Crisis alimentaria: debate sobre dinámica de precios
Alejandro Nadal
Según la FAO el aumento en los precios de alimentos en diciembre del año pasado superó el nivel de junio de 2008. Ese verano los espectaculares incrementos provocaron protestas en muchos países, incluyendo México, Filipinas, India y Egipto. En 2009 los precios retornaron a cierta normalidad, pero en 2010 recuperaron su tendencia alcista. Estos aumentos tienen graves consecuencias para millones de personas y para la economía mundial.
Paul Krugman ofrece dos explicaciones sobre el tema. Primero, la reducción en la producción agrícola por el mal clima. Segundo, el crecimiento de la demanda en China. El segundo factor lo descartamos rápidamente: China es prácticamente autosuficiente en todos los alimentos, con excepción de la soya. Pero las importaciones de este producto no pueden explicar los aumentos de precios internacionales de todos los productos alimenticios.
¿Qué hay del mal clima? Es cierto que la producción mundial de granos se redujo 2.6 por ciento entre 2008/09 y 2010/11. La sequía e incendios en Rusia (seguidos del embargo a las exportaciones de trigo) causaron el retiro de 20 millones de toneladas del mercado mundial de ese grano. ¿Cómo se compara eso con el desvío de maíz para la producción de biocombustibles?
En 2007 Estados Unidos fijó la meta de producir 36 mil millones de galones anuales de etanol para 2022. Por eso hoy 40 por ciento de la producción de maíz en ese país, unos 108 millones de toneladas, se destina a los digestores de etanol. Eso explica por qué las reservas de ese grano en Estados Unidos han descendido al nivel más bajo desde 1995.
Las políticas de apoyo a los biocombustibles en Estados Unidos y la Unión Europea provocaron el retiro de 250 millones de toneladas (equivalentes) de cereales del mercado mundial en 2010. Es claro que el aumento de precios de los alimentos se debe más al desvío para producir biocombustibles, sobre todo en Estados Unidos, principal productor mundial, que al mal clima.
¿Qué hay de la especulación financiera? Se dice que la desregulación de los mercados de futuros y de productos básicos (los llamados commodities) abrió las puertas a los capitales especulativos y condujo a distorsiones en los procesos de formación de precios. Nuevamente Krugman levanta objeciones y señala que para que los precios corrientes se vean afectados por la especulación en los mercados de futuros (de granos) tiene que existir acaparamiento. Como no existe evidencia de esto en la información sobre inventarios, Krugman desecha la especulación financiera como causa de los aumentos de precios en alimentos.
Yves Smith (www.nakedcapitalism.com) señala con razón que la información sobre inventarios dista mucho de ser transparente. Pero la réplica a Krugman más sólida ha sido formulada por Timothy Wise (en www.triplecrisis.org) al recordar que hoy en día los mercados de commodities están abrumados por la actividad de los especuladores. Las transacciones de derivados en estos mercados superan los 9 mil millones de dólares anuales, de los cuales 85 por ciento corresponde a transacciones fuera del control de las agencias regulatorias. Es decir, la proporción de especuladores a operadores comerciales (con intereses que se consideran legítimos en esos mercados) es de cuatro a uno.
Krugman es prisionero de su visión neoclásica sobre el proceso de formación de precios en un mercado de futuros estándar. La realidad es que la proliferación de instrumentos derivados conduce a esquemas en los que la entrega del producto puede postergarse indefinidamente. No es necesario recurrir al acaparamiento físico para manipular los precios. Los especuladores pueden evitar las molestias del manejo físico de granos, porque lo único que hacen es acumular contratos a futuro extendiendo continuamente las fechas de vencimiento.
Wise también confirma lo señalado en el informe del relator especial de Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación (www.srfood.org): los fondos de inversión en commodities son el principal vehículo de la especulación en los mercados de futuros. Y como su composición incluye productos como el petróleo, los aumentos de precios en este último actúan como incentivo adicional para el capital especulativo, independientemente de los indicadores fundamentales en los mercados de granos.
Dos conclusiones se desprenden de lo anterior. Primero, la política energética no debe competir con la producción de alimentos. Para los biocombustibles, otras fuentes de biomasa deben ser utilizadas. Segundo, urge la re-regulación profunda de los mercados de futuros y de commodities, restringiendo el acceso y los montos de las posturas en cada contrato.
Los aumentos de precios tendrán repercusiones importantes. Los estratos de ingresos más bajos destinan hasta 70 por ciento del ingreso para adquirir alimentos. Hambre y desnutrición provocan unos 30 mil muertos cada día en todo el mundo. Diariamente un tsunami de muerte y desolación, producido por un modelo económico cruel y rapaz.
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