Querétaro inexpugnable de 1810 a 1821
José Félix Zavala
Nos cuenta Lucas Alamán que al comienzo de la guerra de independencia los insurgentes se acercaron a aquellas inmediaciones por el camino de San Miguel El Grande y se desató contra ellos una división de seiscientos hombres a las órdenes del Sargento Mayor Bernardo Tello, se componía de la infantería de Celaya, los Dragones de Sierra Gorda y una compañía de voluntarios de Celaya formada en Querétaro por españoles fugados de aquella ciudad, y fue en el Puerto de Carrozas donde se cargó el ataque con lo que dio lugar a que se sostuviera una acción de artillería contra los indios, dándose una gran mortandad y siendo desbaratados.
El último intento por parte de los insurgentes, al inicio de la independencia, por entrar a la ciudad de Querétaro se dio el 30 de octubre de 1810, levantados de Huichapan y San Juan del Río, al mando de Miguel Sánchez, que mal armados trataron de atacar a la ciudad de Querétaro por el rumbo del Convento de la Cruz, pero la ciudad estaba perfectamente fortificada por las tropas realistas de Querétaro y Celaya, y una caballería de la Sierra Gorda, más 14 cañones dispuestos en diferentes puntos, de tal suerte que dio el mismo resultado, una gran pérdida de indígenas y más de 300 misioneros.
La ciudad de Querétaro, el principal centro de la conspiración de la insurgencia, tuvo que permanecer en paz, ya que una vez descubierta dicha conspiración, el gobierno español envió refuerzos para guarnecer la plaza al mando del brigadier Ignacio García Rebollo y, en fosos y trincheras concertó todas las fuerzas disponibles y muchos españoles aportaron dinero, semillas y gente de sus haciendas, aunado a la predicación de los padres del Convento de La Cruz que sirvió para aplacar a la población que se mantuvo a la expectativa y prestaba ayuda secreta a los insurgentes para salir en pequeños grupos para unirse en la Sierra a los insurgentes.
Cabe reiterar que salvo la ciudad de Querétaro, todo el territorio del Corregimiento de Querétaro se levantó en armas desde un principio y numerosas partidas de insurgentes incursionaban en todos los pueblos y caminos de la Sierra Gorda.
Personas a los que los realistas consideraron forajidos, a quienes no se les puede negar en este Bicentenario los valiosos servicios que prestaron a la causa de la Independencia, manteniendo en zozobra a los españoles y sus propiedades.