«Las batallas de la memoria» de Julio Figueroa

Las batallas de la memoria

Julio Figueroa

A Andrea Albarrán,
chava vivísima
de los veloces dos mil

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Si hoy viviera Mariana tendría 90 años y JEP tiene 70. Qué historia tan imposible ésa. Pero la quise y la quiero. Es parte de mi vida. Palabra. La ciudad, el atroz paso del tiempo, el amor imposible. ¿El único que vale la pena?

¿Cuántas veces he leído la narración? Me acuerdo, no me acuerdo, claro que me acuerdo: la leí por primera vez un sábado en el Sábado del Unomásuno y de Fernando Benítez en 1980. La leí cuando apareció en libro en la editorial ERA en 1981. La leí varias veces en los 80 y los 90 para escribir alguna nota (“La conciencia de las palabras”, Proceso 484, 10-II-86, p. 59). Tras 19 reimpresiones hasta 1998, la leí en la segunda edición corregida por el autor en 1999. La he leído otras veces en estos veloces y fugaces años 2000. La acabo de leer ahora como un callado homenaje y reconocimiento al cuarto Premio Cervantes mexicano (Paz, Fuentes, Pitol) 2009: José Emilio Pacheco Berny (México, 30-VI-39).

¡Cuántas cosas mete en tan poco espacio y tan limpiamente! Eso que se ve tan fácil y simple es pura maestría literaria. Cada palabra y cada nombre son un saca-recuerdos del México del medio siglo pasado. Sin nostalgias. Sin aspavientos. Sin temores. Pura melancolía de la memoria crítica despiadada. La saudade: pinche tristeza bonita porque lo que pasó ya pasó pero pasó y sigue vivo, vibrando, gracias a la literatura.

Es un librito rico e inagotable en sus detalles y poderoso y conmovedor en sus tres historias centrales: el peso del paso del tiempo, el amor tiernísimo del primer amor y el entrañable monstruo de la ciudad de México. Más varias historias colaterales: la invasión cultural gringa, la centenaria corrupción mexicana, la doble moral tan familiar, personal y colectiva, los extremos que se ensanchan entre los ricos y los pobres: Rosales y Carlitos, el paso de la infancia a la edad adulta, etc., y de pronto el giro fantástico y la premonición del temblor del 85. Todo eso y más en apenas 68 páginas.

–Qué antigua, qué remota, qué imposible esta historia. Pero existió Mariana, existió Jim, existió cuanto me he repetido después de tanto tiempo de rehusarme a enfrentarlo. Nunca sabré si el suicidio fue cierto. Jamás volví a ver a Rosales ni a nadie de aquella época. Demolieron la escuela, demolieron el edificio de Mariana, demolieron mi casa, demolieron la colonia Roma. Se acabó esa ciudad. Terminó aquel país. No hay memoria del México de aquellos años. Y a nadie le importa: de ese horror quién puede tener nostalgia. Todo pasó como pasan los discos en la sinfonola. Nunca sabré si aún vive Mariana. Si viviera tendría 90 años.

¿Qué resortes íntimos tocan Las batallas en el desierto (México, ERA, 1981, 68 pp.)? La infancia perdida, la ciudad perdida, el amor perdido, el tiempo perdido, el país perdido, México perdido, todo perdido, la vida perdida… ¡Lo que pasó ya pasó pero porque pasó aquí está, gracias a la maestría literaria de José Emilio, en una novelita diáfana y crítica y entrañable!

Hoy, en la Edad del Padre Maciel y la Derrota de la Iglesia Católica, ¿cómo podremos los viejos confesar cuánto nos atraen los cuerpos juveniles? Ay, ay, otro amor secreto e imposible. Obsesión. “Por alto esté el cielo en el mundo, por hondo que sea el mar profundo, no habrá una barrera en el mundo que mi amor profundo no rompa por ti”.

–Lo que pasó ya pasó pero hay que alegrarnos porque pasó y está aquí adentro vibrando y no ha pasado ni se ha esfumado. Palabra.

José Emilio Pacheco, noviembre de 2008.
Foto: José Antonio López / Archivo La Jornada
La Jornada Semanal 746,
21-Junio-2009.

Un clásico vivo mexicano universal. El señor de los desastres y del pesimismo creativo. JEP 2010:

–Ay Cuernavaca: de la eterna primavera a la eterna balacera y el eterno descanso.

José Emilio Pacheco en su discurso de recepción del Premio Cervantes 2009:

–Nada de lo que ocurre en este cruel 2010, de los terremotos a la nube de ceniza, de la miseria creciente a la inusitada violencia que devasta países como México, era previsible al comenzar el año… Todo cambia día a día, todo se corrompe, todo se destruye. Sin embargo, en medio de la catástrofe, al centro del horror que nos cerca por todas partes, siguen en pie, y hoy como nunca son capaces de darnos respuestas, el misterio y la gloria del Quijote.

–El personaje de Cervantes me abrió los ojos a otra realidad llamada ficción.

–El Quijote es muchas cosas, pero es también la venganza contra todo lo que Cervantes sufrió hasta el último día de su existencia.

–No hay en la literatura española una vida más llena de humillaciones y fracasos que la del autor del Quijote. Me gustaría que el premio Cervantes hubiera sido para Cervantes. Cómo hubiera aliviado sus últimos años el recibirlo. Se sabe que el inmenso éxito de su libro en poco o nada remedió su penuria. Cuánto nos duele verlo o ver a su rival Lope de Vega humillándose ante los duques, condes y marqueses.

–La situación sólo ha cambiado de nombres. Casi todos los escritores somos, a querer o no, miembros de una orden mendicante. No es culpa de nuestra vileza esencial sino de un acontecimiento ya bimilenario que tiende a agudizarse en la era electrónica.

José Emilio Pacheco

durante el comienzo de la lectura de El Quijote

en la capital española, con motivo del

Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor,

que este viernes se conmemora. Foto Notimex.

La Jornada, México, 23-IV-2010.

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda… Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza…

Por no usar tirantes…

JEP:

–Buen argumento contra la vanidad,

jajajajjjaajjaja.

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José Emilio Pacheco, presa de los nervios

Foto Reuters

Celebración de la palabra escrita

Hay que leer mucho, escribir mucho y publicar poco, recomienda Pacheco

El premio Cervantes 2009 charló con jóvenes lectores

y estudiantes de secundaria

“Escribo versos y eso de poesía depende de ustedes”,

afirma en la capital española

(La Jornada, 24-IV-2010).