Cuando un Cura es un Cura, la gente lo sigue
Del 26 al 30 del próximo mes de mayo, la parroquia San Eustorgio de Milán, en Italia, acogerá sacerdotes y laicos de diversos continentes para un nuevo seminario internacional sobre las células parroquiales de evangelización.
Este sistema introducido en Europa hace 22 años está en gran expansión actualmente en el mundo.
El seminario prestará especial atención al compromiso del organismo internacional de servicio al sistema de las células parroquiales de evangelización, en la difusión de este método en los países más lejanos de África a China.
La iniciativa también propone un coloquio internacional para sacerdotes, el 27 de mayo, sobre el tema “El sacerdote en la nueva evangelización”, así como una formación específica para los líderes de estas células, los días 28 y 29 de mayo.
El seminario se dirige a todos los que deseen descubrir el método de don Pigi, cura de la parroquia de San Eustorgio y presidente del organismo internacional de las células.
Un sistema que él ha establecido en Europa y al que se debe “garantizar la durabilidad”, según palabras del decreto de reconocimiento remitido oficialmente por la Santa Sede en mayo del año pasado.
Este reconocimiento es el reconocimiento de un servicio que ayuda a cada sacerdote a devolver una conciencia misionera a los fieles de su parroquia.
Don Pigi está convencido de que “cuando un cura se moviliza realmente, los fieles le siguen con gusto”.
En una entrevista a ZENIT, recuerda los objetivos de estas células y muestra cómo este método, adaptado a la vida parroquial, no cesa de derramar gracias sobre parroquias de los cinco continentes, “prueba viva de su fecundidad”.
– ¿En qué consiste su próximo seminario? ¿Sobre qué puntos incidirá especialmente?
Don Pigi : En el próximo seminario tendremos un tema general que llevará al compromiso del Organismo internacional de servicio del sistema de células parroquiales de evangelización, referente a la difusión de nuestro método de evangelización en los países más lejanos de África a China.
Presentaremos el método de evangelización del oikos, que es el sello distintivo de nuestra propuesta en materia de evangelización.
La evangelización del oikos consiste en evangelizar a los que la persona se encuentra habitualmente en su vida cotidiana: familiares, amigos, compañeros de trabajo, de ocio, vecinos: ellos son los destinatarios del anuncio del amor de Dios.
He aquí por qué nosotros podemos decir que todos están llamados a anunciar a Jesús, no sólo los consagrados, los sacerdotes o los misioneros, sino todos, animados por la fuerza de su bautismo, han recibido el gran mandato de Jesús, de anunciar el amor de Dios.
Pero nunca hay evangelización posible del oikos sin la oración, porque la evangelización pasa por la acción del Espíritu Santo. Nosotros no somos más que sencillos y pobres instrumentos en sus manos.
La evangelización es ante todo un compromiso de oración: por eso, en nuestra comunidad de San Eustorgio, y yo diría que en casi todas las comunidades en las que están presentes las células, hay adoración eucarística.
Durante este seminario, hablaremos de la función del Espíritu Santo porque, como escribió el papa Pablo VI en su exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi en el n° 75, “El Espíritu Santo es el agente principal de la evangelización: es él quien lleva a cada uno a anunciar el Evangelio y quien en el fondo de las conciencias hace aceptar y comprender la Palabra de salvación”.
Hay que educar a los fieles laicos y quizás también a los sacerdotes para tener vínculos familiares con el Espíritu Santo, abriéndose a su acción a la vez discreta y potente.
Las células de evangelización apuntan a revitalizar la parroquia que descubrirá entonces su verdadera identidad y favorecerá la vocación misionera de todos los creyentes como nos sugiere Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi en el n° 14.
“Evangelizar es, en efecto, la gracia y la vocación propias de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar”, señala.
Y Juan Pablo II en la Christifideles Laici en el n° 33: “Los fieles laicos, precisamente porque son miembros de la Iglesia, tienen la vocación y la misión de anunciar el Evangelio: para esta actividad están capacitados y comprometidos por los sacramentos de la iniciación cristiana y por los dones del Espíritu Santo”.
Reconociendo este encargo, los laicos serán el fermento que transformará el rostro de la parroquia.
Pero todo esto no será posible si el sacerdote, a su vez, no se abre definitivamente y firmemente a lo que da singularidad a su servicio sacerdotal, a lo que da la unidad profunda a las miles de ocupaciones que le solicitan a lo largo de su vida: anunciar el Evangelio de Dios y formar laicos evangelizadores.
Es transformándose en una parroquia viva y evangelizadora, como la parroquia cambiará de rostro.
– Recuérdenos a quién se dirige principalmente este seminario y cuál es el hilo conductor para relacionarlo con el del año pasado?
