La fatalidad de la miseria
La vida del padre Wresinski, fundador del Movimiento ATD-Cuarto Mundo es una verdadera “denuncia de nuestra indiferencia, de nuestra resignación ante “la fatalidad de la miseria”, afirmó el subsecretario del Consejo Pontificio de la Cultura.
Monseñor Melchor Sánchez de Toca y Alameda presidió una Misa en la iglesia de San Juan de Letrán, en Roma, el pasado 13 de febrero.
La celebración eucarística estaba motivada por el aniversario de la muerte del padre Joseph Wrezinski, fallecido el 14 de febrero de 1988, y la introducción de su causa de beatificación en el Vaticano.
El tribunal de los derechos humanos
Cada 17 de octubre, el atrio de la Basílica de Letrán -catedral de los papas- acoge el encuentro de los miembros y amigos de la fundación impulsada por el padre Wrezinski (12 de febrero de 1917 – 14 de febrero de 1988).
Fue allí donde, durante el Año santo, el 15 de octubre de 2000, el cardenal Roger Etchegaray inauguró una de las lápidas análogas a las del “Tribunal de los Derechos Humanos” de Trocadero, en París, en el atrio de la Basílica de Letrán, en nombre de Juan Pablo II.
Esta ,“En honor de las víctimas de la miseria” fue colocada en París el 17 de octubre de 1987, con estas palabras:
“El 17 de octubre de 1987, defensores de los derechos del hombre y del ciudadano de todos los países se reunieron sobre este atrio. Rindieron homenaje a las víctimas del hambre, de la ignorancia y de la violencia. Afirmaron su convicción de que la miseria no es inevitable”.
“Proclamaron su solidaridad con los que luchan en el mundo para destruirla. Allá donde los hombres son condenados a vivir en la miseria, los derechos humanos son violados. Unirse para hacerlos respetar es un deber sagrado. Padre Joseph Wrezinski”, se lee en la placa.
Cinco años después, en 1992, las Naciones Unidas reconocieron oficialmente el 17 de octubre como “Jornada mundial de rechazo a la miseria”.
El papa Wojtyla quiso que la inscripción de Trocadero fuera inscrita en Letrán, y añadió personalmente: “No más discriminación, exclusión, opresión ni desprecio a los humildes y los pobres”.
Una voz profética
Veintidós años después del fallecimiento del fundador del Movimiento ATD-Cuarto Mundo, está claro que él sigue siendo “la voz profética de los más pobres”, destacó monseñor Sánchez.
“Bienaventurados los pobres”: éste es “el Evangelio de los abandonados a su suerte, de los que pertenecen a la Orden sagrada de los Bienaventurados, el Evangelio de los perdedores: los pobres, los que pasan hambre, los que lloran y que son odiados, despreciados, ignorados”, dijo monseñor Sánchez.
“Las Bienaventuranzas de Jesús -insistió- no son una proclamación abstracta, sino un anuncio dirigido directamente a los pobres: a vosotros, los pobres”
“Y esto es también un anuncio de liberación, una buena nueva -añadió-. Así se cumple también la profecía de Isaías: a los pobres les es anunciada la Buena Nueva”.
Los pobres y la Iglesia
Para monseñor Sánchez, la vida del padre Wrezinski fue una vida “consumida en la defensa de la dignidad de los hermanos más pobres: él había sentido la llamada de Dios a hacerse uno de ellos, y quiso reflejar esta vocación en su lema sacerdotal, “Rema mar adentro y echa las redes”, “duc in altum«, lejos de la costa, lejos de la seguridad, de la protección y de las comodidades de una existencia sacerdotal ordinaria”.
Porque, indicó, el P. Joseph Wrezinski “se sintió llamado a hacer descubrir la dignidad personal, la dignidad de los hijos de Dios, de nuestros hermanos”.
A dar a conocer un vínculo ilimitado con Jesucristo Salvador, como punto de partida para “devolver a los más pobres a la Iglesia y la Iglesia a los más pobres”, una Iglesia que él veía en actitud de oración silenciosa e inmóvil de su matriz en la forja secularizada en la que vivían siendo hijos”.
“Compartir su vida con los pobres no era para él una forma de resolver el problema económico o social, de eliminar bolsas de pobreza extrema en las afueras de las ciudades porque no son bonitas o porque constituyen una amenaza para el orden público o para la salud o porque son factores potenciales de desórdenes sociales”, explicó monseñor Sánchez.
Y continuó: “Se trataba, para él, de ayudar a redescubrir la dignidad que todo hombre y toda mujer, aun en la situación de miseria más extrema, tiene siempre por ser hijo de Dios”.
También de dar dignidad a los más pobres porque “allí donde los hombres están condenados a vivir en la miseria, los derechos humanos son violados. Unirse para hacerlos respetar es un deber sagrado”.
El rechazo a la miseria
Hoy, la vida del padre Wrezinski es una verdadera “denuncia de nuestra indiferencia, de nuestra resignación a la fatalidad de la miseria”, concluyó monseñor Sánchez de Toca.
La fecha del 17 de octubre se celebra ahora en muchos países, especialmente en países francófonos: Francia, Bélgica, Suiza, Canadá y numerosos países de África, en el Líbano,..
Y réplicas de la placa de Trocadero se han inaugurado en los últimos años en Burkina Faso, en Isla Mauricio, en Quebec y en Bélgica.
Uno de los objetivos de la Jornada de rechazo a la miseria es “dar la palabra a los más pobres, escuchar lo que ellos tienen que decir, no sólo en relación a la pobreza y a la manera de combatirla sino también sobre la paz, la justicia y el porvenir del mundo y de las sociedades”, explicó a ZENIT el director del Centro Internacional Joseph Wrezinski en Francia, Jean Tonglet.
“Esta actitud de escucha es algo más que el 17 de octubre quiere promover para que podamos vivirlo juntos día tras día”.
La causa de beatificación
El padre Marc Leclerc, postulador de la causa de beatificación del padre Joseph Wrezinski, explicó que la fase diocesana, abierta en Soissons el 19 de marzo de 1997, concluyó en 2003.
Las 20.000 páginas de documentación fueron remitidas, debidamente selladas, a la congregación romana para las causas de los santos.
Se han recopilado en unos sesenta volúmenes, que han sido examinados por el abogado encargado de este trabajo por este dicasterio.
Según el padre Leclerc, “desde entonces, hemos recibido el decreto de validez por parte de la Congregación, se ha nombrado un Relator, el padre Hieronim Fokcinski, S.I., y se ha abierto oficialmente la fase romana del proceso”.
[Por Anita S. Bourdin, traducción del francés por Patricia Navas]