Antigua Basílica de Santa María de Guadalupe
Este edificio, el cuarto levantado en honor a Santa María de Guadalupe, fue consagrado el 1 de mayo de 1709.
El arquitecto Pedro de Arrieta colocó en cada una de las puertas un relieve con una de las apariciones a Juan Diego y las imágenes de apóstoles y profetas.
Las cuatro torres, la cúpula y el arco poligonal sobre la puerta principal, se colocaron para así poder relacionar este templo, de manera simbólica, con el Templo de Salomón en la ciudad de Jerusalén que seguía estas mismas formas según la escritura. Con ello se pretendía mostrar que la Nueva España era, también, un territorio sacralizado, escogido por la Madre del Señor.
En 1749 el templo recibió la categoría de Colegiata, lo que significa que para dirigirlo y atender a los fieles habría un cabildo o grupo de sacerdotes que trabajarían bajo el mando de un Abad.
Todos ellos, durante las misas más relevantes, tomaban asiento en un mueble tallado en madera colocado a la mitad de la nave o pasillo central; la sillería del coro fue retirada en 1895, con motivo de las transformaciones que se le hicieron al templo con motivo de la coronación de la Virgen (algunos fragmentos, como la reja que cerraba su acceso, pueden ser visitados tanto en el Museo como en la anexa capilla del Sagrario).
En ese mismo año se colocaron el baldaquino o trono monumental sobre el altar mayor, y las pinturas de gran formato que decoran la iglesia en su interior, donde se narran los principales acontecimientos del culto guadalupano.
En 1904, en reconocimiento a la devoción de los fieles, el templo adquirió la categoría de Basílica, palabra que proviene del griego y significa “casa regia”.
Las columnas que en la parte interior sostienen la cúpula permanecen rodeadas de concreto para fortalecer la estructura, dañada por las condiciones del subsuelo que al ser tan fangoso, ha producido un hundimiento desigual.
Cerrada por cuestiones de conservación desde 1976, fue reabierta al culto el 5 de mayo de 2000 con motivo del 2º Congreso Eucarístico Nacional, ocasión en la que, por decreto del Arzobispo de México Norberto Rivera, se convirtió en templo expiatorio, es decir, casa de oración donde de manera permanente está expuesto el santísimo Sacramento para expiación de pecados.
Nueva Basílica de Santa María de Guadalupe
El 12 de octubre de 1976 se consagró esta, la casa más moderna de Santa María de Guadalupe. La forma que sigue la arquitectura responde a su principal función: la de acoger a los miles y miles de peregrinos que vienen desde todas partes del mundo a visitar a la Morenita del Tepeyac. Por esta razón se hizo de base circular, con 100 metros de diámetro, para que el mayor número de visitantes pudiera participar de las celebraciones litúrgicas y, además, admirar la belleza del ayate de Juan Diego aún si se encuentran en el exterior; por otro lado, la forma circular también remite a la idea de universalidad de Dios.
La cubierta, por su parte, al ser como una gran carpa, recuerda la tienda que usaban los judíos en su peregrinar por el desierto y es, a un tiempo, símbolo del manto de la Virgen, que protege a quien la visita.
La gran columna que le sirve de eje tiene 42 metros de altura, y en su interior se encuentran las oficinas administrativas de la Basílica. El edifico fue realizado a partir de un proyecto de Pedro Ramírez Vázquez, arquitecto mexicano conocido por obras como la del Museo Nacional de Antropología (ubicado en el bosque de Chapultepec en la ciudad de México)
En el interior de este templo caben 10, 000 personas, ubicadas en la parte central y en las nueve capillas del piso superior, que en caso necesario, pueden prestarse para ceremonias distintas a la del altar mayor. Desde la capilla abierta del segundo piso, que se dirige hacia el atrio recordando a las que utilizaran los primeros frailes durante el siglo XVI, el número de asistentes se aumenta a un total de 50, 000. En el sótano de la Basílica están las criptas, con más de 15, 000 nichos y 10 capillas para recordar a los difuntos que ahí descansan.