México necesita un cambio por la equidad, por la diferencia y el respeto…
Las reformas al Código Civil que reconocen el matrimonio entre personas del mismo sexo, no sólo deberían aplicarse para el Distrito Federal sino para toda la república, ya que éstas responden a la posibilidad de que cada uno de nosotros podamos ejercer nuestro derecho a elegir. Hombres y mujeres independientemente de nuestros gustos o afinidades, somos libres en la medida en que no dañemos al otro; el respeto es un valor que debe permear en la formación y ejercicio de todo tipo de relaciones sociales, comenzando por enseñarse en el seno familiar.
La iglesia católica y las religiones que imponen su propia visión va en contra del libre albedrío con el cual los humanos fuimos dotados no por un Dios sino por nuestra inteligencia que nos permite reconocer qué es lo que queremos según nuestras visión del mundo.
La revolución no está en las armas, está en nuestras pautas culturales que se trasmiten en las instituciones como la familia, la iglesia y la educativa. Comencemos por construir al nuevo ciudadano cuyo perfil debe responder al respeto, al compromiso, a la responsabilidad de lo que sucede en su entorno. Tenemos problemas graves como la escasez de agua, la pobreza extrema, la pauperización de la clase media, y lo que es peor, hablamos del alto índice de violencia en contra de las mujeres y hombres; pero ahí no termina, la lista aún es larga.
El artículo 146 del Código Civil se modifica a favor de los derechos individuales sin que la mayoría se vea afectada. No está en discusión la etimología de matrimonio sino la equidad en el derecho a elegir y en la posibilidad de adoptar, además del reconocimiento de la existencia de distintas formas de convivencia como es la unión de personas del mismo sexo. En el fondo, el sentido de la lucha por la reforma está en la adquisición de estos derechos que se reconocen al contraer matrimonio: aprobación de la adopción de niños, derecho a heredar, derecho a tomar una decisión médica en caso de no estar en posibilidades de hacerlo el cónyuge, etcétera.
A pesar de la oposición de la iglesia y del PAN estamos dando un paso hacia el ejercicio del respeto, pero aún muchos se han preguntado, ¿la sociedad está preparada para el cambio? Las estructuras mentales son procesos de larga duración lo cual ha determinado que una gran parte de los habitantes de este país llamado México se ha manifestado en contra de las reformas. Ustedes tienen la respuesta.
La iglesia y el gobierno panista son los primeros en expresar homofobia, discriminación y violencia al señalar como desorden al reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo; señores, la discriminación es la realidad de un país conservador desde hace mucho, es necesario que la erradiquemos; ¿Utopía? La sociedad enceguecida por la ignorancia del significado del respeto, se encara a esta decisión en la vida cotidiana negando su realidad. ¿De cuántos crímenes estamos hablando en contra de las mujeres, en contra de homosexuales-lesbianas y de… niños? Otro ejemplo evidente de la expresión del machismo se vive en Ciudad Juárez con la desaparición, o mejor dicho con el asesinato de innumerables mujeres vulnerables ante la violencia de los hombres; Jóvenes hombres asediados por la discriminación de “hombres que aman a Dios” son víctimas de la violencia al negarles sus derechos como individuos, como ciudadanos-mexicanos; niños violados, mujeres ultrajadas porque la iglesia legitima la autoridad y el lugar del machista en el seno familiar, ¿una causa?
Es Maligno la pederastia, es Maligno el asesinato de cientos de mujeres, es Maligno la homofobia, es Maligno la pobreza; sí, el Maligno está entre nosotros porque discriminamos para dañar y negar; es Maligno el olvido, es Maligno los delitos impunes de políticos que han dejado pobre un país sin herramientas para vivir dignamente; es Maligno la complicidad con aquellos que dicen que es aberrante el ejercicio de nuestros derechos.
Norma Páez