Murió José Alvarez Icaza, el gran defensor de los derechos humanos

Pertenecía a la “especie rara de los políticos bondadosos”, recuerdan activistas sociales

Murió José Álvarez Icaza, promotor de derechos humanos y fundador de Cencos

Un hombre congruente, quien no dudó en pagar el costo de sus convicciones, define su hijo

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La La Jornada

 

El luchador social José Álvarez Icaza Manero, considerado uno de los más importantes promotores de los derechos humanos en el país, falleció la madrugada del viernes a los 89 años de edad, víctima de un paro cardiorrespiratorio.

Fundador del Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos) en 1964, Álvarez Icaza formó parte del Movimiento Familiar Cristiano, organización de la cual salió en 1968 junto con su esposa Luz Longoria, en protesta por el silencio guardado por la alta jerarquía católica del país de cara a la represión sufrida por los estudiantes el 2 de octubre de ese año.

El activista se desempeñó como representante laico ante el Concilio Vaticano II y dedicó su vida a trabajar con las comunidades cristianas que combinaban su fe religiosa con la búsqueda de la justicia social, y otros colectivos y movimientos, entre ellos el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), cuyo proceso de diálogo con el gobierno respaldó.

Ingeniero civil de profesión, Álvarez Icaza participó en la construcción de diversos inmuebles de la Universidad Nacional Autónoma de México, entre ellos el Estadio Olímpico México 68 y la Facultad de Medicina.

En reconocimiento a su labor como activista social, recibió los galardones Sergio Méndez Arceo en 1996, y el Compartir en 2001, que premian a quienes han tenido aportaciones destacadas en el ámbito de la defensa de los derechos humanos.

Álvarez Icaza, pionero en la creación de organizaciones no gubernamentales (ONG), apoyó la formación del Partido Mexicano de los Trabajadores, el Frente Democrático Nacional, en las elecciones de 1988, y el Partido de la Revolución Democrática.

Durante la misa de cuerpo presente –realizada ayer en las instalaciones de Cencos en Medellín 33, colonia Roma, justo como él dispuso–, se reunieron familiares, amigos y colaboradores, quienes recordaron en una emotiva ceremonia sus aportaciones a la lucha social, pero también su sentido de generosidad y su buen humor.

Entre anécdotas y remembranzas, los asistentes pusieron de relieve la forma en que Álvarez Icaza, quien pertenecía a la “especie rara de los políticos bondadosos”, supo servir como un puente entre católicos y laicos, unidos en la búsqueda de la justicia y la democracia, sin hacer caso a los sectores conservadores que lo criticaron por haberse acercado a la izquierda.

Emilio Álvarez Icaza, hijo de José y ex ombudsman capitalino, señaló que su padre fue siempre un hombre congruente, quien no dudó en pagar el costo de sus convicciones en cualquier terreno, y “le aportó ética a la política, abriendo Cencos en un momento muy difícil para México. Vivió la represión, enfrentó censuras y ataques, y aun así decidió seguir”.

Asimismo, afirmó que el promotor de derechos humanos fue muy cercano a la teología de la liberación y a la Iglesia de los pobres, con una gran vocación para coordinar los primeros esfuerzos independientes de la sociedad civil en México.

Por su parte, el ex procurador general de la República Jorge Carpizo McGregor, resaltó que Álvarez Icaza llevo a cabo una gran obra social, “y es uno de los ejemplos que México necesita en este momento: generosidad, desprendimiento y honestidad”.

El titular de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, Luis Armando González Placencia, señaló que el fundador de Cencos fue una persona “totalmente comprometida con causas sociales, y volcado de manera altruista al bien de los demás”.

El cuerpo de José Álvarez Icaza será velado en Medellín 33 hasta la tarde de este sábado.

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