La luz de Juanelo

La luz del Juanelo 

 

A Bella

     1- Juan, Juanito, Juancho, Juanelo, Juan Manuel, don Juan, hombre sabio de Cihua… Tu viaje definitivo me ha dado un breve y hermoso viaje. Me has enriquecido con la luz de tu muerte y esa luz llega a muchas partes. ¡Gracias, carnal!

     2- Tu cuerpo entero sufrió muchos años, pero tu muerte tuvo la velocidad de la muerte.

     3- Sólo ahora contigo entiendo de verdad que la muerte es parte de la vida. El fin del círculo abierto. Así sea.

     4- Tu último acto fue un acto de luz. Resplandece y aturde. Emociona. Mientras que otros muertos sólo dejan basura, odio, resentimiento, mierda.

     5- Tu muerte no fue un accidente ni desde luego un acto suicida. Fue un acto mágico de libertad y amor. ¡Querías volar e impresionar a tu amada Elvira! Y la dejaste turulata.

     6- Les cuento. Juanelo y su mujer de las cinco cabezas (Elvis, Elvira) estaban en la central de abastos de Guadalajara, surtiéndose de dulces para la tienda del pueblo de Cihuatlán: Tienda Abel Ochoa (DAR-J: Dolores, Abel, Rafael-Juan). Había una rampa por donde se deslizaban las cajas. Juanelo se acercó y la tentó con el pie derecho. Elvira lo vio y le dijo: “Ni se te ocurra. Ni se te ocurra, mi niño”. Pasaron los minutos. Llegó la hora de cargar. Y de pronto, Juanelo quiso bajar corriendo por la rampa. Y voló… cuatro-cinco metros y su cabeza se estrelló de frente contra un vehículo. Elvira (cien kilos) corrió y bajó como pudo por la misma rampa. Y abrazó a su amor inconsciente, que sentía que no respiraba y se moría en sus brazos. El herido reaccionó y se convulsionó. La caída fue como a las 5 y media de la tarde. Lo llevaron al hospital. Despertó y estuvo consciente entre las 7 y las 11-12 de la noche. Luego empezaron los paros cardio-respiratorios y Juanelo expiró a las 2:05 horas del sábado 28. A mi me hablaron por teléfono a las 2 y media de la mañana. A las 12 y pico de la noche había recibido la noticia de la muerte de mi hermano José, ocurrida sobre las 4-5 de la tarde del viernes 27. Se desató mi llanto incontrolado en la soledad de mi cuarto de letras.

     7- ¡Qué salto mágico tan extraordinario realizaste en tu última parada, pinche Juan, te llevaste todas las palmas! Probaste la rampa y quisiste correr, volar. Y Zas, te fuiste hasta el otro lado. Qué bárbaro.

     8- Jajajajajajaj. Dice Elvira que agitaste las manos en el aire como pajarito. Jajajajajaj. La dejaste aturdida, como cuando te le declaraste en 1987 y en tres días se casaron, terminando ella con un noviazgo de quince años. Esta es la palabra de Elvis dicha por ella misma:

     –Juan me dejó aturdida cuando pidió mi mano y en tres días nos casamos, y me dejó aturdida con su muerte, en menos de una tarde. Sigo aturdida.

     9- Las últimas frases del Juanelo a su amada Elvira:

     –No me dejes, no me dejes, no me dejes…

     –Hueles a galleta.

     –Es que quería correr…

     ¡No corriste, cabrón, volaste! Y nos dejaste a todos turulatos.

     10- La piedra dejó de rodar. No. La piedra sigue rodando. En el corazón de los que seguimos rodando. En estas letras de luz. (Escucho a los Rolling: “Going home”). 

     11- Vi tu cuerpo en la funeraria y parecías un pajarito. Camisa rosa, bigote bien recortado, bien peinados tus ralos pelos, buen color, bien rasurado, las manos juntas pero no enlazadas, se adivinaba la calavera con las cuencas vacías tras la piel traslúcida de la cabeza, la cicatriz maquillada en la frente de más de cinco centímetros, y lo más impresionante: estabas quietecito, quietecito, quietecito. ¡Todas tus carreras por el mundo han terminado! Cero angustias, cero preocupaciones, ningún problema por resolver, para ti ya todos están resueltos. Cero pensamientos atroces o felices. Tu porte es impecable. Blanco blanquísimo el paño del ataúd, color café, bonito y discreto, más de fiesta que de luto. Roin, roin, se acabó tu tiempo, roin, roin. Se acabaron los pensamientos y los sentimientos y los deseos y las angustias y todo. ¡Qué serenidad tan envidiable la tuya! Derechito, derechito, derechito, como una varita de nardo, tú que ya casi besabas el suelo. Y de aquí a La Parota, el añejo árbol del camposanto de Cihua. Juan, la muerte es la única conclusión definitiva de la vida.

     12- ¡Yo celebro y aplaudo tu osadía de querer volar en tu última carrera y no esperar sentado o acostado a la puta muerte! (Alguien me dijo que te sentías muy bien en las últimas semanas por el ejercicio que hacías). 

     13- Ah, qué impresionante es tu silencio, el silencio de la muerte, aturde.

     14- ¿Quién me hará llegar ahora, Juan, los artículos de Dresser, Krauze, Zaid, los del Reforma, Proceso, El País…?

     15- Cuando platicaba contigo, cara a cara, y cuando te enterrábamos, me llegaron estos hermosos mensajes de Bella que quiero compartir contigo:

     –Gracias por hablar. Estaba preocupada por ti. Por favor cuídate, trata de estar tranquilo y disfruta estos días con tu familia y tus amigos. Te pienso y te abrazo. No olvides que nos tenemos y nos sostenemos. Te quiero. Quiero que estés bien. (29-Nov-2009 / 11:23 horas.).

     –Pienso en ti. Ojala que estés tranquilo. Cuídate, cuida tu luz. Un beso. (29-Nov-2009 / 13:25 horas).

     –Cuídate. Que seas consuelo para muchos. Como lo eres para mí y quiero serlo para ti. (29-Nov-2009 / 13:59 horas).

     –Sí, están llegando ya tus mensajes. Eso es: escribe, llora, platica con él. Siento tanto no estar físicamente contigo. Búscame en tu memoria, mírame, tócame, siente que estás vivo. Estoy tranquila porque sé que entiendes la muerte, y también la vida. La vida se nos regala entera y no debemos desaprovechar ese regalo. Te quiero. Un beso. (29-Nov-2009 / 15:23 horas).

     –“Serán cenizas estos cuerpos, serán cenizas estos templos, serán cenizas este cementerio, será ceniza esta soledad. Serán cenizas nuestros versos, se hará cenizas este corazón, será ceniza este miedo, será cenizas el dinero, menos tu amor, menos tu luz. Los cerrojos, las prisiones, las mentiras, las pasiones, los alegatos y la vanidad, los mercenarios y la fama, esta canción y la Revolución, serán cenizas, menos tu amor, menos tu luz, menos tu amor, menos tu luz.” Arturo Meza. (Remitente: J. J. G., 29-Nov-2009 / 17:36 horas).

     –Voy para el DF… Traigo tus textos de luz para leer y sentirte más cerca. No olvides que tu luz hace más grande la mía, cuídala. Un beso. (29-Nov-2009 / 18:56 horas).

     16- El padre en la misa dijo:

     –Vida breve, tiempo incierto.

     17- Te informo, Juan: Cruzaste todo el pueblo por la calle principal y pasaste por última vez por la Joyería Yesupina y la Tienda Abel Ochoa; el calor estaba tremendo pero medio pueblo te acompañó en el Paseíllo de la Muerte.

     18- Llegamos al camposanto y tu mujer Elvira, tu hermano Jesús y tu amigo Julio pronunciamos algunas palabras. Yo te pedí permiso para enterrar contigo a mi hermano José, a quien tú conociste en el mercado de Coyoacán. Y así se fueron juntos, en “la última luz” de noviembre.

     19- Con el Gordo Eduardo salí del panteón y nos tomamos dos bien muertas a tu salud. El calor estaba de la chingada. Te dejamos en La Parota y fuimos a ver el mar impasible.

     20- Vagué por el pueblo, bicicletero y arenoso, jajajaja, y a dos tres amigos que me encontré les dije:

     –Y la cosecha de mujeres, y de muertos, nunca se acaba.

     21- Parafraseo al oriental en mi última oración al Juanelo:

     –Siempre lo he sabido. El camino sin nadie es el de todos. Pero yo nunca supe que en noviembre lo seguiría el Juanelo.

     Julio Figueroa.

     Palabrero enriquecido con la luz de la muerte y la luz de la vida.

     juliofime@hotmail.com