Don Pigi: El seminario se dirige a todos los sacerdotes que deseen transformar su parroquia y también descubrir nuevos caminos de evangelización para hacerlo, siguiendo las enseñanzas del Papa.
Estos sacerdotes acompañarán a diversos laicos de su comunidad de manera que este pequeño grupo que se haya formado pueda representar una fuerza motriz en el interior mismo de la parroquia.
Este año, abordaremos más específicamente la formación de los que están llamados a ser los “líderes” de estos pequeños grupos que son las células.
– El método de las células de evangelización fue reconocido oficialmente por la Santa Sede hará un año en mayo. ¿Este reconocimiento ha tenido un impacto sobre su crecimiento este año y sobre la percepción que algunos habían podido tener de este método de evangelización?
Don Pigi: Por supuesto, muchos prejuicios han desaparecido, porque este reconocimiento oficial, que no habíamos pedido pero que nos ofrece el Consejo Pontificio para los Laicos, nos califica en el plan de las actividades de la Iglesia universal como tal, garantizando la ortodoxia del método sobre la base misma de los resultados espirituales y de difusión obtenidos hasta ahora.
Este reconocimiento, que expresa la voluntad de la Iglesia de que continúe este método, confirma la catolicidad y la validez pastoral de una propuesta capaz de renovar en profundidad y desde una óptica misionera, a las comunidades parroquiales.
– ¿Hay nuevas parroquias que hayan decidido, desde entonces, recurrir a este método?
Don Pigi: Sí, y ello viendo, de hecho, que centenares, quizás miles, de parroquias en el mundo han adoptado con éxito este método de evangelización a través de las células.
En el Decreto de reconocimiento, está escrito: “Esto porque la comunidad parroquial es el tejido eclesial en el que se integra el conjunto del sistema de las células. Su desarrollo en numerosos países a través del mundo demuestra la validez de este método, que contribuye a responder a la llamada del papa Juan Pablo II a una “nueva evangelización, nueva en su ardor, sus métodos y sus expresiones” (Discurso a la IXI asamblea del Consejo Episcopal Latino-Americano, 9 de marzo de 1983, en las Enseñanzas, 1983, vol. VI, t. l, p. 698).
– ¿Este año ha estado marcado por algunos momentos fuertes que usted quiera destacar? ¿Quiere comentar alguna cosa sobre las células y su evolución en el mundo?
Don Pigi: Desde la presentación del Decreto de Reconocimiento, obtenido el 29 de mayo de 2009, han surgido nuevas iniciativas en numerosos países del mundo.
Muchas comunidades nos han llamado para que vayamos a presentar este método y muchos sacerdotes y laicos han venido a conocer nuestra realidad.
Hemos vivido una experiencia importante y significativa con las comunidades chinas que, tras haber oído hablar de este método de evangelización en el ámbito parroquial, vinieron a participar en el seminario internacional el año pasado.
También hemos visitado a las comunidades parroquiales de Brasil y de Venezuela, donde la experiencia de las células parroquiales ha producido otros centenares de células.
Otro momento significativo tuvo lugar en Irlanda, durante un seminario en el que yo mismo participé, con motivo de los veinte años de presencia de las células.
El pasado mes de enero, se reunieron en San Eustorgio los promotores de zona, como se llama a los que se ocupan de las células presentes en las diferentes regiones geográficas o lingüísticas del mundo.
Este encuentro fue la ocasión para poner en línea la web internacional de las células, que representa una buena herramienta de evangelización. Su dirección es www.cells-evangelization.org.
El encuentro también dio lugar a la formación del equipo internacional encargado de la formación de líderes y colíderes.
Además, nos permitió saber cómo y con qué amplitud las células se propagan por todo el mundo.
Hoy mismo he conocido el nacimiento de 17 células en una parroquia de Letonia y he sabido que treinta personas de esta parroquia participarán en el próximo seminario del 26 al 30 de mayo.
– ¿En qué países encuentra más seguidores esta manera diferente de vivir en parroquia?
Don Pigi: En Francia, Bélgica, Irlanda, Italia, Brasil, Venezuela, en los países de Europa del Este, etcétera.
En una palabra, allí donde la parroquia tiende a dormirse, las células pueden representar una ocasión para renovar a los sacerdotes y a los fieles laicos.
A través de la adoración perpetua, la sensibilización del pastor y este esfuerzo de evangelización, el ejercicio de la evangelización por los miembros de la célula y el líder, las células pueden producir este despertar deseado que lleva a la parroquia a dejarse de reconocer en este gigante dormido del que habla el cardenal Hume.
– ¿Son receptivas las parroquias francesas?
