Mensaje de monseñor Celli a a los comunicadores de América Latina
En la Fiesta de la Virgen de Guadalupe, patrona de la RIIAL
CIUDAD DEL VATICANO,
Ofrecemos a continuación el mensaje que monseñor Claudio Maria Celli, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, ha hecho llegar a los comunicadores de América Latina, con motivo de la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe.
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MENSAJE DE S.E. CLAUDIO MARIA CELLI
EN LA FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE 2010
Queridos amigos y amigas comunicadores de América Latina:
En esta entrañable fiesta de nuestra Madre, que hace sintonizar en el mismo Espíritu a millones de personas del continente, quiero hacerles llegar de nuevo mi cordial saludo.
La Misión continental que se está desarrollando en América Latina anima a muchas personas a tomar nueva conciencia de lo que significa ser discípulos de Jesús. Las Iglesias locales impulsan esta tarea con entusiasmo, recordando que ser sus discípulos significa haber vivido un auténtico encuentro con Él, haber experimentado su bondad, su amor y su misericordia en nuestra historia personal. Esta experiencia marca y transforma la vida de manera permanente, y por ello deseamos comunicarla a otros, transformándonos así en misioneros y misioneras.
El encuentro con el Señor tiene muchas facetas. Siendo personal, es siempre también comunitario; se da en la soledad y el silencio, pero también de manera privilegiada en las celebraciones litúrgicas y en la vida de familia. Se alimenta en el diálogo y la oración comunitaria, se expresa en el canto, en la catequesis, culmina en la acción y el servicio.
Por eso yo querría en esta Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe invitarles, precisamente como comunicadores y comunicadoras, a saborear de nuevo la experiencia del encuentro con Cristo. Les invito a vivir tiempos y espacios de silencio durante estos días del Adviento, para escuchar la voz de Jesús que nos habla al corazón. ¡De la mano de María, encontrémonos con Él sin prisas, pues nos espera siempre! Pongamos un dique a la inundación de quehaceres y ruidos que tantas veces nos arrastran sin freno. El silencio se parece a una pantalla blanca sobre la cual podemos proyectar la película de nuestra vida cotidiana para verla nítidamente. Si la proyectáramos sobre una pared llena de cuadros, de libros y objetos, con ruido de fondo, poco podríamos comprender. Sólo en el silencio se asumen de manera más consciente las propias opciones; en el silencio se escucha la voz de Dios. Así podremos ser auténticos portadores de su Palabra, como María que “guardaba todas esas cosas en su corazón” (Lc 2,19) y “hacer lo que Él nos diga” (cf. Jn. 2,5).
Quizá es un consejo difícil de seguir en este momento de bombardeo informativo, de exigencias pastorales, de ajetreo en las familias, en nuestros medios de comunicación y parroquias, para no hablar de las compras, los regalos, las fiestas y celebraciones. Pero… si dedicamos tiempo a seleccionar los ingredientes y a preparar las cenas y comidas que compartiremos en un clima de festivo, ¿no debemos preparar también, y más si cabe, aquello que comunicaremos a través de radios, periódicos, programas de televisión, sitios web? ¿Qué podemos dar de sustancioso, si nuestra vida se va quedando llena sólo de palabras repetidas, con escaso fondo y apenas contenido? Dediquemos tiempo al Señor a quien estamos esperando en este Adviento.
Que María de Guadalupe, Emperatriz de América y también Patrona de la RIIAL, nos alcance de Dios el don del silencio interior, justamente para poder renovar nuestra vida de discípulos y discípulas del Señor, y para que Él haga fructificar nuestras palabras, textos, imágenes y notas musicales portadoras de la Buena Nueva.
Muy feliz fiesta de Guadalupe y muy feliz Navidad a todos ustedes.
+Claudio Maria Celli
Presidente
Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales