Querétaro, Querétaro.- En esta temporada navideña, en muchos rincones del planeta se puede encontrar una flor en forma de estrella que, con su atractivo color rojo, se ha convertido en un símbolo de la Navidad.
Se trata de una planta originaria de nuestro país y que ha sido un bello regalo de México al mundo: la Flor de Nochebuena.
Sobre sus orígenes, se cuenta una leyenda acerca de una niña mexicana muy pobre, que lloraba en Nochebuena camino a la iglesia, porque no tenía regalo alguno para dejar al Niño Jesús, mientras rezaba con mucha devoción, pidiendo se le concediera obtener un regalo valioso. Sus sinceras oraciones fueron escuchadas y un ángel se le apareció repentinamente. Le dijo que cortara algunas ramas de las plantas que crecían cerca del camino para llevarlas a la iglesia. Cuando la niña llegó al altar con su manojo de tallos, como humilde ofrenda, ocurrió un milagro. Al contacto con las lágrimas, que aún caían de sus ojos, de las ramas brotaron bellas flores rojas.
Así aparecieron las primeras Nochebuenas, debido al fervor de una niña afligida, quien ya tuvo en sus manos un regalo digno para darles al Niño Jesús y a su madre, la Virgen María. Entre los pueblos mesoamericanos, particularmente entre los aztecas, el cultivo de plantas tenía gran importancia y prueba de ello son los espléndidos jardines botánicos de Oaxtepec y Chapultepec, que maravillaron a los españoles, las flores tenían para ellos un gran significado, tanto en la vida religiosa como en la cotidiana.
En el México prehispánico, la Flor de Nochebuena era llamada Cuetlaxóchitl, que significa «flor de pétalos resistentes como el cuero» o «flor que se marchita». Constituía un símbolo de la «nueva vida» alcanzada por los guerreros que morían en batalla. Se decía que éstos regresaban a la tierra a libar la miel de la flor.
También significaba la pureza de la sangre sacrificada al astro rey para renovar su fuerza creadora, que haría que el universo entero siguiera su marcha y los sacerdotes la contemplaban antes de sus ceremonias. En muchas culturas, el color rojo ha sido referencia de la renovación de la vida y del renacimiento del sol durante el solsticio de invierno.
La Flor de Nochebuena es una planta de la familia de las Euforbiáceas y su nombre científico es Euphorbia pulcherina. Crece en forma de arbustos de hasta seis metros de altura. Existe en estado silvestre en varios estados entre los que destacan: Guerrero, Chiapas y Oaxaca, pero se cultiva en otras partes del país.
Los «pétalos» de las grandes flores rojas en realidad no son tales, sino que son hojas modificadas, llamadas brácteas, que se encuentran alrededor de las verdaderas flores, las cuales se agrupan en inforescencias, conformando un pequeño grupo de bolitas amarillas al centro. La flor es realmente diminuta.
Como resultado de las noches más largas de invierno, estas hojas brácteas se tornan de un color rojo vivo, por lo que se dice que «florecen» durante los meses de noviembre y diciembre, y en algunas partes hasta el mes de enero. Su plenitud ocurre alrededor del 24 de diciembre, es decir, la Nochebuena y de ahí derivaron su nombre los misioneros cristianos.
La Flor de Nochebuena, que en todo el mundo se asocia con la Navidad, se empezó a usar para las fiestas navideñas durante el siglo Diecisiete, en Taxco, Guerrero. Un grupo de monjes franciscanos que había llegado al lugar las recolectó en los campos cercanos, donde crecían en forma silvestre, para enmarcar una procesión conmemorativa de la Natividad, llamada Fiesta del Santo Pesebre, iniciando así una tradición en la localidad.
Durante la Colonia, los mexicanos comenzaron a usarlas para engalanar sus nacimientos, adornar las iglesias y formar guirnaldas decorativas. Desde entonces, la Cuetlaxóchitl ha estado ligada a la Navidad en nuestro país. El diplomático Joel Robert Poinsett, quien fue embajador de Estados Unidos en México de 1825 a 1829, conoció la Flor de Nochebuena cuando viajó una Navidad a Taxco y visitó la Iglesia de Santa Prisca, engalanada con las flores de Nochebuena. Quedó fascinado con su exótica belleza y llevó algunos ejemplares de la planta para cultivarlos y propagarlos en los invernaderos que tenía en su casa, en la población de Greenville, Carolina del Sur.
Poinsett ayudó a difundir la planta, enviando ejemplares a varios de sus amigos horticultores y a muchos jardines botánicos de Estados Unidos y Europa. A la Flor de Nochebuena se le conoce como Poinsettia en Estados Unidos y otros países de habla inglesa, en recuerdo de quien tanto hiciera para propagarla y popularizarla como adorno de Navidad.
