El Señor de La Piedad
Del Pueblo de Jurica
José Félix Zavala
Esta “Velación” al Señor de La Piedad en el pueblo de Jurica es uno de los eventos religiosos y culturales únicos en nuestro estado y ciudad, que no ha tenido la repercusión nacional e internacional que le corresponde.
Señor de La Piedad:
Salva a los atribulados
Compadécete de los humildes
Levanta a los caídos
Muéstrate a los necesitados
Vuelve a los extraviados de tu pueblo
Alimenta a los hambrientos…
El pueblo de Jurica o lugar de La Salud, resiste en medio de dos emporios civilizatorios occidentales, su secreto, El Señor de La Piedad, que este Viernes Santo siguió manteniendo la cultura milenaria mesoamericana en todo su esplendor y con ella su fe.
Su antigua capilla, sus dos “calvarios”, su sacristía, más su mezquite milagroso, que se enreda entre el exterior e interior del templo y los contornos, fueron adornados con papel dorado, al puro estilo mesomericano, como nos narran los códices.
En el templo “nuevo” la tarde del Viernes Santo y el sábado, estuvo tendido como un príncipe y cubierto con una hermosa y gigantesca capa negra bordada, El Señor de La Piedad, el hijo del Dios vivo había sido sacrificado; mientras el copal oloroso nublaba la escena, los coros y los rezos, con la entonación propia de quien vela con dolor, lo invocan, las jaulas con parejas de torcazas, llorando al unísono, señalan prisioneros a los pobladores milenarios de un territorio y un pueblo que se ha venido arrinconando junto con su cultura madre, resistiéndose a morir.
En la capilla antigua “La Dolorosa” recibe el duelo, en las capillas pozas o “calvarios” bellamente decorados se anuncia al estilo mesoamericano el luto que cubre al pueblo de Jurica.
Desde Santa María Magdalena hasta Juriquilla fueron sus dominios y sus conquistas llegaban a la Velacion, lo mismo que desde Tlacote, San Miguelito, la zona aledaña al Pueblito, la región que hoy conocemos como San José de Los Olvera, la región del Mezquital o Los Apaseos y hasta del Valle de México.
Como todo pueblo originario y milenario camina en procesión con El Señor de La Piedad, durante todos los cinco días perdidos o en la llamada Semana Mayor.
Este sábado antes llamado de “gloria”, se realiza la “bendición del atole” y la quema de los Judas, es la convivencia comunitaria de un pueblo milenario que se distribuye organizadamente.
Unas mujeres lloran y acompañan al Señor de La Piedad, otras preparan los alimentos para todo el pueblo; Los varones corren de un lado a otro, al mando del mayordomo dando puntual cumplimiento a sus actividades para los adornos, la banda, el castillo, la fiesta que reúne y unifica.
Todos, al platicar sobre la fiesta y sus costumbres, recuerdan y dicen “mis abuelos me contaron…”
Que el mezquite que se enreda entre las paredes del templo, que florece aún, fue la salvación de muchos de ellos durante la gran inundación, dicen otros…
Fue la Nochebuena de 1672 cuando varios pastores reunidos alrededor de una fogata descubrieron que el tronco de un arbusto de Tepame, no se consumía entre las brasas.
Al retirarlo de la hoguera descubrieron que la madera se asemejaba a una figura humana.
Era un Cristo milagroso.
Eso cuentan nuestros antepasados, que muchos tratan de leyenda, después siguen narrando, llegaron unos peregrinos que dijeron ser talladores de imágenes y a ellos les dijeron, ah pues tenemos esto…y los visitantes le dieron el acabado.
La imagen viajó por varios poblados, para finalmente quedar bajo el resguardo del pueblo de Aramutarillo, lugar que finalmente cambió de nombre por el de La Piedad.
A los purépechas habitantes del poniente de Querétaro llegó esta devoción, que tiene su fiesta cada Nochebuena.