Contra el falseamiento de la historia

Polémica en torno al ‘Diccionario Biográfico Español’

Contra el falseamiento de la Historia

Personalidades del mundo de la cultura alzan su voz contra la Real Academia y el ‘Diccionario Biográfico Español’ – Vargas Llosa: «Es una auténtica vergüenza»

EL PAÍS – Madrid

Adjetivos como «indignante», «lamentable», «vergonzoso» o «intolerable» fueron algunos de los dardos lanzados ayer por destacadas personalidades del mundo de la cultura contra el Diccionario Biográfico Español y, por ende, contra la Real Academia de la Historia, institución responsable de su edición. El común denominador de todas las denuncias: el enfado ante un falseamiento de la historia, ejemplificado en la biografía de Franco escrita por el historiador Luis Suárez, donde se evita llamar a Franco dictador.

Lo peor es que no tiene remedio
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Retrato de una Academia anclada en la Historia
Franco, ese (no tan mal) hombre
«Nosotros no censuramos a nadie»

RAH
(Real Academia de la Historia)

A FONDO
Sede: Madrid (España) Directivo: Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón (Director)

– Mario Vargas Llosa (escritor, Premio Nobel). «Lo que ha ocurrido con la Real Academia de la Historia es una auténtica vergüenza, sobre todo en lo que se refiere a la biografía sobre Franco.

No se puede admitir esto a estas alturas. Y aún menos se puede tolerar que esto se pague con dinero público».

– José Luis Cuerda (cineasta). «Es una ingenuidad por parte del Gobierno no saber con quién se juega los cuartos, a quién le da el dinero. Pero lo que no se entiende es la existencia de una Academia de la Historia; la Historia no necesita una Academia, sino estudiosos de la verdad de los hechos. Por otra parte, me parecen espantosas las declaraciones del director de la Academia, Gonzalo Anes, haciendo filigranas con el lenguaje sobre el autoritarismo o la tiranía».

– Andrés Trapiello (escritor). «Lo que ha sucedido con el Diccionario es una vergüenza. Hay que corregir los tomos con manipulaciones clamorosas y destruir entera la primera edición. Pese a lo que digan en la Academia, cualquier editor sabe que hay medios técnicos para subsanar ese error: se retiran los ejemplares del tomo, se desencuaderna y se sustituye el pliego correspondiente. No es difícil porque la tirada no debe de ser muy grande. ¿No lo harían si en la entrada de Franco hubiera un error en su lugar o su fecha de nacimiento? Hay que exigir responsabilidades a los responsables del proyecto, porque un error así no se comete al azar. Si la Academia no lo hace y persiste en el error es porque en el fondo está de acuerdo con lo que ha escrito Luis Suárez sobre Franco. Hemos llegado a un punto disparatado porque ese es un libro tóxico pagado con dinero público».

– Fernando Savater (escritor y filósofo). «Me ha dejado atónito que todavía se estén discutiendo estas cosas. Y eso que, desde el País Vasco, estoy acostumbrado a ver cómo se manipula el pasado. El problema es que, si no de los políticos y periodistas, uno esperaría mayor rigor de los historiadores. También me pregunto qué hubiera pasado si la manipulación hubiera sido de orden inverso, o sea, desde la izquierda. ¿Hubiera habido la misma reacción? Con todo, no me preocupan esos 50 tomos, que irán a muy pocas estanterías. Me preocupan más los libros de bachillerato, en los que se da una visión sesgada sobre la Guerra Civil o la Constitución en el País Vasco o Cataluña. Son versiones pintorescas pero muy peligrosas porque no hay nada que las contrarreste y porque son la primera impresión -y a veces la última- que va a recibir gente con poca formación».

– Ricardo García Cárcel (catedrático de Historia Moderna, Universidad de Barcelona). «La historia de España no empieza en 1931 ni en 1936 ni en 1939. Es lamentable que de un Diccionario Biográfico de 50 tomos se haya polarizado en un artículo concreto. Es una polémica desorbitada, hinchada y artificial. No tomaría ningún tipo de medida, porque significaría no respetar la opinión académica de un historiador como Luis Suárez Fernández. Se puede estar de acuerdo o no con él, pero me parece increíble que la ministra de Cultura pida una rectificación. No existe la Historia en singular, existen los historiadores. Lo contrario sería participar de la defensa del pensamiento único».

– Amelia Valcárcel (pensadora, miembro del Consejo de Estado). «No he visto el Diccionario y conozco la polémica por la prensa. Una obra así hay que hacerla poniendo un cuidado extremo en su redacción, porque todo el conocimiento está ya en la Red. Tal vez ha faltado el necesario cuidado previo para que no se produzcan cosas que lleven a escandalizar. Como poco, no se ha sido cuidadoso. Una vez en la calle, es imposible corregir todo esto, porque ya ha creado una opinión. Tiene difícil arreglo. Tampoco sé si faltan mujeres como denunciaba la ministra de Cultura, pero ya es tradición la falta clamorosa del talento femenino en esas instituciones. Cuando oigo que nadie defiende las cuotas recuerdo una fotografía de 1908 con una pancarta feminista: ‘Por el camino del poco a poco se llega al valle del nunca jamás».