A esta flor se le puede dar la poética acepción de «flor hiemal», es decir, flor invernal. Esta planta maravilló y sigue maravillando a los habitantes de los países nórdicos, al ser capaz de florecer bajo los crudos inviernos y en especial durante esta época festiva del año. Desde el siglo Diecinueve, la Flor de Nochebuena formó parte del ornato de los templos europeos en las fiestas navideñas y se sabe que la Basílica de San Pedro en el Vaticano fue adornada con Cuetlaxóchitl la noche del 24 de diciembre de 1899, provocando la admiración de todos los visitantes por la belleza del regalo de Navidad de México al mundo.
En nuestro país, la Cuetlaxóchitl es conocida con distintos nombres. En Chiapas se le conoce como Sijoyo y en Durango como Catalina; en Guerrero, Michoacán, Veracruz e Hidalgo, como Flor de Pascua y en Oaxaca como Flor de Santa Catarina. También hay quienes la llaman Flor de Fuego o Bandera.
Fuera de México, es conocida como Hoja Encendida en Centroamérica; como Corona de los Andes en Chile y Perú y simplemente como Flor de Navidad en Venezuela. En Argentina se le conoce como Estrella Federal, por haber sido el símbolo que en el siglo Diecinueve escogieron las fuerzas federalistas que combatieron a quienes pugnaban por la implantación del centralismo en ese país y es la flor nacional.
La apariencia de la Flor de Nochebuena es ahora muy diferente de las que Poinsett encontró en las zonas tropicales de México. Los horticultores han desarrollado arbustos de poca altura para decorar interiores durante las fiestas decembrinas, así como plantas de colores amarillo, rosa, blanco o crema, durazno y rojos más vivos, gracias a la hibridación. Estas nuevas plantas retienen su color por muchas semanas, engalanando templos, hogares, oficinas, comercios y avenidas durante diciembre y enero.
En Francia y Holanda, los floricultores también la cultivan con ese método y la exportan a todo el mundo. En los Estados Unidos se producen y venden cada diciembre más de 80 millones de Poinsettias. Los aztecas usaban el jugo lechoso y blanco o látex de la Cuetlaxóchitl, para elaborar una medicina contra la fiebre, así como el extracto de sus brácteas, mezclado con resina de pino, para teñir de rojo escarlata artículos de cuero, telas y cosméticos.
La Flor de Nochebuena también fue utilizada por el médico español Francisco Hernández, durante el siglo Dieciséis, como un medio para aumentar la leche de las mujeres que amamantan. En la medicina tradicional indígena, las cataplasmas y fomentos de Cuetlaxóchitl se aplican para tratar la erisipela y algunas otras enfermedades de la piel.
La Flor de Nochebuena es ingrediente de algunos platillos como sopas o ensaladas, pero no recomendamos comerla si no sabemos con qué se regó, ya que aunque no es venenosa, sí pueden serlo algunos fertilizantes utilizados en su cultivo. Lo que sí podemos hacer es adornar con flores de Nochebuena el pavo, el jamón, la pierna o la ensalada que vamos a servir a la familia, lo que sin duda le dará un toque festivo a estos alimentos.
En la actualidad, durante las fiestas decembrinas, la Flor de Nochebuena o Cuetlaxóchitl es la planta de ornato que por su colorido, da un toque de vida y esperanza a los hogares y templos, conjuntando la tradición prehispánica con la celebración cristiana más importante. Como ya sabemos que las hojas rojas no son la Flor de la Nochebuena, sino que las flores son unas pequeñas bolitas amarillas que están al centro de la planta, cuando la compremos, debemos fijarnos que traiga las flores, y no solamente hojas, ya que de esta forma durarán más tiempo vivas.
La planta de Nochebuena es muy delicada y requiere de cuidados para que pueda lucir a su máximo esplendor por muchos días. Para mantener su atractivo, hay que poner la planta en un lugar soleado, pero no bajo la luz directa del sol, en un lugar ventilado, pero lejos de corrientes de aire. Es recomendable regarla después de comprarla y posteriormente un par de veces por semana, manteniéndola húmeda, no mojada y evitando inundar la maceta. Al estar en interior, necesita menos riego que si estuviera en el exterior
Si las hojas se ponen amarillas o comienzan a doblarse las ramas, es posible que le falte luz o nitrógeno, pero lo más probable es que esté recibiendo demasiada agua. Cada semana, se puede agregar un poco de fertilizante soluble en agua que contenga nitrógeno y nunca utilizar fertilizantes que contengan ureas. Para quienes tienen mascotas, esto significa también impedir que éstas orinen en las plantas de Nochebuena, ya que la urea las mata.
Algo muy importante para que las hojas siempre se mantengan rojas o conserven su color si son de otra variedad, es no tallarlas con nada, no sacudirlas ni frotarlas con los dedos. Esto puede hacer que se manchen y pierdan su color. El resto del año puede disfrutar de su Flor de Nochebuena dentro de la casa o plantarla en el jardín, en un sitio protegido del sol intenso, como puede ser debajo de un árbol. Cuando las hojas empiecen a recobrar su color verde en febrero o marzo, pode la planta para dejarla de aproximadamente veinte centímetros. En unas semanas, tendrá muchos retoños, con los que podrá engalanar su hogar a fin de año, cuando recobren su color rojo vivo.
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