Convento de Santa Teresa de Jesús de Carmelitas Descalzas
“Dulcísimo Nombre de Jesús”
En el año de 1614 se funda en esta ciudad, con la contrariedad de los franciscanos, el convento de los carmelitas descalzos, de la provincia de San Alberto de México, siendo Papa Paulo V y rey de España Felipe lll y su primera construcción de las tres que tuvo, fue a cargo de Francisco de Chavida.
Su primer prior fue Fray Pedro de la Concepción y el gran arquitecto creador de los planos fue el fraile, Andrés de San Miguel. Para esta fundación donó su casa y el quinto de sus bienes, la Sra. Isabel González, esposa de Francisco de Medina.
Posteriormente el convento fue ampliado gracias al benefactor, Juan Caballero y Osio quien lo dotó de todo los accesorios necesarios, incluyendo el famoso Cristo, conocido como “El Señor de los Trabajos”.
El templo y convento del Carmen fue por tercera vez reedificado, debido a ser muy chico y obscuro, al decir de los frailes. Esta vez por los propios carmelitas, terminando el claustro en 1756 y el templo en 1759, con muy bellos colaterales.
En el año de 1755 el Capitán de la Acordada, José Velásquez de Lorea, fundó una cofradía para el culto al Santo Cristo de los Trabajos o de otra manera llamado “El Señor de Santa Teresa”.
Se venera en este templo una maravillosa imagen, obra grandiosa de Mariano Perrusquía, está en el nicho principal del retablo del presbiterio o mayor y es de la advocación de Nuestra Señora del Carmen.
Durante el sitio de Querétaro, este convento fue usado como cuartel, por parte de los imperialistas, sus campanas fundidas. Después fue ocupado por el General Mariano Escobedo.
La Sra. Petronila García, esposa del periodista Hipólito Alberto Vieytes, consiguió del gobierno, que el templo se abriera al culto y fue entregado al fraile Juan José de la Soledad Barrios, capellán de las monjas de Teresitas, que dio principio a su reconstrucción con dinero de su propiedad.
Cinco años más tarde fue abierto al público y bendecido por el segundo obispo de Querétaro Ramón Camacho, el 25 de julio de 1875. Mientras fue recibido por los carmelitas, estuvo al frente el Pbro. Braulio Guerra.
A este convento perteneció la Hacienda de Chichimequillas, que fue vendida al presidente de México, Mariano Arista, por el provincial de los carmelitas, Ángelo Ma. De San José, en el año de 1851 y en contra del prior del convento, Fray Ángelo Ma. De la Luz, por lo que volvió por corto tiempo a ser propiedad de este convento, posteriormente con las leyes de reforma les fue expropiada.
Perteneció también a este convento el famoso “Portal de Carmelitas”, ubicado frente al Jardín Zenea, casi llegando a la actual calle de Madero, estando sobre la calle de Juárez, privando a la ciudad de otro de los muchos elementos que perdió en el primer cuadro de la ciudad.
También eran propietarios los carmelitas de predios urbanos, casas y tiendas, obtenidas en el remate de los bienes del testamento de Alonso de Estrada Altamirano en 1702, por el entonces prior del Carmen Fray Miguel de San José.
En 1847 vendieron el Portal de Carmelitas y varias de sus casas a José González de Cosío, padre de Francisco González de Cosío, Gobernador de Querétaro por treinta años, durante la dictadura de Porfirio Díaz y en 1908, este gobernador cerró el portal y destruyó la casa.
Ahora los altares del presbiterio, crucero y laterales son de estilo neoclásico, la reconstrucción actual, que no es ni sombra de lo que fue este templo y convento del Carmen, se debe al arquitecto Vicente Jiménez.
En el retablo del altar mayor hay dos lienzos de 1914, ejecutados por Rivas, en las pechinas los lienzos parecen ser del siglo XVlll y contienen a doctores de la Iglesia, pertenecientes a los carmelitas. Son: San Cirilo, San Juan de la Cruz, San Pedro Tomás y Santa Teresa de Jesús.
