La filosofía náhuatl conquista Rusia
Adriana Cortés Koloffon
La Jornada Semanal
–Doctor, acaba de publicarse una edición en ruso de La filosofía náhuatl, ¿hay otra anterior?
–Es de 1961, publicada por la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, y se apoya en la edición de la unam de 1959. La tradujo un español exiliado en Rusia después de la Guerra civil, Pedro Burguete, conocido del doctor Adolfo Sánchez Vázquez. Fue una sorpresa para mí porque antes no mantuve contacto con él o con algún otro. Al aparecer esa edición le pedí a una alumna mía, Eva Haba Usmany, que sabía muy bien ruso ,que me tradujera el prólogo y la parte final como apéndice, cosa que hizo. En esencia dice que soy progresista pero no marxista y, por lo tanto, los lectores deben complementar lo que allí presento. En ese apéndice citan al padre Ángel María Garibay junto con Marx, Engels y otros. Yo le decía al padre: “Mire usted en qué compañías tan buenas está.” Yuri Knorosov, quien inició el desciframiento de la escritura maya, hizo una reseña del libro, me la mandó; también la hice traducir; era muy elogiosa.
–¿Cuál es la historia de la edición en ruso publicada en 2010?
–Desde 1959 hasta ahora le he hecho varios añadidos a La filosofía náhuatl. Incluí un nuevo capítulo tratando de ver qué antecedentes podíamos encontrar más remotos del pensamiento indígena, por ejemplo a través de códices, de inscripciones y monumentos, tanto de Tula y hasta incluso ciertas referencias a Teotihuacan. Después añadí otro capítulo titulado: “¿En verdad hemos traducido la antigua palabra?” Me planteo en él qué aportan los textos en náhuatl que conocemos y si no es algo muy remoto ya respecto al pensamiento indígena que se expresaba de otras formas, en el caso de los mayas con escritura jeroglífica, en el de los nahuas también con una protoescritura y, sobre todo, con la enseñanza de los calmécac. La edición que los rusos publican en 2010 está traducida por Marina Burguete, hija del traductor de la versión de 1961. Se basa en la de 2009 hecha en la unam, cuando se conmemoraron los cincuenta años de la aparición de La filosofía náhuatl. Me escribieron de Rusia, de la Editorial Postum y les di autorización.
–¿Esta edición conserva el apéndice marxista de la de 1961?
–Cuando les pregunté a los editores si lo iban a conservar me dijeron: “No, porque eso ya no está de moda en Rusia.”
–¿Qué piensa del enfoque marxista que los rusos hicieron de su libro?
–Dado que tenían esa manera de pensar es natural que lo hicieran. Además era una editorial oficialista. En cierto modo es interesante que hicieran el esfuerzo de acercar el libro a ese otro esquema. Es como si te dicen que van a poner la Biblia en función del pensamiento budista; no deja de ser curioso; puede ser una necedad y a la vez tener cierto interés el diálogo intercultural.
–¿Qué tan conocida era la cultura náhuatl en los países de lenguas eslavas antes de que se tradujeran a ellas sus libros?
–En Rusia se conocía poco. Yuri Knorosov empezó desde los años cincuenta a descifrar la escritura maya. Él era especialista en escrituras orientales. Fue soldado en la segunda guerra mundial. Cuando los rusos tomaron Berlín habían saqueado la Biblioteca Pública de Berlín. Él se encontró un libro que también tengo yo, por cierto: una edición de los tres códices mayas prehispánicos que hicieron los hermanos Villacorta en Guatemala. Es una edición con dibujos a mano, no es ninguna edición crítica. De todas formas le cautivó tanto que se dedicó a estudiar la escritura maya. Fray Diego de Landa, que primero fue misionero y luego obispo, en La relación de Yucatán tiene un “alfabeto” –que en realidad es un silabario–; Knorosov basa sus investigaciones en la Relación, de Diego de Landa. Creo que la cultura maya empezó a despertar en la Unión Soviética el interés por Mesoamérica. Yo promoví que le dieran el Águila Azteca a Knorosov quien fue una figura importantísima y murió en la miseria más absoluta. Creo que la publicación de esta nueva versión de La filosofía náhuatl responde a que había interés en la edición de ’61, que realmente circuló y probablemente tuvo reimpresiones; no me consta; nunca me las dieron.
–¿Tiene otros libros publicados en lenguas eslavas?
–La visión de los vencidos y Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares están publicados en polaco, checo y serbio. Actualmente se prepara otra edición de La filosofía náhuatl en Zagreb y aparecerá en croata.
–¿Pensó usted en establecer un paralelismo entre las culturas griega y náhuatl cuando escribió La filosofía náhuatl?
–Había estudiado el pensamiento griego. Cuando cayeron en mis manos las traducciones del padre Garibay, sobre todo La poesía indígena de la altiplanicie, en la Biblioteca del Estudiante, y más tarde la Historia de la literatura náhuatl, había estado haciendo mi tesis de maestría sobre Las dos fuentes de la moral y la religión, de Henri Bergson. Al leer las traducciones del doctor Garibay, se me venían a la mente algunos textos de los presocráticos. Los textos nahuas dicen: “¿Cómo podré decir palabras verdaderas en la Tierra? Nada permanece, todo es como una joya de jade que se hace pedazos.” Entonces dije: ¡Heráclito! Desde luego que el pensamiento náhuatl –que implica una concepción estética de la existencia, “flor y canto– es muy distinto de las elucubraciones griegas, sobre todo las de filósofos como Aristóteles. Trabajé con el padre Garibay durante quince años hasta su muerte. Sigo fascinado con el pensamiento y la cultura mesoamericanas.
Mi Seminario de cultura náhuatl tiene ya cincuenta y tres años de actividad, y Estudios de cultura náhuatl que fundé con el padre Garibay va ya en el volumen 41. Además, está por salir en el Fondo de Cultura Económica una reimpresión de los Huehuetlatolli, testimonios de la sabiduría indígena, las palabras de los ancianos que edité años antes con Librado Silva Galeana. Es uno de los setenta y cinco títulos que republicará el Fondo con motivo de los setenta y cinco años que cumplió en 2009. Y sigo trabajando.