Las redes sociales aceleran amistades y ayudan a solitarios

Tanto Tuenti no los vuelve raritos

Los adolescentes pasan mucho tiempo en las redes sociales, pero ni se aíslan ni se obsesionan –

Las plataformas son aceleradores de amistades que ya existen y ayudan a integrarse a los solitarios

ANA ALFAGEME / MARÍA VICTORIA ENNIS

El País

Quizá su sobrino cometió el error de aceptarle como amigo en Tuenti. Así que alguna comida familiar habrá acabado con el adolescente ruborizado ante su alusión a unas fotos en las que no estaba precisamente leyendo a Kant. Es que el raro es el que no anda por allí. Cuatro de cada cinco chavales de colegio o instituto españoles usan una red social para mantener contacto con sus amigos y compartir o comentar fotos. Casi la mitad entra varias veces al día y mientras está online tiene en una pestaña abierto su perfil de Tuenti. Se han dado de alta porque se lo han contado precisamente sus colegas y no son muy conscientes de la falta de privacidad. Sus coetáneos hispanoamericanos les superan en esa costumbre. Están prácticamente todos tecleando en su perfil.

Amistad y violencia en Facebook

Baigorri: «Solo algunos obispos creen que las redes sociales aíslan»

La desinhibición en la Red es falsa pero las consecuencias son reales

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«Relacionarse a través de la web no es tan fácil», apunta un catedrático

Las redes tampoco les convierten en geeks aislados que esconden el acné detrás de una pantalla. El 90% de los chavales españoles preguntados no se plantea nunca que prefieran pasar tiempo online antes que ver a sus amigos, un porcentaje de respuesta que solo iguala al de Argentina (91%), el país que puntúa más alto. Paralelamente, más de la mitad (54%) de los españoles no considera que su vida sería aburrida o vacía si no utilizan su Tuenti.

Estos datos se desprenden de un estudio de la universidad madrileña Camilo José Cela presentado ayer que compara el uso de las redes sociales en seis países de habla hispana en adolescentes de edades comprendidas entre los 11 y los 17 años. La encuesta fue realizada a 6.103 chicos que viven en ciudades de Argentina, Colombia, Ecuador, México, Venezuela y España.

Una de las primeras conclusiones: es más probable que su hijo trastee continuamente en Tuenti que usted tenga un perfil de Facebook. Si tres de cada cuatro internautas de cualquir edad está en una red social como la citada o Twitter (un 76%), los adolescentes llevan la delantera. Las utilizan cuatro de cada cinco (79%), y en el caso de España, la elegida es mayoritariamente Tuenti. Es imparable. Por eso los autores de este estudio, Adolfo Sánchez Burón, vicerrector de investigación de la Universidad Camilo José Cela, y Adolfo Álvaro, experto en redes sociales en Intenet, plantean que el asunto -«el uso responsable, las posibilidades y los peligros», como señalan-, debe formar parte de la agenda educativa.

La encuesta es una continuación de dos centradas en chavales madrileños (2009) y españoles (2010). Si en el primer año, las utilizaba al menos un 65%, este, un 79%. Los datos de 2011 revelan que los adolescentes que usan las redes son más y lo hacen más intensivamente. El año pasado, el 78% de los encuestados estaba en alguna y el 39% entraba varias veces al día. Hay un 1,4% más de usuarios y más del 40% se mete a diario en repetidas ocasiones.

«Llama la atención la rapidez y el crecimiento exponencial que tienen estas plataformas en esas edades. Hay una generación entera que las ha abrazado en masa, como no ha ocurrido con otras llamadas nuevas tecnologías, con el móvil, por ejemplo», dice Adolfo Álvaro, uno de los autores del estudio, «y lo han incorporado a su vida cotidiana inmediatamente. Lo consideran un elemento tan indispensable como para nosotros era vernos con los amigos a la salida del colegio».

¿Qué explicación tiene la mayor penetración en el resto de países de habla hispana? «La clave está en que los chicos utilizan móviles que incorporan conexión a Facebook con una buena tarifa. El resultado», señala Álvaro, «es que, independientemente del estrato social al que pertenezcan, los chavales urbanos en edad escolar de países en vías de desarrollo tienen las mismas habilidades digitales que la población de las naciones más avanzadas».

Y si están todo el día subiendo fotos, ¿estudian menos?, se preguntarán los padres. Pues no parece. En el estudio del pasado año, no se hallaron correlaciones entre el número de suspensos y la dedicación a sus amigos vía Tuenti.

Una de las formas más modernas de comunicación se expande a través del modo más antiguo: el boca a boca. Son los amigos y conocidos los que dan el queo. En todos los países supera el 75% y en algunos llega hasta el 90%.

