Mezcla de culturas
El Nobel de Literatura francés participó en el foro del Museo Nacional de Antropología
Le Clézio rechaza “la idea de que existe el mestizaje físico”
Los fantasmas de la civilización colonizadora envenenan las relaciones entre comunidades, asevera
Sí somos un pueblo mestizo, ¡y a mucha honra!, sostiene Miguel León-Portilla
Jean-Marie Gustave Le Clézio, ayer, durante su disertación en el encuentro que este miércoles termina en el recinto de Reforma y Gandhi, bosque de ChapultepecFoto Carlos Ramos Mamahua
Ericka Montaño Garfias
La Jornada
Mestizaje cultural sí, mestizaje físico no. Fue el planteamiento que el premio Nobel de Literatura 2008, Jean-Marie Gustave Le Clézio, trajo al encuentro El mestizaje mexicano, que se desarrolla en el Museo Nacional de Antropología, donde el historiador mexicano Miguel León-Portilla descartó que el inicio de ese proceso haya sido producto sólo de la violencia o el concubinato.
“Rechazo completamente la idea de que existe el mestizaje físico”, aseveró Le Clézio a los medios de comunicación que se acercaron al finalizar su conferencia El mestizaje cultural en la actualidad, en el que marcó el camino que ha seguido la mezcla de culturas tras la llegada de los europeos a América.
“No quiero hablar del mestizaje físico, porque creo que no existe. Como dicen en árabe, somos todos hijos de Adán, o descendientes de la Eva africana; Lucy, somos el resultado de un abrazo de millones de años”, dijo el autor franco-mauritano y enunció entre los temas de su ponencia: fuerzas intelectuales, fuerzas populares, vocabulario discriminador, líneas de ruptura e interculturalidad, que es precisamente uno de los temas que lo obsesionan en la actualidad: la relación entre culturas de manera igualitaria.
También historia, lengua, religión, homenajes a Sor Juana Inés de la Cruz y Juan Rulfo, el recuento breve de lo que significa la muerte del último monarca purépecha Tangaxoan Tzinzicha para la mezcla de culturas y cuyo juicio y muerte están narrados en Relación de Michoacán, tema en el cual el premio Nobel es especialista.
Las fronteras, filtros crueles
Al final de su disertación, Le Clézio estimó que “la cuestión del mestizaje cultural queda pendiente, únicamente porque las fuerzas políticas y económicas están desequilibrando el mundo contemporáneo a pesar del mito de la globalización. Si la globalización causa problema hoy es porque la comunicación y la transmisión de la cultura se hace en un solo sentido. Es porque la frontera, esa línea imaginaria, separa a los que poseen todo –el agua potable, los alimentos, la medicina y la educación– de los que no poseen nada”.
Las fronteras “se han vuelto filtros crueles. De los países pobres a los países ricos el flujo de materias primas y de mano de obra puede pasar, pero no reciben los frutos del progreso. Los inventos, las artes pueden cruzar, pero no los seres humanos. Hoy, en un mundo de egoísmo y rapiña, todo se exporta menos la humanidad”.
Advirtió que el antiguo sistema de castas fue sustituido por uno “no menos caricatural e injusto” que descarta la tendencia natural a mezclarse. “La criminal apología de la pureza étnica se sustituyó por la convicción de que en ciertas religiones del planeta, herederas de la pretendida civilización clásica, se desarrolla una civilización perfecta, la única que merece el apellido de modelo universal. En esas sociedades de alto nivel, encerradas en sus privilegios, la vida tiene más valor, sus ciudadanos son maestros del destino, los únicos capaces de mandar en el universo y decidir en el nombre de los demás.”
Esta situación es peligrosa porque contiene el fermento de las guerras del futuro, por lo que “el único ideal es el ideal intercultural”.
Dedicar su discurso al mestizaje, “noción arcaica y completamente fuera de lo real cotidiano de nuestro mundo superconectado, no fue vano. Vemos que los viejos y obsesivos fantasmas de la civilización colonizadora no han desaparecido, están presentes, envenenan las relaciones entre comunidades, entre naciones. A veces, de las cenizas mal apagadas del racismo pueden surgir las llamas que prenden fuego a pueblos enteros, lo sabemos después de tantos crímenes y baños de sangre de la Segunda Guerra Mundial, hasta Biafra, Kosovo, Pakistán, Guatemala, Uganda.
