José Félix Zavala
“Y en gruta, Bajo el cielo de navidad, |
…Te espero en Navidad…Ven Celebremos
Desde la cristianización de Querétaro, cuyo principio, en la temporalidad, no se ha podido discernir y que abarca los años más oscuros de su historiografía, que son de
Querétaro, para el siglo XVlll, en su pleno apogeo y esplendor, llenó sus casas de Nacimientos, de Pesebres, de Belenes, con bellas esculturas talladas por los más célebres “santeros”, afamados en toda la llamada Nueva España y nacidos en esta nuestra ciudad. Los más humildes escultores, cuya obra salía del barro y los colores, que los ojos del pueblo original conocían a la perfección, también sacaban de sus manos este tipo de esculturas.
Los artesanos de Jalisco y Guerrero, y algunos de otros muchos lugares, continúan formando un tianguis cada año en Querétaro, con su obra mexicanizada, recreando los Nacimientos; mientras las figuras del Niño Dios aparecen en venta en todos los aparadores, comenzando, por la Librería del “Sagrado Corazón”, en la antigua Calle Real, hoy Madero.
Dentro de Los Nacimientos Monumentales de Querétaro, siempre son de llamar la atención los realizados en los templos de La Cruz, San Francisco, San Antonio y El Santuario Del Pueblito, entre otros, de varios templos de esta ciudad.
El famoso Misterio de “Los Leandros” convertido en dos por las dificultades tenidas entre los dos hermanos Aniceto e Isidro, son prototipo, del cariño que los queretanos profesamos a las fiestas decembrinas. Uno de los dos Misterios se puede apreciar en el antiguo templo de San Felipe Neri ahora Catedral.
Alguien, en estos días me contaba, que sus manos y su salud resentían el trabajo de una semana de subir y bajar, clavar y pintar, para montar su Nacimiento, en un cuarto que ex profeso tiene para ello y que año con año va a los montes por la madera y los demás implementos que su creación imagina para dar vida a una obra de arte efímera, asunto común de la población queretana.
El Nacimiento es la representación plástica de la Natividad de Jesús a no dudarlo, para ello es necesario voltear hacia los aparadores, los templos, las casas y las plazas de Querétaro.
Viene a la mente el primer franciscano, al Pobre de Asís, quién por el año de 1223, en una muy humilde Ermita, en las orillas del poblado de Greccio, formó el primer nacimiento de la historia de la cristiandad, formado por campesinos y frailes, atrayendo a los habitantes de la región.
La Natividad de Jesús, puesta como fiesta y celebración el 25 de diciembre de cada año, en el siglo segundo, el Papa Telésforo, utilizó por primera vez, la teatralidad, para persuadir a los paganos de las bondades de su religión, representando el Nacimiento de Cristo, como los Evangelios lo narran, principalmente Los Evangelios Apócrifos.
Recordemos a los niños vestidos de Ángeles cantando alabanzas al Niño Dios, en su Pesebre, en la Edad media Europea, lo mismo que el auto sacramental de Jorge Manrique, “Renacimiento de Nuestro Señor Jesucristo” a finales del siglo XV en España, como antecedentes de nuestra tradición de poner nacimientos.
Dicen que en el pueblo de Toscana, el número de nacimientos era muy grande; también el Rey Carlos lll, dirigía personalmente un taller en su palacio, donde los artesanos recreaban en cerámica el Nacimiento de Cristo.
Querétaro, nuestra ciudad, se viste de arte en diciembre, las niñas solteras visten al Niño Dios, los pastores indígenas sirven de modelo para recrear los alrededores de Belén, los ríos y las montañas de nuestro país son representados en los nacimientos, lo mismo que su flora y su fauna, como una característica de nuestra regionalidad.
El poeta Carlos Pellicer solía hacer en su casa de Las Lomas de Chapultepec, en la Ciudad de México, un enorme nacimiento y habría las puertas de su casa a todo el que quisiera verlo, como lo hacen a la fecha en muchas casas queretanas.