La universidad católica, “llamada también a decir verdades incómodas”
La Universidad Católica “es un lugar privilegiado para un fructífero diálogo entre Evangelio y cultura, entre Evangelio y ciencia” y si es necesario está llamada también a decir verdades incómodas.
Lo afirmó el Sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado, el arzobispo Fernando Filoni, al inaugurar este jueves el año académico 2010-2011 en la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Roma.
El prelado explicó que la misión específica de una universidad “es aportar saber y conocimiento, es esencialmente ‘misión de caridad’, y compartir la propia capa a favor del hombre y de su calidad de vida”.
Afirmó que la Universidad Católica del Sagrado Corazón participa en esta misión “con las específicas características y finalidades dadas por su ser ‘católica’, inspirándose “en los principios del Evangelio y en la tradición de la Iglesia”, “con una especial sensibilidad hacia las dimensiones ética y religiosa”.
Y advirtió que, “si es necesario, está llamada también a decir verdades incómodas, que no agradan a la opinión pública, pero que sin embargo son necesarias para salvaguardar el bien auténtico de la vida, desde la concepción hasta la muerte natural, y así el bien auténtico de la sociedad”.
Destacó que la Universidad Católica del Sagrado Corazón, cuyo campus de Roma acoge el Policlínico Agostino Gemelli, “es un lugar privilegiado para un fructífero diálogo entre Evangelio y cultura, entre Evangelio y ciencia”.
Y “será tanto más fiel al ideal de su fundador, el padre Agostino Gemelli, cuanto más sepa conjugar seriedad y rigor científico e identidad católica, viviendo su actividad como un claro servicio a la Iglesia y al hombre”.
El Policlínico, declaró, “es una preciosa escuela de humanidad”, en que se puede recibir mucho y dar la propia competencia y la propia dedicación “teniendo presente la imagen del mismo Cristo, el verdadero Maestro que, en la Última Cena, se inclina para lavar los pies a los apóstoles para indicar que la actitud hacia el hombre es y debe ser siempre la del servicio”.
“Adquirir una profunda competencia, incluso lo más profunda posible”, sobre todo para quien a través de la ciencia médica está “en contacto directo con las problemáticas referentes a la vida de las personas en momentos de dificultad y de sufrimiento”, “no sólo es un compromiso, sino un deber”, añadió.
Compartir la capa
El prelado también se refirió a la figura de san Martín, obispo de Tours, cuya memoria se celebra precisamente este jueves.
Recordó que, “en una época en la que el testimonio evangélico había superado la fase de la persecución y del martirio, este santo encarna el modelo de confesor de la fe, que ejercita la ascesis monástica en medio del pueblo”.
“El gesto de Martín en el camino hacia Amiens, el de compartir su propia capa con un mendigo, acompañado de la posterior visión de Cristo que se le aparece envuelto precisamente en esa pieza de capa que él dio al pobre, se convierte en una catequesis incisiva y sintética para aprender a descubrir el rostro de Cristo en cada hermano, especialmente en el más pequeño y necesitado”.
San Martín, “asceta, hombre de oración y de caridad”, “es un modelo actual en el que inspirarse” también para quien trabaja “en una institución científica de investigación, de estudio y de servicio”, indicó.
Así como el santo compartió su capa con el pobre que se encontró a lo largo del camino, “también el hombre de nuestra sociedad desarrollada necesita de alguien que lo envuelva con su propia capa, de quien sepa compartirla con él”.
“La obra cultural, científica -así como la de asistencia cualificada y competente al enfermo, que, en un espíritu de auténtico servicio, la Universidad Católica del Sagrado Corazón está llamada a realizar- se convierte en el intercambio concreto de la ‘capa’ de un auténtico humanismo, abierto a la trascendencia y animado por los valores de la solidaridad, la fraternidad y el amor”.