“Si la literatura tiene un papel, creo que es el de la vigilancia por su práctica del mestizaje cultural, por compartir, que es la meta de los libros, por su tendencia a abrazar a la humanidad en su integralidad. El escritor es generalmente un buen guardián de la paz. Se llama Cervantes o Shakespeare, Proust, Óscar Wilde. Se llama Nezahualcóyotl, Vasconcelos, Octavio Paz, Gilberto Owen.
“Se llama, más que todos, Juan Rulfo con su genio de la compasión; sus lecciones no son morales: son lecciones para convivir.”
Le Clézio trabaja en un libro de ensayos acerca del autor de El llano en llamas, Sor Juana y Luis González, así como en una novela y un libro de cuentos.
Dos herencias, por lo menos
Miguel León-Portilla disertó, con su tradicional estilo y sentido del humor para contar la historia, acerca del mestizaje biológico y cultural en la ponencia que tituló Mestizaje a raíz de la conquista.
“El tema del mestizaje provoca reacciones a veces muy encontradas; la palabra nos recuerda a una serie de mestizaje, una serie de palabras que terminan igual: coyotaje, chantaje…”
El primer punto fue rechazar la afirmación, “dicha hasta la náusea”, de que el mestizaje se inició con base en violaciones y concubinatos porque no había mujeres españolas.
El historiador retomó entonces Biografías de conquistadores de México, libro en el que su autor, Bernard Grunberg, demostró que sí viajaron mujeres españolas: al menos 900 de los españoles que llegaron a Indias trajeron a su mujer de España; otros 60 no sólo vivieron con indias, sino se casaron con ellas, tuvieron hijos que se casaron incluso con otros españoles.
A ese aspecto de mestizaje biológico se une el mestizaje cultural. “Un lugar de verdadero mestizaje fue el Imperial Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco. Estuvo la crema de los frailes. Era lo mejor que había en ese momento y dijeron ‘que vengan maestros, sabios y médicos indígenas, los que traen música, los que hacían los mapas’: comienzan a traducir, a trabajar, y se elaboran obras valiosísimas como el Códice Florentino de fray Bernardino de Sahagún, padre de la antropología, aunque su motivo haya sido la conversión de los indígenas”.
Los religiosos, pese a que querían acabar con las creencias indígenas, toleraron una nueva interpretación del cristianismo. También se dio el mestizaje de la lengua, en la flora y fauna, la alimentación, la herbolaria, el arte, la indumentaria, las leyes (“las Leyes de Indias, son un monumento a unas leyes mestizas”).
“Sí somos un pueblo mestizo. Tenemos esas dos herencias, española e indígena, de las cuales proviene nuestro mestizaje, y no excluyo a otras de Asia o África, o las que han venido del mundo. ¡Somos mestizos y a mucha honra!”
El tema del mestizaje cultural permeó las ponencias de los académicos David A. Brading y Patrick Johansson, así como la de Diana Magaloni, directora del Museo Nacional de Antropología (Reforma y Gandhi, bosque de Chapultepec), donde hoy continúa el Encuentro Bicentenario Fundación BBVA Bancomer –coordinado por Enrique Krauze– con la conferencia magistral del profesor Hugh Thomas, y la mesa redonda con las presentaciones de Josefina Zoraida Vázquez, Jaime Cuadriello, Luis Jáuregui, y la conferencia de clausura a cargo de Guillermo Tovar de Teresa.
En un breve encuentro con los medios, Le Clézio dijo que de la obra de su colega Mario Vargas Llosa, recién galardonado con el Nobel de Literatura, “me gusta mucho especialmente La guerra del fin del mundo. Es un escritor que tiene una visión casi profética, y además su preocupación social y su participación en la política de su país es algo que me encanta, porque son muy escasos los autores que también son actores en la realidad. Es un buen ejemplo de cómo un escritor puede ser un actor social y político”.
Informó que el lunes conversó con Felipe Calderón respecto de la situación en México: “lo que debemos realizar todos es un esfuerzo hacia la paz, la paz interior, la paz internacional. Ésa es la meta principal de esta época, no sólo en este país, sino en Europa y en Oriente. Hay que acabar con las guerras externas e internas”, concluyó.