“Ahora mendigo recursos para mi trabajo”
, deplora la bailarina y coreógrafa
“Ni Teresa Vicencio ni Consuelo Sáizar me quisieron apoyar”
, señala en entrevista
No se han pagado los salarios de los docentes del Colegio Nacional de Danza Contemporánea, denuncia
Especial
Miércoles 10 de noviembre de 2010, p. 3
Querétaro, Qro., 9 de noviembre. A punto de cumplir 90 años de vida y siete décadas dedicada a la danza, Guillermina Bravo es enfática: “De nada sirve todo el tiempo que he luchado por conseguir apoyos económicos para mi trabajo; ahora ando mendigando para lograr sacar adelante la escuela (Colegio Nacional de Danza Contemporánea)”
, fundada hace cuatro lustros en esta ciudad.
La vieja loba de la danza mexicana, la madre (para algunos la madrastra) de esta expresión artística, lanza su palabra sin rencor ni amargura. En todo caso hay desencanto, cuando expresa: “Ni Teresa Vicencio (directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes, INBA) ni Consuelo Sáizar (presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y la Artes, CNCA) me quisieron apoyar. Para ellas no cuenta todo lo que he trabajado”
.
La directora y fundadora del Ballet Nacional de México (1948-1995) prosigue: “No les he podido pagar a los maestros. Me van a meter a la cárcel. Los estudiantes no merecen que se les haga esto”
.
Guillermina Bravo llega al Colegio Nacional de Danza Contemporánea, la tarde del 4 de noviembre, en el automóvil del acapulqueño Miguel Añorve. Se sienta en uno de los corredores, donde todo este tiempo ha despachado. Cuenta con dos equipos de oxígeno, uno aquí y otro en su casa. No pierde el encanto. Luce unos labios pintados de rojo (costumbre que adquirió, como otras bailarinas, de su maestra Waldeen).
Tributo en festival de Morelos
Orlando Scheker, director del colegio, asegura que en 2009 les fue retirado el apoyo económico que recibían del INBA desde hace aproximadamente cuatro décadas. Teresa Vicencio les comunicó que no había dinero, que todo el presupuesto estaba etiquetado. Que así había recibido ella.
Dice Scheker que reciben ayuda del instituto por conducto de la Subdirección General de Educación e Investigación Artísticas, la cual es insuficiente para cubrir los gastos. Asimismo, el Instituto Queretano de la Cultura y las Artes siempre les ha brindado un apoyo, mínimo, aunque en la actual administración estatal ha aumentado la aportación monetaria.
El Colegio Nacional de Danza Contemporánea tiene una matrícula de 70 alumnos; el nivel que se imparte es de licenciatura con varias opciones terminales, entre ellas una dedicada a la interpretación y otra a la docencia.
Además, el colegio es sede de grupos y solistas de docentes y egresados de la institución.
Como se dio a conocer en su momento, el homenaje a Guillermina Bravo, que consistiría en que 12 compositores crearan la música para que 12 coreógrafos con sus grupos montaran sendas obras coreográficas en reconocimiento a la maestra, no se realizará porque el CNCA retiró el apoyo económico a Instrumenta, programa que dirige Ignacio Toscano.
“Me llamó Nacho (Toscano) con las lágrimas contenidas, para decirme que se suspendía todo”
, asevera Bravo.
“Mi adorada enemiga Lydia Romero (directora de la Academia de la Danza Mexicana del INBA) se ofreció para juntar varios grupos sin cobrar y hacerme un homenaje. No quiero eso; lo que espero es que me apoyen para sacar adelante la escuela. Preferí que me dieran el dinero que iban invertir.”
Sin embargo, la trayectoria de la maestra, autora de 57 coreografías, es reconocida en el tercer Festival Internacional de Danza Contemporánea Morelos Tierra de Encuentro, que este martes comenzó. Habrá una mesa redonda, el viernes 12, para abordar la vida y obra de Guillermina Bravo, así como sus aportes a la cultura nacional.
La maestra no asistirá a ningún acto en su honor ni concederá otras entrevistas, con excepción de ésta porque trabajamos en el libro Guillermina Bravo: de Chacaltianguis a Querétaro.
Proyecto en su tierra natal
Guillermina Bravo nació en Chacaltianguis, Veracruz, el 13 de noviembre de 1920. Por primera vez bailó en el Palacio de Bellas Artes, el 23 del mismo mes, pero de 1940, con el Ballet de Bellas Artes, dirigido por su maestra Waldeen, a quien se unió artísticamente durante 10 años.
En 1947, el director del INBA la invitó a dirigir la Academia de la Danza Mexicana; al año siguiente –con un grupo de bailarines– fundó el Ballet Nacional de México. Ana Mérida –subdirectora de esa academia– la acusó de ser comunista y manejar una célula de ese partido en la institución, algo que la maestra siempre ha negado.
Desde pequeña –con su padre, un capitán de fragata graduado en la Escuela Naval de Veracruz, su madre, ama de casa, jugadora empedernida de pókar, y su hermana mayor–, Bravo se trasladó a Tampico. “El año pasado –cuenta– fui con el gobernador (de Veracruz), Fidel Herrera, a inaugurar una casa de cultura con mi nombre en mi pueblo, Chacaltianguis.
“El espacio es pequeño, no tiene lugar para la danza”
, dice. Sin embargo, una prima de la maestra le va a regalar una casa donde pedirá que se construyan salones apropiados para ese quehacer artístico. Su plan, adelanta, es que una joven de Chacaltianguis vaya en 2011 al Colegio Nacional de Danza Contemporánea para que se capacite y luego regrese a impartir clases.
Durante la charla, Guillermina Bravo se toma una taza pequeña de café y fuma cuatro cigarros. Comparte uvas, queso y aceitunas. Al irse, dice: “Estoy enferma. No puedo salir a ningún lado. Ahora no te invitaré a comer como otras ocasiones”
.