidades vecinas, nos gustó y nos pareció bonito y sentimos deseos de imitarlos: en declamación, comedias y bailables; también vimos actuar a la orquesta de Zautla y al señor. Pedro López cantar Flores Negras y a los estudiantes de la Escuela Regional Campesina de Soledad Etla, donde estaba Atilio Lípez H., interpretaros canciones del agrarista y del estudiante

En el 3er año de primaria, tuvimos al Prof. Antonio Cruz, que tocaba el violín y nos enseñó el solfeo y promovía actividades culturales y era de Nazareno, bien relacionado con los círculos infantiles y las misiones culturales. También llegó el Prof. Ángel Heredia, medio hermano del Prof. anterior y fue condiscípulo de mi padre, igual de enérgico y trabajador que el anterior y con ideas socialistas
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Pero decían las gentes del pueblo que era “comunista”, un come cura y que siempre andaba armado por los de los cristeros y cuando pasaba frente a la iglesia no se quitaba el sombrero y eso no gustaba, pero era un excelente maestro en escritura, lectura oral, de rapidez y entonación, fue una buena base escolar.

ACTIVIDADES RELIGIOSAS-Apenas acostumbrado a la escuela, me nombran acólito de la iglesia y eso gustó mucho a mi papá y abuelos por empezar a servir a la comunidad. Entonces porté el atuendo blanco y rojo, asistir misas, recoger la limosna, tocar las campanas chicas y grandes y en Semana Santa las matracas Era el más pequeño pero me sumaba a las travesuras se le hacía al Sr. Isidoro Neri el “fiscal” que nuestro representante

Nuestra obligación era asear la iglesia, pero observábamos con atención la vestimenta de los santos: la túnica morada, sucia y raída de Cristo, a San Miguel Arcángel con el cuchillo clavado en el pecho y con bastante polilla, a San Salvador montado en su burrito que le quitábamos las palmas de la mano por tener bastante polvo Pero en Semana Santa,” las campanas se morían” en lugar de ello, se sonaban matracas, días en nos portarnos bien. Pero el Sábado de Gloria, acarreábamos agua los viernes en la noche y de los pozos: blanco de tío Román, llenábamos apazles y les agregábamos flores de bugambilia y cacaloxochitl y el sacerdote lo bendecía y los fieles la tomaran o se lo llevaran para “purificarse”
El sacerdote se llamaba Manuel Alonso, de edad avanzada, enojón, un poco sordo, sin entenderle bien durante la confesión y comunión. Una vez en el Vía Cruces, no leía bien su libro, entonces jaló el cirial y logró pegarme en uno de mis dedos infectados. En ese momento y en silencio me expresé mal del cura. Sin embargo, besó mis pies infectados durante el lavatorio de la Ultima Cena

Festividad en la que me gustaba ir a la “Noche del Nedreal” que expresa como la Virgen de la Soledad, buscaba a su hijo, es una procesión impresionante por alumbrarse con teas de ocote o de petróleo; el toque del clarín, del tambor y de la chirimía; las oraciones de clemencia de señoras por encontrar al hijo. También me gustó participar en el grupo de jóvenes y representar a soldados contra el de personas mayores en noche del viernes. Nuestras armas de combate eran carrizos al hombro y en el centro de la población se simulaba una batalla con el canto de: “el general cartucho pura tortilla da, no te lo acabe todo déjame la mitad ¡tan, tan, tan!.

También me era admirable el “ENCUENTRO”, que se representaba por dos procesiones y recorrían una la periferia del pueblo y la otra en medio de la población, llegando el punto clave, El Clavario, en la primera abundaban hombres representando unos a los “soldados romanos”, al centurión montado en su caballo, portando casco y espada, sin faltar en el recorrido el toque de una corneta, del tambor y la chirimía. Luego El Sábado de Gloria, con la representación de los diablos el rojo y el negro que correteábamos tirándoles zapotes blancos

En Navidad y Año Nuevo participé como pastorcito de “bato” con Gila mi compañera, representada por Joaquina Martínez o por Martha Garcés Talledos y decíamos al Niño Jesús y el público quedaba a gusto de nuestra participación. Luego la madrina del Niño, nos servia suculento chocolate con pan de yema y era para nosotros un gran gusto. Pero esta actividad, no limitaba las propias del hogar, del campo y de la escuela.

En el 4º. Año se agrega el maestro Daniel Jiménez Bravo, aunque discapacitado de medio cuerpo, era muy enérgico y cuando no cumplíamos las tareas, nos daba de reglasos en la palma de las manos.. El vivió en Zautla varios años y convivid con nosotros, con autoridades y demás gentes. Igual la profa. Guadalupe Chius Colmenares, muy entusiastas y promovieron actividades culturales: bailables, declamación, monólogos y comedias

La maestra me escogió para participar en la novela “Malditas sean las Mujeres” con el papel principal de Julio; en oratoria, declamación con poemas largos dichos en fiestas patrias en las que coseché aplausos. Y aprendí bien el papel de Julio, lo ensayamos varias veces y presentarla en público Pero mi padre, se dio cuenta que la novela no era apta para menores y no permitió que actuar. Entonces, otros alumno mayor que yo la desempeñó con éxito Pero como aprendí bien la novela y el papel principal, empecé a decirlo en medio del pueblo y las gentes se divertían, eso, enojó a la policía y nos aprehendió y encarceló. Y mi abuela al enterarse acudió a reclamarle al jefe de policía que inmediatamente nos liberó

En este relato, refiero algo sobre LA FAMILIA GARCES TALLEDOS- porque me impresionó la cultura de ellas y la influencia que tuvieron en nuestro desenvolvimiento posterior. Yo la vi. en l937, después de algún tiempo de estancia en el DF, y nadie me explicó cuando se fueron del pueblo y del porque regresaron a lo mismo. La Sra. Josefina, por ejemplo promovía actividades-culturales y sus hijas Martha y Angélica, actuaban en comedias, declamación y cantaban bien: Serenata de Schubert, La Morocha y pastorelas. Igual un familiar de ellas, el Sr. Severino Arenas, que platicaba bastante con mi padre sobre la Segunda Guerra Mundial, del mejoramiento del ganado, de la agricultura y de forrajes; tocaba la guitarra y era deportista.

En el ámbito cultural, observé a Otilio, hijo del Prof. Pedro Lípez Jiménez, de Santa María Yodo cono, Mixteca Alta,. Era el decir de la gente, Un “Quijote de la Mancha”, se le veía montado en su caballo de regreso a Zautla y cuando se le veía saludaba muy bien. A su hijo lo envió a Etla a que terminara la primaria, luego a la Regional Campesina y a la Normal Rural de San Antonio de la Cal, y tocaba la guitarra en compaña de sus contemporáneos entonando canciones románticas. Uno de los primeros zautecos que salió del pueblo a estudiar.
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En lo religioso, éramos enviados a la iglesia para aprender el catecismo, oír misa, confesarnos, comulgar y observaba a los cantores: Juan Martínez, Camilo Mendoza, Cirilo López, Pedro López y a José Soriano, por contestar la misa en latín, a la orquesta, al órgano y el sermón que motivaba a la gente. Y o llagué a imitar al cura, utilizando de púlpito un canasto de carrizo que cubría con enaguas de mi abuela, eso admiraba al cantor Pedro López y también gente del barrio, Y me enviaron al seminario al que asistí un mes y no continúe porque el encierro me aterraba, sin mirar animales y no ver el campo. Entonces dijeron mejor fuera general, capataz o capataz como lo observado por mi abuelo en fincas azucareras.

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