– Elías Querejeta (cineasta). «Yo lo único que sé es que Franco fue un dictador y que eso no tiene vuelta de hoja. Y me parece increíble que ahora venga una institución como la Real Academia de la Historia a decir que no lo fue. Y sí, pienso que hay que tomar medidas para que esto no se repita nunca: que pongan ahí a gente con más objetividad».

– Isabel Burdiel (catedrática de la Universidad de Valencia, biógrafa de Isabel II). «La Academia de la Historia es una institución que me temo no goza precisamente de la estima y del respeto de sectores muy sustanciales de mi profesión. El problema fundamental es que -a diferencia de, por ejemplo, la de la Lengua- es un organismo muy esclerotizado, que carece de diversidad interna y que funciona por un sistema de cooptación muy opaco. Creo que este país se merece una Academia de la Historia que realmente represente a la profesión. Lo que he leído del Diccionario Biográfico desprecia la investigación de los últimos 30 años y no es de recibo en un país que quiere ser democrático, culto y europeo».

– Antonio Muñoz Molina (escritor). «En España debe haber un pacto de recuerdo. En este episodio hay que diferenciar dos cosas, uno como ciudadano puede escribir lo que le dé la gana. Pero una Academia tiene una posición peculiar. Es soberana y se autorregula pero requiere apoyos públicos. El primer escándalo para mí es científico. Existe un consenso entre los historiadores de rigor sobre ciertos personajes como Franco. Y el segundo escándalo es como ciudadano. Los fondos empleados han ido a parar finalmente a una obra que no parece tener esa exigencia».

– Javier Cercas (escritor). «¿De qué nos extrañamos? Lo extraordinario es que Luis Suárez escribiera otra cosa sobre Franco. Que él haya sido el elegido es la consecuencia lógica no solo del martilleo de pseudohistoriadores y pseudoperiodistas que llevan años tratando de legitimar el franquismo, también lo es del coqueteo de historiadores más serios con la equidistancia entre franquismo y República. Eso es lo preocupante. Es como si dentro de 50 años los diccionarios dijeran que ETA no era una organización terrorista sino un movimiento de liberación. Significaría que hemos perdido la batalla del discurso. Y no deberíamos perder la batalla del discurso sobre la dictadura después de años de trabajo muy serio. La visión benevolente, halagadora y mistificadora del franquismo es un maquillaje de la realidad que es moneda corriente en este país. Y es lo que sucede cuando emborronas los límites y dices que los dos bandos de la guerra eran lo mismo. A partir de ahí puedes mentir y no pasa nada. Sería preocupante que esa visión terminara en los manuales de las escuelas».

– Enrique Moradiellos (catedrático de Historia Contemporánea, Universidad de Extremadura). «La Real Academia de la Historia está pagando su error con un escándalo mediático en gran medida merecido por su imprevisión y falta de criterio operativo inicial. ¿Qué se debe hacer? Deberían modificar los textos en futuras impresiones. En nuevas ediciones, y en la online, habría que hacer una entrada sobre Franco más ecuánime o que recogiera las diferencias de criterio».

– Marcos Ana (poeta y preso en las cárceles franquistas durante 23 años). «No hemos conseguido establecer la historia de los vencidos para que nuestros hijos sepan lo que ha ocurrido. Fue una de las dictaduras más tremendas, con personas que pasaron la mitad de su vida en la cárcel, como yo, que estuve condenado a muerte y 23 años encerrado. Franco fue un dictador perverso. Habría que retirar ese Diccionario. No se puede con el erario público financiar una obra que falsea la historia».

– Almudena Grandes (escritora). «Es normal que pase todo esto. España es el único país democrático de Europa que no ha desarrollado una política de memoria democrática. Si la democracia es incapaz de imponer respeto por sí misma, se expone a que individuos no democráticos no la respeten. Habría que hacer una selección de las biografías de Franco, Azaña y demás y repartirlas en los institutos, para que los alumnos sepan bien en qué país vivimos».

– Manuel Borja-Villel (director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía). «Es evidente que la historia reciente está pendiente de ser escrita. Siempre se inclina del mismo lado. Es necesaria una visión plural, una suma de narraciones antagónicas, aunque sin llegar al todo vale posmoderno. No debe faltar el compromiso ético, y en este caso parece que ha faltado».

– Manuel Gutiérrez Aragón (cineasta y escritor, miembro de la Real Academia de las Artes de San Fernando). «Un esbozo biográfico retrata tanto al que lo escribe como al biografiado. Más que sesgado, el Diccionario Biográfico es una oportunidad perdida para acercar la historia a la gente».

Con información de Tereixa Constenla, Javier Rodríguez Marcos, Iker Seisdedos, Jesús Ruiz Mantilla, Rocío García y Borja Hermoso.

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