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Galardona AI la “lucha dolorosa” de indígenas de Guerrero: Barrera
Reconocimiento al antropólogo y al Centro Tlachinollan por indagación de desapariciones forzadas cometidas por militares, “como en la guerra sucia”
Lamentablemente, la justicia no ha llegado a los pueblos indígenas, señala el antropólogo Abel Barrera Hernández, fundador del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan.
Fernando Camacho Servín
La Jornada
El antropólogo Abel Barrera Hernández y el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, fundado por él hace 17 años, recibirán en Berlín el sexto Premio de los Derechos Humanos de Amnistía Internacional (AI) Alemania, en reconocimiento a su labor de investigación de casos de desapariciones forzadas perpetradas por elementos del Ejército mexicano.
Durante la ceremonia –a realizarse el próximo 27 de mayo en la Casa de las Culturas del Mundo– con motivo del 50 aniversario de la fundación de AI, Barrera recogerá el galardón como un reconocimiento a la lucha incesante de Tlachinollan por las garantías de los indígenas guerrerenses, que se ha realizado “exponiéndose a veces a un alto riesgo personal”.
Gracias a su trabajo estratégico, “la repercusión de Tlachinollan se hace eco más allá de Guerrero, contribuyendo al fortalecimiento de los derechos humanos en todo México”, afirmó el comité organizador del premio.
El colectivo fundado por Barrera ha participado en casos que en 2010 se llevaron incluso ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), entre ellos el de los campesinos ecologistas Teodoro Cabrera y Rodolfo Montiel, y el de las indígenas Valentina Rosendo Cantú e Inés Fernández Ortega, atacadas sexualmente por soldados.
Debido al clima de hostigamiento y amenazas contra los miembros de Tlachinollan y otras asociaciones civiles, la CIDH solicitó al gobierno mexicano que brinde medidas de protección para más de 100 activistas, pero hasta el momento dicha orden no ha sido cumplida a cabalidad.
El reconocimiento de AI, dotado de 10 mil euros, se otorga a individuos y organizaciones que han defendido los derechos humanos en situaciones difíciles, y busca reconocer el esfuerzo de dichas personas, apoyarlas y promover su trabajo ante la sociedad alemana.
En entrevista telefónica con La Jornada, Barrera se congratuló por el otorgamiento del premio, aunque dijo que éste, más que ser un mérito individual, es “un reconocimiento a la lucha incansable y dolorosa que han emprendido los pueblos indígenas y campesinos de Guerrero, donde lamentablemente todavía no ha llegado la justicia”.
Consideró que, en lo inmediato, una de las consecuencias positivas del galardón es que ayudará a centrar la mirada de la gente en lo que ocurre en dicha entidad del sur del país, donde se está generando un nivel de represión y de violencia tan fuerte como el de la llamada guerra sucia, en la década de 1970.
“Hay más de 600 desaparecidos en Guerrero, y eso sigue pasando ahora. Continúan muriendo jóvenes y niños, se criminaliza la protesta social y se encarcela a quienes luchan por conseguir justicia. Siguen atentando contra las y los defensores de derechos humanos, obligándolos a salir de sus hogares”, lamentó.
Más que ser para una sola persona –recalcó–, el galardón se otorga “a todas las organizaciones de familiares, víctimas de la represión, activistas, hombres y mujeres del campo, indígenas y jornaleros que incluso han dado su vida por esta causa. Ahí se condensa lo que representa la lucha por los derechos humanos en el sur del país”.