Bodas de Oro Episcopales: Obispo Samuel Ruiz García

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BODAS DE ORO EPISCOPALES

+ Felipe Arizmendi Esquivel

Obispo de San Cristóbal de Las Casas

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Este 25 de enero, Mons. Samuel Ruiz García, obispo emérito de esta diócesis, cumple

cincuenta años de ordenación episcopal. Con tal motivo, le organizamos homenajes en

nuestras siete zonas pastorales, y estamos realizando un Congreso Teológico-Pastoral, con

el objetivo de fortalecer e impulsar, en un ambiente festivo, el caminar de nuestra Iglesia

diocesana, profundizando el ser y quehacer de la Iglesia ante los desafíos que este cambio

de época nos plantea.

Abordamos cuatro temas centrales:

+ La Palabra de Dios y la espiritualidad en el caminar de la Diócesis, pues laPalabra de Dios debe marcar siempre a toda diócesis. No inventamos la Iglesia, sino

que queremos ser fieles al plan de Dios.

+ Los pueblos indígenas y mestizos como sujetos históricos ante los desafíosactuales.

Es en lo que han insistido tanto Juan Pablo II, Santo Domingo y

Aparecida: Que los laicos, los pobres, sean protagonistas de la evangelización.

+ Inculturación del Evangelio y la Iglesia Autóctona. El Verbo eterno del Padre se

encarnó en una cultura concreta. Es el caminar que la Iglesia debe seguir, según el

Vaticano II en Ad gentes 6.

+ Los desafíos en el campo social e histórico, pues la Iglesia, sin ser del mundo, está

en el mundo, y no puede desentenderse de estos desafíos, que son retos a la pastoral.

Para abordar estos temas, nos acompañan especialistas experimentados, así como indígenas

de las comunidades, que nos comparten su testimonio evangelizador.

JUZGAR

El III Sínodo Diocesano, aprobado por mis antecesores y ratificado a mi llegada a la

diócesis, señala seis características que concretan la encarnación del Evangelio y de la

Iglesia en estas latitudes. Estamos empeñados en ser una Iglesia autóctona, liberadora,

evangelizadora, servidora, en comunión, y bajo la guía del Espíritu. Hay cambios en los

estilos y acentos pastorales, como es obvio, pero queremos que el espíritu no se pierda, sino

que siga madurando y dando buenos frutos. Y siendo el 75% población indígena, con altos

índices de marginación, es mucho más urgente que toda la pastoral esté empapada de la

opción preferencial por los pobres, no como identidad política e ideologizada, sino

netamente evangélica y conciliar, siempre en comunión con la Iglesia universal, con Pedroy bajo Pedro.

Esta opción no es circunstancial, temporal, ni siquiera optativa, como si hubiera libertad

para asumirla o no, sino constitutiva, esencial y configurativa del ser Iglesia, aquí y en todo

el mundo. La evangelización de los pobres es el signo de autenticidad de todo creyente y de

la Iglesia de Jesús. Quien no la asume, no es cristiano, no es miembro auténtico de la

Iglesia de Cristo, ni aquí ni en ninguna parte. Ser fieles al Evangelio de Jesucristo, es servir

integralmente a los pobres, aunque esto traiga persecuciones.

Acaba de decir el Papa Benedicto XVI: “La Iglesia nos indica que la acogida y el amor a

los pobres es uno de los caminos privilegiados para vivir el Evangelio y testimoniar a los

hombres de modo creíble el reino de Dios” (26-XII-09). Y a unos pobres con quienesconvivió: “¡Qué riqueza da a la vida el amor de Dios, que se expresa en el servicio

concreto a los hermanos necesitados! San Lorenzo, diácono de la Iglesia de Roma, cuando

los jueces romanos de aquel tiempo le pidieron que entregara los tesoros de la Iglesia,

mostró a los pobres de Roma como el verdadero tesoro de la Iglesia. Podemos retomar

este gesto de San Lorenzo y decir que ustedes son el tesoro precioso de la Iglesia” (27-XII-

09).

ACTUAR

Hay muchas formas de vivir el Evangelio y de ser Iglesia. Los evangelistas son muy

distintos entre sí. Son diferentes las espiritualidades de jesuitas y dominicos, pero todos

tratan de encarnar el Evangelio y servir al pueblo. En la diócesis, hay una gran variedad de

dones, carismas, caminos, y el reto es tender puentes entre posturas contrastantes y a veces

excluyentes. Que el Espíritu del Señor nos ayude a avanzar en la construcción de la unidad,

dentro de la legítima pluralidad humana, teológica, pastoral, eclesial y espiritual. Juntos,

con nuestras diferencias, trabajamos por el Reino de Dios, en comunión con toda la Iglesia

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