Carlos Montemayor: El Cuidador de la palabra

 

La resonancia que tuvo la inesperada muerte de Carlos Montemayor, el fervor de un inmenso número de lectores de múltiples territorios de la vida nacional, el impacto en las esferas políticas y académicas, y sobre todo la generalizada sensación de pérdida, de orfandad en tantos ámbitos, sonó especialmente recio entre los escritores, intelectuales y movimientos indígenas. Lo veían, lo ven, como un maestro fraterno que los supo comprender. Que aprendió de ellos.

Para sumarse al amplio reconocimiento a Montemayor, Ojarasca presenta el testimonio del escritor tseltal Armando Sánchez Gómez sobre la huella del escritor en las también literariamente fértiles tierras chiapanecas. A manera de homenaje a su impulso determinante para las literaturas en lenguas mexicanas, ofrecemos a nuestros lectores poesía de cinco autores, en cinco idiomas distintos. En particular la malograda poeta rarámuri Dolores Batista, muy admirada por su paisano Carlos Montemayor. Ella nombra “flores” a nuestras lenguas. Sea esta pequeña fiesta de la palabra como despedirlo con un baile, algo que ciertos pueblos acostumbran hacer con sus seres queridos.

  

Kanan k’op:

  

El cuidador de palabra

Armando Sánchez Gómez


Tabasco

En aquel tiempo del mayo de 1993, le entendí su corazón, su alma y su mente por la sensibilidad y el amor a los idiomas tseltales y tsotsiles de Chiapas. La visión del maestro Carlos Montemayor radica en dar su lugar a las lenguas y a la escritura de las lenguas indígenas en la literatura universal, de ahí su gran interés en la publicación de libros bilingües en los géneros de poema, cuento, relato y plegarias de los ancianos, así como fomentar el aprecio de la palabra antigua en las nuevas generaciones.

Dijo silenciosamente desde la fina ternura, desde su p’ijil yo’tan; sabiduría del corazón:

“Sólo vine con ustedes, a ofrendar una semilla de nuestra palabra, de nuestra escritura. Que nuestra escritura florezca como el follaje de la milpa, como la enredadera del xbojt’il chenejk’ (frijol grande que crece en los Altos de Chiapas), como la trepadora del bejuco, si ustedes leen y escriben nuestro tseltal, nuestro tsotsil, palabras mayores y excelsas de nuestro pueblo, de nuestra abuela y abuelo, así no la dejarán morir, si muriera, moriremos todos, no seremos historia como ahora, pero sí, historia de la escritura en el cuento, en el poema, en el relato y en las plegarias”.

Llegó a Chiapas a coordinar un taller literario en idiomas, con un grupo de jóvenes para formarse en la escritura y la lectura:

Con la luz de sus ojos,

el niño,

atrapa peces en las hojas.

Fue un privilegio haber asistido al taller literario del maestro Carlos Montemayor que duró sólo tres días, pero fue grande el aprendizaje. La metodología del taller fue escribir primero en los idiomas tseltal-tsotsil basado en cuentos y relatos, el maestro sólo oía y escuchaba el sonido, el ritmo y la cadencia de la lengua.

El producto del taller literario fue la segunda y la tercera Colección Letras Mayas Contemporáneas. Chiapas.

Como metodología para ser poeta con las lenguas indígenas, recomendó oír y escuchar primero las plegarias de los ancianos, para comprobar su teoría, él mismo viajó a las comunidades de Chenalhó para presenciar las ceremonias.

Yo, como escritor y poeta tuve la oportunidad de trabajar y convivir cinco veces con él y me fue suficiente para seguir escribiendo trabajos artísticos y literarios hasta hoy en día. En el cuarto encuentro le dije: “Maestro, tengo dos obras dispuesto a publicarlas, una con premio nacional y estatal”. él me dijo:

“Mándame lo más pronto posible para enviarla ya a la imprenta”. Así fue que publiqué tres obras literarias: Xjajchibbal xchiknantesel lum sok ch’ab (Fundaciones y rezos), Sk’op lum k’inal (Voces de la naturaleza) y Xch’unel yot’an jme’tatik ta ts’umbajel ixim (Creencia de nuestro padres en la siembra del maíz).

Dejamos pasar varios años y volvimos a encontrarnos en mayo, pero del 2009, en el taller del Centro Estatal de Lenguas, Arte y Literaturas Indígenas “Jornadas de Análisis de las Artes Indígenas de Literatura Maya-Zoque de Chiapas”. Nos volvimos a ver y con su valor humano dijo:

“Ustedes aún no se envejecen”. Le respondimos: “Nosotros nacimos en la luna tierna, por eso seguimos sin canas, así dice la sabiduría de nuestras abuelas”. Entramos al taller y volvió a confirmar aquella teoría literaria dada quince años atrás con las lenguas indígenas: “La gran calidad de la lengua se encuentra en los rezos, al escuchar, al aprender y al analizar; base de la identidad, como el guaraní, el tseltal y el tsotsil”. Para él, el recurso literario de las lenguas indígenas no sería la forma estrófica, ni el número silábico, sino el tipo de ritmo, tonales bajas y altas.

Su última recomendación para los escritores chiapanecos fue: “Que el trabajo literario se escriba con un verdadero amor y el compromiso de escribir a las lenguas indígenas”. Y como última gestión promovió la adquisición de la Casa de Escritores en Lenguas Indígenas en la que fuera casa del militar luchador Francisco Javier Mina, ubicada en el centro histórico de la ciudad de México.

Esta entrada fue publicada en Mundo.