México: Un Bicentenario y Un Centenario
Querétaro: Un Bicentenario y Un Centenario
Félix Osores Sotomayor, cura de la parroquia de Santa Ana, para 1810 ya tenía una gran importancia política local. Era una persona reconocida, abogado aprobado por la Real Audiencia, el Ilustre Colegio de Letrados lo había nombrado Vicerrector en Querétaro y, como la mayoría del clero diocesano y los religiosos de Querétaro, Félix Osores vivió los acontecimientos del inicio de la independencia del lado de los realistas.
Es importante saber que el grito de combate de los rebeldes mexicanos dirigidos por el cura Hidalgo ¡Abajo el mal gobierno! ¡Muerte a los gachupines! ¡Viva la religión! era característico de la situación sociopolítica en las que el resentimiento con los españoles originarios de la península estaba extendido ya que estos pretendían un monopolio sobre los cargos políticos, militares y eclesiásticos supremos.
Párroco, regidor y sargento eran los más altos cargos a los que podían acceder los criollos que, de esta manera padecían de una marginación social y económica, su antagonismo fue tan lejos que llegó a haber parroquias separadas para los llamados chapetones y otras para los criollos.
La reacción de los obispos mexicanos al levantamiento de Hidalgo fue inequívoca. Al cabo de ocho días de iniciada la revuelta, el recién nombrado obispo de Michoacán Manuel Abad y Queipo excomulgó a Hidalgo, esta medida fue apoyada por el Arzobispo Francisco Lizana y toda la jerarquía que se solidarizó con ambos.
Después de que apresaron a Hidalgo en 1811 y a Morelos en 1815, se echó mano de la inquisición como arma política contra los luchadores por la independencia. La culpabilidad principal cayó sobre Hidalgo. Algunos se preguntan si la conducta de Hidalgo no era parecida, aunque en sentido contrario, a la de los sacerdotes adictos al dominio español que tergiversaron los hechos y convirtieron un tribunal de la fe en un instrumento político.
En México fueron fusilados ciento veinticinco sacerdotes por apoyar la lucha de independencia, pero en toda América su número llegó a los ocho mil.
Los criollos que al inicio de la guerra de independencia estuvieron del lado de los realistas vieron con disgusto llegar las tropas importadas de Europa, la abierta preferencia que los gachupines les dispensaban y los premios que les otorgaban, inclusive el comercio interior al mayoreo llegó a depender de los militares, enriqueciéndolos de manera muy notable, es así que los criollos tanto militares como religiosos y comerciantes estuvieron dispuestos a unirse a la guerra de independencia.
Como un hecho claro podemos ver cómo el jefe del Ejército Realista Agustín de Iturbide toma la ciudad de Querétaro ya como jefe del Ejército independentista y, Domingo Loaces, gobernador de la ciudad se rinde a Iturbide quien a su vez nombra a Miguel Torres como jefe militar y a Juan José García Enríquez como jefe político, mientras los curas y frailes que estaban a favor del imperio comenzaron a predicar a favor de la independencia y entre ellos destacó el famoso cura de Santa Ana: Félix Osores Soto Mayor.
José Félix Zavala
Seis de Cuarenta