En la sacristía existe un lienzo, ya intervenido, con el tema del patrocinio de la Virgen, a la orden carmelitana.
El Señor de los Trabajos, cuyo culto se encuentra documentado desde 1685, fue trasladado al convento de Teresitas en 1804 y regresado posteriormente al templo del Carmen.
Antonia Gómez Rodríguez Pedroso y Soria de Pedroso, Marquesa de Selvanevada, viuda de Manuel Rodríguez de Pinillos López Montero y García Cortez, renunciando a su título y al mayorazgo a favor de su hija mayor, entró de criada al convento de San Jerónimo, en la ciudad de México.
Más tarde cedió su caudal de más de ciento cinco mil pesos para fundar en Querétaro un convento y enseguida tomó el hábito en el convento de Regina Coelli, también en la ciudad de México.
El 25 de junio de 1802 se expidió la cédula real para la fundación de dicho convento, iniciándose provisionalmente en una casa rentada en la calle de Posadas, junto al Mesón de San Antonio, las gestiones habían comenzado desde 1797…
Además de la marquesa de Selvanevada, entonces llamada sor Antonia De Los Dolores y posteriormente, Sor María Josefa de Santa Teresa, vinieron como fundadoras además de la marquesa, las carmelitas Sor María Bárbara de la Concepción, Sor María Ignacia de San Elías, María Eufrosina de San Juan Bautista y Sor María Clara de San Eliseo.
La celebración de la noticia del nuevo convento se celebró en Querétaro el 22 de octubre de 1802, con repiques de campanas y el 22 de abril de 1803 llegaron a Querétaro estas monjas fundadoras de “Teresitas”, alojándose en el Convento de Santa Clara y después llevadas solemnemente a su convento provisional por el clero secular y regular, además la población entera.
El día 21 de junio de 1803 se colocó la primera piedra del convento definitivo, con asistencia del Arzobispo de México, Francisco Xavier de Lizana. Los planos para el futuro convento fueron realizados por el arquitecto Manuel Tolsá y enviados a la corte española con una carta del virrey Miguel de la Grúa Talamanca y Branciforte el 20 de noviembre de 1797.
Manuel Tolsá era director de escultura de la Academia de San Carlos, en cuya junta ordinaria del 31 de octubre de 1797, fueron aprobados los planos del proyecto del mencionado convento, con un costo inicial de 57 mil 897 pesos y 7 reales, el costo total de la obra superó los cien mil pesos, excedente que fue pagado por el Coronel Antonio del Castillo y de la Llata y Loreto >Ma. Canal de Samaniego.
El proyecto de Manuel Tolsá, realizado sin saber siquiera donde iba a ser edificado nunca se realizó, sino que se contrató al arquitecto Pedro Ortiz, para realizar otro y ejecutarlo, la presencia del arquitecto Eduardo Tres Guerras, fue para la decoración que existe.
Entre ellas los frescos del coro, la pintura de ábside entre los ventanales, el apostolado de la sacristía, entre otras muchas obras más. El templo y convento son una joya del neoclásico.
El pórtico de entrada al templo esta formado por seis columnas estriadas jónicas, labradas en cantera y con capiteles que sostienen el arquitrabe, friso, cornisa, y un frontón moldurado, el muro que forma la fachada interior de este templo esta realizada con marcos ciegos simplistas, más tableros.
El altar mayor tiene un inmejorable ábside y un hermoso ciprés, el cuerpo del templo tiene tres bóvedas de arista y ábside esférico separadas por arcos de medio punto y una cornisa sostenida por catorce pilastras jónicas.
El convento es sobrio, con su entrada, portería, torno y locutorio, que da entrada a un patio de cuatro corredores con arcos de medio punto y fuente al centro y a través de un amplio pasillo se llega al segundo patio, los corredores de este patio están formados por arcos de medio punto y sólidas pilastras.
Tenía una amplia huerta con bardas muy altas y en ella la ermita, construida en octubre de 1812. Este convento funcionó solo 54 años y después de la exclaustración siguió el fin de todas las obras religiosas en México, vino su gran deterioro.