En el año de 1602, en capítulo celebrado en la provincia agustina de San Nicolás Tolentino de Michoacán, se acordó la fundación de un templo y convento en la ciudad de Querétaro, pero la oposición de la provincia agustina del Santo Nombre de Jesús de México, detuvo por años las aprobaciones reales y pontificias para poder realizar este convento, ya que consideraba que era su derecho el realizarlo ellos…
Fue hasta 1722 en la casa de Tomás Franco y en la adquirida con Juan Fernández de los Ríos cuando se adaptaron en esas casas, el convento y capilla, dando así inicio el convento agustino en esta ciudad. Esta obra provisional se realiza, en once meses y es bendecida el 9 de diciembre de 1728.
Posteriormente se compraron un solar y unas casas de la familia Padilla, anexas al incipiente convento, para dar a luz, años más tarde, al magnífico templo y convento que ahora conocemos, dedicado 17 años más tarde a Nuestra Señora de los Dolores…
El interior del templo estuvo dotado de magníficos retablos, espléndidas esculturas y adornos de plata, un retablo barroco en el altar mayor, tres retablos barrocos en los colaterales del lado del evangelio y cinco del lado de la epístola.
El antiguo convento fue dedicado a hospedería y en 1811 el virrey Francisco Javier Venegas lo tomó prestado para oficinas del Real Tributo, para 1830 fue este primer convento, aduana. De 1750 a 1850 este convento agustino tuvo estudios mayores de filosofía y Artes, lo mismo que de formación monástica para los frailes agustinos. Destacando como maestro, el queretano, miembro de esa orden, el fraile Lucas Centeno.
Desde 1621, como ya lo habíamos dicho, debió de haberse hecho este templo y convento, pero la lucha entre la provincia agustina de México, alegaba para sí, dicha fundación, pero por no haberlo realizado a tiempo le fue cedido el derecho a la provincia agustina de Michoacán.
En palabras de Valentín Frías, los esquilones de este templo son los mejores de la ciudad, los ángeles concheros que adornan el exterior de la cúpula son un magnífico honor al pueblo prehispánico de Querétaro y el Cristo de la Portada, el preciosísimo del arte en cantera de los artistas locales.
Por fin los trámites burocráticos se dieron el 4 de abril de 1724, cuando el marques, virrey de Casafuerte, pidió información al Vicario de Querétaro, para ver la posibilidad de instalar un convento de agustinos en esa ciudad. La cédula real se expidió el 1 de febrero de 1728, el 16 de febrero de ese mismo año les fue donada la casa de Juan Fernández de los Ríos y hasta el 4 de mayo de 1731 se colocó la primera piedra del actual edificio y templo inaugurado el 31 de octubre 1745.
El arquitecto fue Juan Manuel Villagómez. Existe una declaración de este alarife del 15 de octubre de 1762 de y haber mapeado y hecho el templo y convento del Carmen y San Agustín. Mariano de Las Casas con tan solo 10 años de edad en ese entonces le tocó dibujar dentro del taller de Villagómez, el templo y convento de los agustinos.
“La obra de los agustinos en Querétaro es espiritual, artística y cultural” dijo el fraile Nicolás Navarrete, se menciona a Francisco Ledo como maestro de obras, a Julián Rojas como decorador de interiores y del Cristo de la Portada, a Antonio Elexalde como retablista, cantero y tallista, entre otros artistas.
En 1867 templo y convento fueron convertidos en cuartel y en 1889 fue convertido en palacio federal y hasta 1987, fue dedicado el claustro barroquísimo, a Museo de Arte.
Es entre todos los claustros de México como diría el Corregidor de Querétaro sobre el convento agustino en la ciudad “El Primero de este reino, el de más renombre, único y singular por su situación, tamaño y proporción, se compone de proporcionadas medidas, hermoso artificio de sus portadas, bóvedas, cornisas, pilastras, arcos y demás piezas que lo adornan”.
Su Claustro tiene exquisitas molduras, los inferiores son de estilo toscano y los superiores corintios. La iglesia tiene un retablo mayor y dos colaterales en las pilastras del presbiterio, todos de talla, dorados, el mayor con sus columnas salomónicas y entrecalles, en cuyos nichos están colocados los cuatro evangelistas en estatuas muy bien labradas, cuatro doctores de la iglesia, los siete príncipes, una admirable imagen de nuestra Señora de los Dolores y una efigie de Cristo.
Los tres priores que estuvieron durante la fabricación de este templo y convento fueron los frailes: Luis Martínez Lucio, Carlos Benito de Burton y Felipe de Urbiola. Es uno de los edificios que más ilustran esta ciudad por estar curiosamente labrado.
Mencionar antes yo debo
Que la fachada del templo
Es obra acabada de arte
En la ciudad sin ejemplo
Y entre las muchas estatuas
Que colocó el arquitecto
Llamado de La Portada
Se ve un Cristo muy perfecto
El Cristo de la Portada por estar sobre la puerta
Es socorro pronto y amparo
De quien a él se encomienda.
En el tercer cuerpo de la fachada del templo de San Agustín tiene el hermosísimo y famosísimo Señor de la Portada, en un nicho, entre flores, hojas y vides. Su creador Julián Rojas debió de ser un escultor de altos vuelos, manejando como dice Anaya Larios, magistralmente el claro oscuro, el alto relieve, lo suntuoso y lo decorativo, en el nicho cruciforme, muy original, además de la sobriedad, la quietud y el hieratismo, en el Cristo de la Portada, que tiene una estatura media humana.