Merry MacMasters
La Jornada
En la Sala de Arte Público Siqueiros (SAPS) era “obvio que teníamos que tratar el tema de la militarización y la violencia en algún momento”, ya que “partimos de los presupuestos no sólo visuales y plásticos, sino también teóricos de David Alfaro Siqueiros, uno de los artistas del siglo XX mexicano más ubicado en relación con los políticos del arte”, expresó Taiyana Pimentel, directora del recinto.
Al respecto, anunció la apertura hoy a las 19 horas de las exposiciones “frías y crudas”: Zona restringida, instalación del madrileño Mateo Maté (1964) y Puntos de cruce, de videos y fotografía del colombiano Edwin Sánchez (Bogotá, 1976) en el espacio cultural de Tres Picos 29, Polanco.
Aunque el par de muestras pareciera coincidir con “los temas políticos y sociales de la agenda nacional”, Pimentel recordó que los museos planean sus exhibiciones con mucha antelación. Asentó, no obstante, que a lo largo de su gestión de año y medio “nos hemos dedicado a entender las nuevas opciones políticas en el arte contemporáneo, algo que se ha repetido una y otra vez en cada una de nuestras exhibiciones”.
El arte a veces “funciona generando situaciones que conflictúan, que hacen pensar, que tienen esa particularidad, diría, hasta de configurar un pensamiento adelantándose a esas problemáticas que hoy día se vuelven hasta callejeras”, dijo.
Mateo Maté realizó Zona restringida, proyecto que reflexiona sobre la vigilancia y el control que, bajo el argumento de la seguridad, han invadido la cotidianidad, específicamente para la SAPS, dada “la peculiaridad política y la situación que vive el país”. En vez de presentar “elementos de coacción” de la violencia o la seguridad, Maté intenta “evidenciar esas fronteras que establecemos demostrando que no hay nada inocuo ni seguro.
“Pensábamos, que el museo es un lugar libre, tranquilo, donde hay artistas, todo es muy bonito, pues no. Hay un ejército a escala que controla la seguridad; unas barreras que establecen por dónde ir y un control de esa seguridad que evidencia esta militarización hasta lo más íntimo, hasta la vida de los artistas.”
En Zona restringida una serie de “tensa barras” dibuja una forma que, desde la planta superior, resulta ser América. A un costado, tres monitores “vigilan” el movimiento de la zona. También está un vigilante de la sala. Para María Viamonte, curadora del proyecto, lo más alarmante de “esta invasión de lo militar en el ámbito de lo privado –y que es a escala mundial– es cómo dejamos de ver que es una invasión. Nos hemos acostumbrado que esas cámaras nos vigilan al caminar, que esas barreras están presentes”.
Pimentel retomó lo del museo señalado por Maté, para decir que “éste es aparentemente visto como un espacio que no se toca con ciertos temas más marginales, más limítrofes”. Sin embargo, “de alguna forma la democratización de la enseñanza de las artes plásticas trae a la institución, por obvias razones, artistas que piensan y generan una producción desde otros niveles de la sociedad”.
Edwin Sánchez deseaba traer su trabajo de Colombia a la capital de México, porque ambos países “compartimos la indigencia, la delincuencia común, el narcotráfico y el tráfico de armas”. Más que arte, define su obra como una especie de crónica: “Un cronista va, tiene un testimonio o un contacto directo con el objeto de trabajo. Siempre existe la preocupación de documentar mi contacto con esa realidad que nos es un poco lejana.
“Me gusta establecer este límite entre la moralidad y la ética, contactarme con delincuentes, maleantes, el mundo de la prostitución”. Sánchez, quien se graduó en diseño industrial con estudios en bellas artes, no se siente “ciento por ciento artista”. “Hace tres años trabajé con la policía en Colombia e hice algunos videos. Esto es como trabajar al otro lado de la criminalidad. Esto me dio un nivel de comprensión amplia de cómo la policía, o el Estado, o la institución, maneja este tipo de contextos, al crear un enemigo público para fortalecerse”.
Una instalación fotográfica versa sobre el trayecto de un revólver 38 Smith and Wesson, adquirido por Sánchez, quien después supo que es el arma que “más muertes ha causado en los años recientes”.