Antonio López, catedrático de trabajo social de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, cree que la red social «es un acelerador de las relaciones porque interactúas en tiempo real con mucha gente y porque lo que escribes permanece. Lo escrito tiene mucha fuerza». Para López, relacionarse a través de la web no es tan fácil. «Hay que desarrollar habilidades; debes saber que escribir una frase todo en mayúsculas es como gritar y que si le dices a una chica lo guapa que es, es mucho más fuerte que si se lo dices personalmente tan solo como un cumplido», aclara. Lo que se ha aprendido en un ámbito no necesariamente se traslada al otro. «A muchas personas que se socializaron de esta forma luego les cuesta relacionarse interpersonalmente» advierte López.

Manuel Benito Gómez, profesor de la Universidad del País Vasco y especialista en nativos digitales, cree que «las redes sociales ni aíslan ni integran a los adolescentes más de lo que ellos lo hacen en el mundo real. Es el uso que se hace de ellas lo que puede ser integrador o aislador».

Las redes pueden ser una radiografía de nuestra mente. «Los efectos negativos son notorios cuando la persona que usa este tipo de recursos tiene problemas previos como inadaptación, baja autoestima, pensamientos negativos o agresividad y el uso de las redes produce un efecto de espejo o de ampliación de este tipo de problemas», analiza Gómez. «Hay personas con cierta timidez en la vida real que se comportan desinhibidamente en las redes pero nunca hasta el extremo de aparecer como atrevidas», señala.

Los adolescentes de España y Ecuador son los que menos perciben la falta de privacidad en las redes y los que, por tanto, menos trabas ponen para evitar intrusiones. Solo 6 de cada 10, en el caso de España, no escriben datos personales, emplean un alias, no aceptan como amigos a desconocidos o cambian la contraseña habitualmente. Son técnicas similares a las empleadas por los chicos en todos los países estudiados.

De todos sus contactos, un 7% son gente desconocida. También siete de cada 100 ha quedado con esos extraños, la manera mayoritaria de llamar a los «amigos de sus amigos». Ocurre también que la gran mayoría no es que discrimine mucho: tiene más de 150 amigos.

«La desinhibición frente a la máquina es falsa porque luego tiene consecuencias en la vida pública. Hay que ser consciente de eso y tener cuidado con la imagen que se da», subraya López. «Somos una sociedad del reality show pero tenemos que distinguir la realidad de la tele; nosotros no somos actores», aclara.

El autorretrato fotográfico frente al espejo del baño y en pose sexy es tan frecuente como peligroso. Los especialistas creen que es fundamental incluir en la educación la seguridad en las redes. Gómez remarca que «hay que enseñar a los adolescentes el riesgo que existe, cómo controlarlo y gestionarlo para que no les dañe y no dañar a terceros». El beneficio voyeurista de espiar la vida ajena entraña el mismo riesgo para observadores y observados. «No es que eso sea un riesgo; es una realidad asociada al carácter abierto de las comunicaciones virtuales», distingue Gómez. «Estoy en el espacio virtual junto a otros; yo los veo y ellos me pueden ver… Es conveniente ser prudente para que esa exposición no derive en situaciones indeseadas», remarca.

Kepa Larrañaga, sociológo de la Fundación Aliados, dedicada a la erradicación de la pornografía infantil en Internet, apunta a la legislación. «Existen problemas con la ley de protección de datos y hay que avanzar. La justicia tiene que hacerse cargo», sentencia. Larrañaga admite, sin embargo, que los padres pueden exagerar. «Percibimos muchas veces la red como un peligro pero no es necesariamente así. Hay que concienciar a los niños y a los adultos porque muchas veces terminan negando el uso por temor», advierte.

Artemio Baigorri, sociólogo de la Universidad de Extremadura, cree que «las redes sociales son, sencillamente, la versión telemática del patio de vecinos: continúan a través de los facebooks las conversaciones, peleas, colaboraciones (no hay que olvidar que se utilizan mucho para hacer las tareas) que han iniciado antes en la vida real». El sociólogo extremeño está convencido del rol socializador de las herramientas virtuales de comunicación. «Solo algunos obispos creen ya que las redes sociales aíslen a los adolescentes», ironiza, en relación a lo dicho por el cardenal Rouco. «Al contrario, los conectan y los incluyen; hasta los más tímidos se atreven en el patio cibernético y en ese sentido debemos considerarlas tecnologías inclusivas. Es más, salvo en casos patológicos yo diría que los facebooks promueven la sociabilidad. Hasta los más periféricos del grupo, quienes probablemente en la sociedad industrial no se enteraban de la cita (porque solo se llamaban por teléfono quienes estaban en la clave) en la sociedad telemática se enteran: basta echar un vistazo a las páginas de los líderes», concluye.

¿Algún consejo a los padres? «Hablar con los hijos francamente sobre el tema. Informarse y experimentar en las redes. La gran brecha puede desaparecer», concluye uno de los autores del estudio, Adolfo Álvaro. Y no pretender ser amigo de su hijo en Tuenti. Puede ser tan invasivo como que el chaval le espíe a usted en la intimidad de su habitación.

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