Dies irae
Se trata de un poema sencillo y ominoso, y que posiblemente sea el que más horror ha despertado en sus oyentes: Hablamos del Dies Irae, El Día de la Ira.
La conjetura de los estudiosos afirma que fue compuesto por el monje franciscano Tomás de Celano, en algún momento del siglo XIII. El terror del poema se basa en una visión anticipada del apocalipsis, del día en el que los muertos desgarrarán su mortaja de penosa espera, y se lanzarán sobre la tierra en busca del perdón por unos pecados, en su mayoría, miserables.
Tomás de Celano.
Día de la ira, aquel día
Disolverá los siglos en cenizas,
Así lo profetizaron David y la Sibila!
Dies iræ, dies illa,
Solvet sæclum in favilla,
Teste David cum Sibylla!
Cuánto terror habrá en el futuro,
Cuando el juez esté por venir,
A juzgar todo con severidad!
Quantus tremor est futurus,
quando judex est venturus,
cuncta stricte discussurus!
La trompeta derramará su nota
Por los sepulcros de los reinos,
reuniendo a los hombres ante el Trono.
Tuba mirum spargens sonum
per sepulcra regionum,
coget omnes ante thronum.
La Muerte y la Naturaleza se asombrarán,
Cuando resurja la criatura
Para responder ante el juez.
Mors stupebit et Natura,
cum resurget creatura,
judicanti responsura.
Surgirá el libro escrito,
Aquel que todo lo contiene,
Y que juzgará al mundo.
Liber scriptus proferetur,
in quo totum continetur,
unde Mundus judicetur.
Entonces, cuando el Juez se siente,
Lo oculto se revelará,
Y nada quedará sin castigo.
Judex ergo cum sedebit,
quidquid latet apparebit,
nil inultum remanebit.
¿Qué diré entonces, pobre de mí?
¿A qué santo rogaré,
Cuando ni los justos estén seguros?
Quid sum miser tunc dicturus?
Quem patronum rogaturus,
cum vix justus sit securus?
Rey de tremenda majestad,
Que al salvar, lo haces con desinterés,
Sálvame, fuente de piedad.
Rex tremendæ majestatis,
qui salvandos salvas gratis,
salva me, fons pietatis.
Recuerda, piadoso Jesús,
Que yo soy la causa de tu calvario,
No me pierdas en este día.
Recordare, Jesu pie,
quod sum causa tuæ viæ ;
ne me perdas illa die.
Buscándome, agotado os sentaste,
Tu sufrimiento en la cruz me redimió,
Que no sea en vano aquella labor.
Quærens me, sedisti lassus,
redemisti crucem passus,
tantus labor non sit cassus.
Justo Juez de la venganza,
Concédeme el perdón
Antes del día del juicio.
Juste Judex ultionis,
donum fac remissionis
ante diem rationis.
Vocifero, como un reo;
La culpa ruboriza mi rostro,
Perdona a este suplicante, Dios.
Ingemisco, tamquam reus,
culpa rubet vultus meus,
supplicanti parce Deus.
Tu, que absolviste a María (Magdalena)
Y escuchaste el llanto del ladrón,
También a mí me diste esperanza.
Qui Mariam absolvisti,
et latronem exaudisti,
mihi quoque spem dedisti.
No son dignas mis plegarias,
Más tu eres bueno y con bondad actuarás
Para que no me consuma en el fuego eterno.
Preces meæ non sunt dignæ,
sed tu bonus fac benigne,
ne perenni cremer igne.
Ubícame entre tu rebaño
Y sepárame de los machos cabríos,
Situándome a tu derecha.
Inter oves locum præsta,
et ab hædis me sequestra,
statuens in parte dextra.
Al confundir a los difamadores,
Arrojados a las voraces llamas,
Hazme convocar entre los benditos.
Confutatis maledictis,
flammis acribus addictis,
voca me cum benedictis.
Ruego, suplicante y de rodillas,
El corazón oprimido, casi hecho cenizas,
Tomad a tu cargo mi destino.
Oro supplex et acclinis,
cor contritum quasi cinis,
gere curam mei finis.
De lágrimas será aquel día,
En que resucitará del polvo
El hombre para ser juzgado.
Que sea perdonado, Oh Dios.
Lacrimosa dies illa,
qua resurget ex favilla
judicandus homo reus.
Huic ergo parce, Deus.
Piadoso Jesús, Señor,
Concédeles descanso, Amén.
Pie Jesu Domine,
dona eis requiem. Amen.