Don Pigi: Francia ha respondido con mucho entusiasmo a esta propuesta de nueva evangelización que representan las células, sobre todo porque los porcentajes de asistencia a las iglesias, que no llegan al 5%, eran extremadamente preocupantes.
Esta posibilidad ha abierto el corazón de pastores y de fieles laicos a la necesidad de frenar esta situación de alejamiento de la fe y en muchos de los casos, este freno ha funcionado realmente bien.
Numerosas parroquias, apoyadas por las enseñanzas pontificales, han vuelto a descubrir la necesidad de reaccionar a la reducción progresiva de fieles, participando en una evangelización firme, basada en el mandato mismo de Jesús a la Iglesia: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes” (Mt 28,19).
Las células practican esta experiencia de evangelización desde hace más de veinte años.
– En este seminario, habrá una jornada dedicada al “sacerdote de la nueva evangelización”, imagino que en relación con el Año Sacerdotal proclamado por Benedicto XVI. Explíquenos la importancia de esa jornada.
Don Pigi: Efectivamente, durante este 21º seminario, que tendrá lugar del 26 al 30 de mayo, la jornada del 27 se consagrará a los sacerdotes.
Esta jornada debe su importancia al hecho de que la nueva evangelización sólo podrá lograrse si, sostenida por el Espíritu Santo, ve a los pastores comprometerse en primera línea. Es una necesidad que afecta a todo el mundo.
Tendremos la oportunidad de mantener un encuentro con sacerdotes de cada continente y de muchas naciones con los que intentaremos descubrir la vocación específica del sacerdote en la evangelización.
Al mismo tiempo, proporcionaremos la posibilidad de explorar un método que, como se dice en el Decreto de reconocimiento del Consejo Pontificio para los Laicos, puede “ofrecer, con la ayuda de la Gracia divina, oportunidades de conversión personal y comunitaria, sabiendo que evangelizar es la vocación misma de la Iglesia; una conciencia a transmitir a los fieles laicos que, por su pertenencia a la Iglesia, arraigada en el sacramento del bautismo, tienen por vocación la misión de anunciar el Evangelio, y están después llamados a renovar su adhesión a la parroquia para que ésta se convierta en una comunidad de fe ardiente y dirigida a la evangelización de los más alejados”.
– Hace un año que el Consejo Pontificio os pidió garantizar la continuidad de este método de evangelización. ¿Qué siente hoy frente a esta gran misión en un mundo como el actual?
Don Pigi: Estoy aterrado, porque se me confía una misión verdaderamente superior a mis capacidades.
Pero me fío completamente del Espíritu Santo, que, ya desde los inicios de mi presencia en St. Eustorgio, a través del Proverbio 16,3, me sugirió: “Encomienda tus obras a Yahveh y tus proyectos se llevarán a cabo”.
Aquí no se trata de un proyecto para mí, sino de un cargo a asumir, con la ayuda de la gracia divina; esta misma tarea que cada bautizado debe sentir como propia y que Jesús, al prepararse para salir de la escena del mundo, confía a la Iglesia desde entonces.
Este descubrimiento cambió radicalmente mi vida. Dejé muchas actividades y hobbies que, más allá de su legitimidad incuestionable, podían constituir un obstáculo para mi compromiso como cura y evangelizador.
Cuando, en 1986, descubrí en América, en la parroquia de San Bonifacio en Penbroke Pines, dirigida por el padre Michael Eivers, una nueva parroquia, ardiente de amor por Jesús y capaz de una evangelización correspondiente a su misma naturaliza (“La Iglesia existe para evangelizar” Evangelii Nuntiandi n. 14), viví en mí una conversión inicial que, poco a poco, se ha convertido en elemento motor, la razón misma de mi sacerdocio, hasta el punto de pensar toda la actividad de la parroquia en términos de evangelización.
Pero cuanto más pensaba en la posibilidad de un reconocimiento pontificio de esta realidad, más ansioso me sentía por luchar y dedicar mi energía al provecho de esta nueva evangelización, a pesar de las numerosas dificultades.
Esta situación que vivía, sostenido por la fuerza del Espíritu Santo y por la adoración eucarística perpetua, contagió a los laicos de mi comunidad, ante los cuales se abrieron nuevos horizontes de compromiso para la promoción del Reino de Cristo entre las personas de su propio entorno.
Actualmente, este compromiso que la Iglesia me ha confiado, yo lo confío a mi vez, y con gran convicción, a la acción discreta del Espíritu Santo (E.N. n.75) que, realmente, sabrá conducir esta experiencia hacia el resultado de una nueva evangelización.
[Entrevista realizada por Isabelle Cousturié, traducción del francés por Patricia Navas]